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May 12, 2025


Maduro tampoco pasa la página

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Pasar la página es dejar algo atrás. Pasar a otra cosa. En el contexto actual de la oposición venezolana es olvidar el 28 de julio. Unos opositores lo hacen deliberadamente, otros diciendo que no lo están haciendo mientras lo hacen, aunque no lo sepan. Es, en todo caso, una conducta política y en tanto tal susceptible de examinar y criticar.

La primera consecuencia de este comportamiento político es que la Plataforma Unitaria, que respaldó la candidatura de Edmundo González Urrutia en las elecciones ganadas en julio y escamoteadas en el acto por el Consejo Nacional Electoral, pierde a dos de sus organizaciones políticas. Un Nuevo Tiempo (UNT), que lidera Manuel Rosales; y el Movimiento por Venezuela (MPV) de Simón Calzadilla. Ambos partidos, por cierto, han tenido suerte dispar al decidir sobre su participación en las elecciones legislativas y regionales convocadas a toda premura por el régimen. Rosales pudo postular candidatos pero Calzadilla, inhabilitado a hurtadillas, no pudo hacerlo. En un video denunciativo, el afligido dirigente del MPV admitió que es un “proceso electoral extremadamente viciado.”

La Plataforma Unitaria había decidido de forma contraria a la opción jugada por UNT y el MPV, en el sentido de definir un conjunto de condiciones previas para concurrir a nuevas elecciones, una de ellas básica y elemental: reconocer el contundente resultado del 28 de julio. Nunca en la historia política democrática de Venezuela, desde 1958 en adelante, había ocurrido un acto semejante de irrespeto a la voluntad popular. Los venezolanos, muchos, muchísimos de a pie, decidieron con claridad el 28J: no quieren a Maduro al frente del gobierno del país. Ese es el asunto que hay que resolver, no hay ningún otro.

Maduro lo sabe. Por eso, ni él, ni el resto de la cúpula al mando, pasan la página de lo que significó el 28 de julio. Represión desmedida cuando fue necesario, ahora selectiva y permanente; control absoluto y grotesco del Consejo Nacional Electoral; ausencia del menor asomo de las reglas que al menos deben parecer que existen cuando se convoca unas elecciones; y aislamiento de todo partido o dirigente político que no reconozca a Maduro o, pretenda, reivindicar la victoria opositora el 28J. Esas sí son las reglas del juego.

Manuel Rosales, al que nadie le niega que es un político astuto, habla de la “conflictividad política” como la causa del desastre nacional en que se ha convertido Venezuela y lamenta que no se haya seguido su consejo de buscar la “negociación política” antes del 28J; es decir, si hubiera habido un arreglo, se desconoce de qué tipo, no sería necesario pasar la página ahora. Astuto y hasta sutil.

Las encuestas previas a esta disparatada convocatoria electoral dan cuenta de un rechazo semejante, o mayor, en su proporción al que apoyó a González Urrutia en las presidenciales: ¿Se oye la voz del pueblo?

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