“Si vosotros permanecéis en mi palabra, verdaderamente sois mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. (Jesús de Nazaret; Juan 8:31-32. Biblia de Las Américas).
Muere en manos del régimen de Nicolás Maduro otro buen venezolano. El llanero Jesús Manuel Martínez Medina, quien formaba parte de las 1.976 personas que fueron secuestradas por la narcotiranía desde el 29 de julio, día que asumieron la defensa de los auténticos resultados de las elecciones presidenciales del 28J, cuyas actas pudieron ser resguardadas gracias a la población civil y militar para demostrar el fraude que se pretendió concretar nuevamente por parte del asesino régimen.
El mundo reconoce, en general, la realidad de lo que acontece hoy en la nación venezolana. ¿Pero sabe con propiedad de las decenas acumuladas de periodistas, cientos de militares, miles de políticos y de los millones de ciudadanos que han sido reprimidos y desplazados o echados de su territorio? ¡Somos 8 millones!
Desde la memoria del agricultor Franklin Brito, quien hizo una huelga de hambre en reclamo del despojo de sus tierras en agosto de 2010 y fue forzado a estar en el Hospital Militar Carlos Arvelo, donde murió bajo las órdenes de un régimen despótico, han sido cada vez más las muestras de sórdida inhumanidad. Denunciadas valientemente por la diputada defensora de los derechos humanos Delsa Solórzano, las expropiaciones, en lugar de amainar ¡arreciaron y nos expropiaron!
Año tras año secuestros, desaparecidos, encarcelados, asesinados bajo torturas. Violación de todas las formas macabras e infames posibles a los derechos de niñas, niños, adolescentes, madres, estudiantes, trabajadores y empresario
Uso del Poder Judicial, y de sus tribunales, para imponer expropiaciones, con decisiones de jueces que, cual verdugos, y obedeciendo por recompensas o por cobardías y dobleces ante la tiranía genocida han servido para disfrazar de legales los procedimientos arbitrarios que en realidad castigan con aberrante represión y violaciones a cualquiera jueza o juez que se le opongan.
Tal fue el caso de la jueza María Lourdes Afiuni en 2009, cuando en el ejercicio de sus funciones dio libertad bajo fianza al empresario Eligio Cedeño, el cual llevaba más de dos años detenido sin juicio. La defensa de la jueza Afiuni la asumió, corajudamente, el abogado venezolano, hoy en el exilio, José Amalio Graterol.
La resistencia heroica de las mujeres y hombres de la prensa de Venezuela continúa. Hemos llegado al paroxismo de, con la publicación a plena luz del mundo de las actas de los resultados electorales de las presidenciales del pasado 28 de julio, seguimos bajo las sombras de una narcotiranía. Esta pretende divulgar una posverdad de “resultados inventados en una servilleta”. Al amparo de sus cómplices del continente americano, con la descarada y acostumbrada posición de constantes mentiras de Cuba, Nicaragua y ahora también Honduras, por ejemplo, con la omisión de Colombia y Brasil, que no enfrentan la verdad de la elección de Edmundo González Urrutia al hacer como Poncio Pilatos y lavarse las manos para su conveniencias.
Desde este diario El Nacional con 81 años de labores le hago expreso reconocimiento por su vocación institucional de servicio a la libertad de información y opinión en Venezuela, así como a su presidente editor Miguel Henrique Otero Castillo, quien estará este sábado 16 de noviembre, a las 11: 30 am de Miami, 12:30 pm de Caracas y 5:30 pm de Madrid, como conferencista invitado de la VI Conferencia “Cátedra Internacional por la Libertad Francisco de Miranda”.
Robada la sede de El Nacional, su edificio en Los Cortijos de Lourdes, “por ahora” , en lo personal expreso la satisfacción de escribir mis opiniones y análisis con total libertad en este diario, desde 1989. Mi primer artículo, de alcance nacional e internacional, al lado de la caricatura del inolvidable “Zapata” fue “La acidez del limón”. Con lo que pasa en España se nota la necesidad de buscar la verdad. Refiriéndome a la catástrofe provocada durante el desbordamiento del “Río Limón de Maracay”, en Aragua, Venezuela, exigimos las rectificaciones por las negligencias e intereses distintos a la imperiosa necesidad de canalizar las impetuosas “aguas de arriba de dicha cuenca». Ello nos costó, más que calenturas, invaluables vidas por la falta de humildad en reconocer la importancia de cómo del conocimiento en el manejo de las prioridades se derivan los resultados. La participación en las cuestiones políticas públicas, nacionales e internacionales, requiere conocimiento y experiencia. De eso se trata ahora el foco de nuestra Cátedra Francisco de Miranda. Seguir luchando desde la academia, mediante la batalla de las ideas, por la promesa de dar auténtica libertad y democracia a nuestras naciones americanas de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Aprovechamos para expresarle al senador Marcos Rubio, de los Estados Unidos de América, nuestro reconocimiento por su designación como secretario de Estado; de la cual tenemos grandes expectativas al respecto.
El coraje intelectual y la humildad para reconocer un grave error de haber apoyado inicialmente a Chávez Frías, pidiendo luego respetar la independencia del Poder Judicial y liberar a la jueza Afiuni, tuvo en un hombre de la izquierda norteamericana como Noam Chomsky, por ejemplo (lingüista y filósofo profesor del Instituto de Tecnológico de Massachusetts) algo que en todas las esferas y niveles nos hace mucha falta: humildad.
Cuánto ayudaría y cuánta falta nos hace en la América Latina que mandatarios de izquierda, entiéndase como los de Brasil y Colombia, Lula y Petro, respectivamente reconocieran la verdad y al presidente electo de Venezuela: Edmundo González Urrutia.
¡Avanzar!
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