Pedro Nikken | Archivo

Por ADRIANA PULIDO

Es para mí un inmenso honor tener el privilegio de dirigirme a este importante auditorio en ocasión de la presentación de la publicación en homenaje a mi querido e inolvidable Pedro Nikken,  dedicada a su memoria y realizada por sus colegas y por académicos miembros de esta corporación nacional.

Es también un inmenso privilegio dirigirme en representación del grupo familiar y agradecer este homenaje que es, sin temor a equivocarme,  una de las más auténticas formas de celebrar su existencia, celebrar el legado constituido por su valiosa obra de reflexión y análisis en las ciencias jurídicas, y celebrar también su calidad de hombre de bien y de nobles sentimientos.

Rendirle homenaje es justo y es también una gran oportunidad  para reunir en una publicación a destacados conocedores de estas ciencias y áreas del saber de las que Pedro fue también un contribuyente medular, con su extensa obra jurídica y su profundo conocimiento y erudición en saberes académicos que claman por encontrar camino para la colapsada vida contemporánea de nuestro país.

Yo solamente quiero evocar su calidad humana, su sensibilidad y valiosos conocimientos, unido a su vocación de servir con generosidad en diversos campos de la vida nacional para la búsqueda de soluciones, las que siempre tuvieron en Pedro un lugar de importancia entre sus prioridades  e inquietudes nacionales.

De otra parte, y no por ello menos importante, no puedo dejar de mencionar la calidez  y el trato amoroso con el que me rodeo cada día,  haciéndome sentir feliz en la vida en común y, en su ausencia, extrañar  y añorar tantos momentos felices que vivimos juntos, muy presentes en mi pensamiento.

Al decir de su hermana Myriam, Pedro fue un lector precoz, no solo de narrativa sino de poesía, al punto que desde muy pequeño se aprendió de memoria muchos poemas que gustaba declamar cuando se le presentaba la ocasión. También su hermana destaca el interés y la participación en la vida política del país. Desde muy joven, ese fue uno de los ámbitos en los que desarrolló algunos estudios, y donde tuvo una destacada participación.

Dice Myriam: “Siempre fue un hermano solidario presto a acompañar a su hermana en los momentos difíciles que la vida le presentó”.

Agrega Myriam que también fue Pedro un destacado cocinero y un estudioso de la gastronomía universal. Son muchos los ámbitos en los que Pedro pudo desarrollar sus talentos. Cabe destacar también su conocimiento y gusto por la música, que nunca dejó de escuchar en su país y en las muchas naciones donde tuvo que viajar. En síntesis, una persona completa con múltiples intereses y un amor enorme por la vida”.

Sus  conocimientos como experto en las ciencias jurídicas, pero también  sus intereses en saberes y muchos conocimientos afines, enriquecían la vida que disfruté en su compañía, haciéndola completa, divertida y enriquecedora. Además de la música, el teatro y la literatura, también  sabía y disfrutaba compartiendo la buena cocina.

Pedro es, a mi entender, lo que hace algún tiempo calificaban como un “un hombre del Renacimiento”. Alguien que, además de haber procesado un cúmulo de conocimientos  y con sabiduría en diversos órdenes  humanísticos, es también una autoridad reconocida por sus conocimientos y erudición, en su caso, en diversas ramas de su profesión: el Derecho.

En particular, vivió el desarrollo progresivo de una rama del Derecho a la que contribuyó en su formulación y codificación,  así como en la profundización de sus alcances e interpretación, y en el desarrollo de las instituciones especialmente creadas para la defensa efectiva de la Dignidad Humana, en aplicación de los instrumentos internacionales en vigor en esta materia.

La amplitud de los conocimientos de Pedro cubría en profundidad muchas áreas del saber académico y del saber universal, consolidándolo como experto, como referente y como autoridad internacional en ese nuevo campo jurídico. Todo esto sin afectar la cercanía de su trato.

A mí me encantaba ver como rápidamente establecía contacto y relación con una gran diversidad de gente en edades,  de variados orígenes, ocupados en diferentes actividades; rápidamente establecía una relación de simpatía favoreciendo los recuerdos  de inolvidables momentos.

Nunca olvidaré la simpatía inmediata que Pedro despertó entre mis familiares, y especialmente a mis sobrinos y  los nietos de mis hermanos. Sus caritas se iluminaban con el “aquí está el Tío Pedro”.

La reciprocidad brotaba hacia él con naturalidad y llena de afecto.

En los muchos viajes que hicimos juntos, esparcidos en varios continentes y lugares muy alejados en los que tenía alguna misión que llevar adelante, siempre me fue grato acompañarlo. En los últimos tiempos, la mayor parte de los viajes fueron dedicados a intensos ejercicios de reflexión sobre el drama de Venezuela y en cómo revertir o detener el proceso de destrucción institucional en el que está inmerso el país.

Con gran intensidad y sin escatimar tiempo ni esfuerzos, Pedro se entrego a la búsqueda de entendimientos para contribuir a sacarnos  del atolladero político en que se encontraba el país desde hacía varios años y en el que aún sigue inmerso. Su tenacidad  y su capacidad de contribuir a construir entendimientos eran muy valoradas en esos grupos de reflexión, en los que contribuyó a fortalecer la esperanza de alcanzar la salvación nacional.

Yo pienso que su obra y  la fuerza de sus convicciones no caerán en el olvido. Han sido y siguen siendo, seguramente, inspiración y guía para dar impulso y continuidad a la reconstrucción nacional de nuestro país.


*Adriana Pulido leyó el texto anterior en el acto de presentación de los dos volúmenes del Libro Homenaje al Dr. Pedro Nikken (Editorial Jurídica Venezolana, 2021) publicado por la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, que tuvo lugar el 20 de julio de 2021, bajo la coordinación de la Dra. Cecilia Sosa Gómez.


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