La incomprensible política exterior del recién inaugurado segundo período presidencial de Trump no deja de sorprender a tirios y troyanos, pues en medio de un mundo convulsionado como el actual, con guerras en Europa y el medio oriente, posibles conflictos entre China y Taiwán, y la irrupción de Corea del Norte aliándose con Putin y, a una semana del inicio de su período presidencial, derrama combustible a su patio trasero que se encuentra tranquilo y con una excelente relación de cooperación, que solo se ha visto entrecortado por el socialismo del siglo XXI, ya bastante disminuida su influencia en la región.
La verdad es que el pugilato entre Trump y Petro ha sido un absurdo como consecuencia de sus arrogancias y actitudes prepotentes, sin pensar en los resultados que ella genera en las relaciones políticas, económicas y de cooperación internacional, con efectos peores entre aliados de décadas, sin importar la tendencia política entre ellos, que finalmente es circunstancial.
Los jefes de Gobiernos deben entender que las relaciones de Estado no se manejan con la pasión conque se conduce la política interna sino todo lo contrario, con las reglas de las buenas costumbres, la educación y los protocolos de las relaciones internacionales.
Sin lugar a dudas, el incontinente Trump usó la soberbia inconsulta de su colega colombiano para aprovechar y ejemplarizar en Colombia la nueva ruda política exterior y de aranceles conque no solo ha amenazado a Colombia sino a la Unión Europea, a China y a la Comunidad internacional.
No hay que olvidar que Colombia ha sido un fiel aliado por décadas de los estadounidenses y donde además ellos tienen 8 bases militares. Trump también la ha usado para demostrarle a América Latina que su política de migración la aplicará a raja tabla sin importar el alboroto ni el disgusto que ha ocasionado tanto a Brasil como a México donde la presidenta se ha convertido en la voz apaciguadora de Trump, en el patio trasero de Estados Unidos.
No se le puede quitar la razón al presidente Trump de querer expulsar a los delincuentes del Tren de Aragua y de buscar detener la avalancha de migrantes que quieren entrar a Estados Unidos, lo que se objeta es la forma autoritaria e inconsulta con sus aliados del continente, pero, además violando los derechos humanos de los inmigrantes e irrespetando a sus propios amigos y aliados. No obstante, hay que destacar que esa política discriminatoria traerá consecuencias económicas a lo interno e inflación a Estados Unidos.
Los tiempos de la política del “Gran Garrote” han cambiado y el mundo multilateral, aunque no en guste a Trump, es una realidad que no se puede negar, en donde hay liderazgos emergentes que se pueden convertir en alternativas.
En el caso de la crisis entre Trump y Petro, esto ha empujado a reflexionar a los colombianos y han empezado a plantear la necesidad de diversificar su comercio para no depender de un solo país, a su vez, han visto la importancia de su posible ingreso a los Brics, plataforma internacional que el gobierno de Trump ve con aprensión y como competencia.
Por otra parte, ha empujado a América Latina a activar la Celac (aunque no se concretó) para analizar y unificar criterios en defensa de los intereses políticos, económicos y comerciales, que no son precisamente los mismos de los del norte y cuyo competidor (China) aprovecha para pescar en río revuelto y que el propio Trump quiere frenar. ¡La política de lo al revés!
Trump en esta oportunidad ha iniciado una política internacional confrontacional poco conveniente a los intereses y a la seguridad nacional de su país. En estos tiempos no se pueden perder aliados y menos aún los de su propia región, por el contrario, hay que cuidarlos y fortalecerlos, frente a un mundo globalizado, complejo, de oportunidades y de alternativas internacionales.
En política exterior las buenas relaciones, la amistad, la cooperación y las coincidencias en las estrategias son las que consolidan los liderazgos y el fortalecimiento de alianzas frente a nuestros adversarios. Los liderazgos exaltados, autoritarios e insultantes solo logran perder amigos, generan desconfianza y crean conflictos difíciles de superar y mucho más, el restablecer la normalidad política.
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