Por ENRIQUE MOYA
Los diarios de los viajeros europeos de las Américas, África, Medio Oriente o Asia están llenos de detalles para el estudio antropológico, geográfico o naturalista. Eran diarios a modo de bitácoras personales sin pretensiones literarias ni científicas cuyas descripciones de paisajes, gentes y fenómenos hacían las veces de las cámaras fotográficas inventadas mucho más tarde (i).
La literatura de viajes y aventuras también forjaron un imaginario, una idea del mundo que dio forma a culturas y geografías reales —a través de los grabados, las acuarelas de los científicos, naturalistas y pintores viajeros–— o ficticias. Las ficticias, sobre todo, crearon un corpus narrativo paralelo, fantástico —de seres inexistentes (ii), de paisajes irreales en geografías inventadas— pero, aunque alejadas de la realidad, de modo misterioso fueron conquistando espacio en la certeza, otorgando una extraña materialidad a lo que sólo era imaginario, invención literaria pura; mitología surgida de un conocimiento alterado —con añadidos cada vez más sorprendentes— debido a la repetición infinita del relato oral.
El viaje fantástico
Las novelas de viajes y aventuras que el alemán Karl May escribió con la pasión de un explorador experto donde describía con rara precisión lugares en los que nunca había estado es uno de ellos. En su obra, luego recopilada como Karl May’s Gesammelte Reiseromane (iii), pueden encontrarse muchas locaciones reconstruidas con la imaginación que luego resultaron ser más o menos exactas. Es válido suponer que May basó sus historias en lo que escuchó o leyó, sin duda, pero fue su imaginación lógica la que ayudó a formular con precisión el atlas de sus relatos. Un buen ejemplo de ello es la novela La fortaleza de la Roca. Satanás e Iscariote traducida oficialmente como El diablo de la pradera:
Las montañas que se elevan en la parte oriental de Sonora [México] contienen ricos yacimientos de metales preciosos, cobre y plomo, y casi todos los arroyos transportan oro lavado; pero el rendimiento en aquella época era sólo pequeño, porque los indios hacían inseguras las zonas, y sólo se podía llegar hasta el lugar en fuerte compañía. Pero, ¿de dónde sacas una mano de obra tan grande? El mexicano es cualquier cosa menos trabajador; al indio no se le ocurre desenterrar por pagas diarias los tesoros que hasta el día de hoy considera de su legítima propiedad; uno podría conseguir bastantes “culis” chinos, pero a uno no le gustan, porque quien conjura estos espíritus inmundos no puede librarse de ellos… pero los gambusinos, los buscadores, se dirá; estos son los verdaderos mineros; ¿por qué no contratarlos? Sencillamente porque no había ninguno disponible en ese momento; estaban por toda Arizona, donde se suponía que el oro estaba en montones brillantes. Por eso los territorios de Sonora quedaron desolados, como lo están hoy, cuando no sólo la minería, sino también la ganadería en el país se ha derrumbado por temor a los indios salvajes (iv).
La cita en cuestión sirve para señalar, por otra parte, que May —y literaturas similares a la suya— ayudaron a reafirmar en el colectivo europeo los clichés y tópicos comunes para referirse a civilizaciones allende Europa, con ideas concebidas en quienes les precedieron con narrativas exuberantes en imaginación, pero con peculiares conceptos de raza: salvajes, holgazanes, asesinos e inferiores, etc. Si la medida para evaluar a una civilización se ha sostenido por lo avanzada o atrasada de su tecnología militar principalmente, o por las formas para repeler o claudicar ante una invasión, es claro que los pueblos conquistados de Asia, África o América prehispánica eran culturas primitivas que, desde el punto de vista de las potencias invasoras, merecían ser difamadas, dominadas a través de las armas o la fe religiosa (v), expoliadas o exterminadas. Así que mucha de la literatura de viaje y de aventuras, hasta más allá de mediados de siglo xx, mantuvo en sus poéticas de argumento y personajes la estratificación racial y los paradigmas de dominio como improntas. En la dialéctica del bien y el mal entre civilizaciones que se topan, estaba siempre claro quién representaba al bueno y quién al malo. Desde luego que en la literatura contemporánea sigue existiendo esta confrontación, pero en el siglo xxi ya no es muy popular ni políticamente correcto atribuirlo a un fenotipo en particular; aunque los antiguos paradigmas raciales siguen allí latentes, esperando su turno para resurgir con renovada fuerza (vi).
Jules Verne y sus viajes imposibles a la Luna sustentaron las fantasías de millones de personas. Aún hoy la Luna, 50 años después de que Apolo se posara en su superficie, convertirla en un lugar habitable, base y trampolín para la exploración de nuestro vecindario cósmico, ha dejado de ser una quimera novelística de Arthur C. Clark, para pasar a ser una decisión tecnológica de carácter estratégico:
La nave se encontraba aún a sólo treinta días de la Tierra, pero sin embargo David Bowman hallaba a veces difícil creer que hubiese conocido jamás otra existencia que la del cerrado y pequeño mundo de la nave Discovery. Todos sus años de entrenamiento, todas sus anteriores misiones a la Luna y a Marte parecían pertenecer a otro mundo, a otra vida (vii).
Clark, físico astronáutico prestado a la ciencia ficción, atisbó en sus relatos de hace más de medio siglo los avances tecnológicos que hoy son crónica periodística: el primero en diseñar y formular la teoría de las estaciones espaciales desde la ficción fue Clark. El viaje a Júpiter, inmortalizado por Stanley Kubrick en el filme 2001, Odisea espacial (viii) es uno los monumentos a la imaginación y al desarrollo espacial. Pero no únicamente: HAL 9000 (xix), la Inteligencia Artificial de abordo, se ha proyectado hasta nosotros como el precursor de los asistentes electrónicos Siri, Alexa, Edwin, Cortana y sus voces electrónicamente puras… 2001, Odisea espacial (x) nos advierte acerca de los peligros de la IA:
Podemos diseñar un sistema a prueba de accidentes y estupidez; pero “no” a prueba de malicia deliberada (xi).
Existen un sinfín de propuestas ficcionales de Arthur C. Clark —también de Verne— que hace tiempo han sido despojadas de la ficción para ser sujetos de la actualidad científica; además de otros aportes que esperan su momento para hacerse realidad en relación con los viajes espaciales.
La contribución al pensamiento filosófico, científico y sociológico del maestro indiscutible de la ciencia ficción, Stanislav Lem, es, sin duda, uno de los más interesantes aportes a la comprensión del futuro de la humanidad una vez haya empezado la mudanza hacia otros territorios siderales. Sus narraciones/ensayos sobre el comportamiento humano en las duras condiciones de vida en el espacio extraterrestre, una vez este se haya instalado en otros sistemas solares, anuncian ramas insospechadas del saber: Psicología marciana, Sociología espacial, Filosofía sideral, Derecho cósmico, Biología venusiana, Administración interplanetaria, etc. Con Lem tenemos deudas que esperemos puedan saldar las generaciones futuras, he aquí, una de ellas: el viaje a Venus de su libro Astronautas.
La ciencia ficción ha sido desde sus inicios una cantera de ideas para los científicos de hoy y fuente de inspiración para los ingenieros que intentan hacer realidad los imposibles artefactos de vuelo concebidos por la fantasía literaria.
Sagas islandesas: la llegada a una América llamada Vinland
Hasta no hace pocas décadas se pensaba que, por sus características narrativas, las Eiríks saga rauða (Saga de Eirik el Rojo) o la Grænlendinga saga (Saga de los groenlandeses) —junto al resto de las sagas islandesas que han llegado hasta el presente— eran relatos de viajes fantásticos, invenciones de carácter mítico o un amasijo de temas legendarios sobre la antigüedad pagana de los vikingos exploradores de los mares gélidos del Atlántico norte y las costas de Terranova (o Vinland según como en el islandés antiguo se denominaba a lo que luego se denominó América). Sin embargo, las sagas son en la actualidad material de primer orden en el estudio histórico de los pobladores europeos que llegaron navegando al continente americano 500 años antes que Cristóbal Colón. Lo cual desmentiría su supuesta elaboración exclusivamente fantástica aunque existan en ellas, como es natural, elementos propios de la mitología nórdica y también de travesías difíciles de confirmar que han pasado a engrosar el prolífico mundo de las leyendas vikingas. En algunos casos las sagas islandesas también han sido útiles como documentos legales en las diversas querellas territoriales que mantuvieron los distintos países escandinavos hasta entrado el siglo xx. De allí que se les atribuya a los viajes vikingos a América relatados en las sagas —una vez cotejada en tiempos modernos con la realidad geográfica— un carácter menos ficticio y más cercano a la certeza histórica documental, arqueológica y antropológica. La Saga de Eirik el Rojo así nos lo cuenta:
Durante ese invierno se habló mucho acerca de partir en busca de Vinlandia [América], donde, se decía, había excelentes tierras por ocupar. A resultas de ello, aparejaron su nave y se aprestaron a salir en busca. [otros] decidieron sumarse a la expedición con su propio barco y con la tripulación que habían traído de Islandia. Un total de ciento sesenta personas iba a tomar parte en aquella expedición. […] y después de dos días en el mar avistaron tierra, decidieron explorarla, y se dirigieron a ella remando. Entre los animales de aquellas tierras eran los zorros los que más destacaban por su número. Navegaron otros dos días, hasta que avistaron tierra; era un país densamente arbolado, y en él abundaban los animales. Dos fueron bajados a tierra y les mandaron a correr en dirección sur para explorar el país y los recursos que ofrecía. Volvieron antes de que hubiera acabado el tercer día; uno de ellos traía algunos racimos de uvas, y el otro unas pocas espigas de trigo silvestre. Dijeron que creían que habían dado con una buena tierra. Había allí tantos pájaros que uno apenas podía plantar el pie entre sus huevos. Había montañas y el país era hermoso de contemplar, pero a ellos no les interesaba nada sino explorarlo (xii).
Lo real y lo ficticio en la exploración de los polos
Desde Nanookof the North (1922), reconocido como el primer documental de la historia —y, como tal, precursor de este formato audiovisual, realizado por Robert J. Flaherty (xiii)—, que llevó al cine la odisea de un cazador inuit, los pioneros de los viajes polares y los exploradores de los polos terráqueos ofrecen una idea de la complejidad que conlleva desplazarse por las zonas gélidas del mundo; en esos remotos territorios cuya visión recuerda a lo que hoy sabemos de otros planetas acecha más la muerte que la aventura. Las expediciones al Polo Norte dan testimonio de estas dificultades: aún se cuestiona si las realizadas al mando del Británico William Parry (1827) y la del norteamericano Robert Peary (1909) se trataron de fraudes; el resto de las expediciones en el siglo XIX fracasaron y las confirmadas en el siglo XX, con dispositivos científicos más modernos, han vivido siempre bajo la sombra de las indemostrables (o fraudulentas) llegadas de Parry and Peary.
Paradójicamente, el más difícil de ambos polos, el sur, tiene fecha, nombre y apellido: Roald Amundsen.
Dos clásicos de las regiones polares: The South Pole: An Account of the Norwegian expedition in the Fram, 1910-1912, del explorador noruego y primer hombre en llegar al Polo Sur, Roald Amundsen, el 14 de diciembre de 1912:
En la mañana del 14 de diciembre el tiempo era de lo mejor, como si estuviera hecho para llegar al Polo.[…] Fuimos en el orden habitual: el guía, Hanssen, Wisting, Bjaaland y el guía de reserva. Al mediodía habíamos alcanzado los 89° grados 53′ por navegación, al ojo […]Los perros habían dejado de oler y parecían haber perdido su interés en las regiones alrededor del eje de la tierra. […] A las tres de la tarde los guías gritaron simultáneamente «¡Alto!». Habían examinado cuidadosamente los medidores de sus trineos, y todos mostraban la distancia total, según los cálculos de distancia al Polo. La meta fue alcanzada, el viaje había terminado […]. Calculábamos ahora que estábamos en el Polo. Por supuesto, cada uno de nosotros sabía que no estábamos de pie en el lugar absoluto; sería imposible con el tiempo y los instrumentos a nuestra disposición determinar ese lugar exacto. Pero estábamos tan cerca de ella que las pocas millas que posiblemente nos separaban de ella no podían tener la menor importancia (xiv).
El The People ofthe Polar North del groenlandés Knud Rasmussen, notable libro en el cual escribe sobre las costumbres y mitos de las diversas civilizaciones inuit desconocidas que encontró a su paso en la larga expedición que llevó a cabo por el Ártico:
La primera vez que un hombre rema en un kayak recién cubierto, su esposa coloca un vaso lleno de agua en el lugar donde se embarca. Esto se hace para darle una buena caza; porque las criaturas del mar siempre tienen sed. […]A las mujeres no se les permite comer carne de oso o carne de morsa durante el tiempo en que el sol está bajo en el cielo. Si comen carne de morsa, la morsa desaparecerá; si comen carne de oso, todos los osos se volverán muy tímidos. […] A las viudas nunca se les permite desplumar pájaros. Un viudo durante su primer año debe, como una viuda, nunca mencionar ningún animal cazado por su nombre. Tampoco puede golpear a sus perros, ni siquiera conducirlos él mismo, sino que debe tener un niño para que actúe como conductor. Las personas que han comido carne humana no pueden comer en el lugar donde se corta la carne de morsa. […] El hombre que ha comido carne humana tiene igualmente prohibido partir los huesos de animales que no sean los de los cadáveres viejos almacenados en los depósitos (xv).
Islas Galápagos: viaje a El origen de las especies
El Charles Darwin’s Beagle Diary (Londres, 1839) y la narración de sus cinco años de navegación (1931-1936) a través de los océanos, costas e islas del mundo a bordo del HMS Beagle. Su relato, lleno de observaciones sobre biología, zoología o botánica, que le dieron gloria y popularidad, es completado con detalles curiosos sobre la forma de vida de la gente conocida a su paso:
Desde hace mucho tiempo este archipiélago [de las Galápagos] es relativamente frecuentado; los primeros en ocuparlo fueron los bucaneros y recientemente los balleneros, pero sólo hace seis años [se refiere a 1829] se ha establecido allí una pequeña colonia. Los habitantes eran unos doscientos o trescientos, casi todos gente de color, que habían sido expulsados de la república del Ecuador (Quito y Guayaquil) por crímenes políticos (xvi).
y el revelador devenir natural del proceso evolutivo:
La historia natural de este archipiélago [de las Galápagos] es extraordinaria: parece ser un pequeño mundo en sí mismo: la mayoría de sus habitantes, plantas como animales, no se encuentran en ninguna otra parte (xvii).
En El origen de las especies menciona asuntos puntuales y específicos de su paso por este archipiélago y otros lugares. Pero el Diario del Beagle es materia prima para el trabajo exhaustivo de biología y geología comparadas plasmado en sus ensayos y libros más especializados. Más allá de lo anecdótico, el Diario es importante porque revela la metodología de trabajo de campo, las formas de recolección de información y fuentes con las que Darwin sustentaba las hipótesis que luego le ayudaron primero a formular y luego a fundamentar sus tesis científicas.
Sumado al diario que, al mismo tiempo, escribió Robert Fitz Roy, capitán del Beagle (en rigor, son libros gemelos, pues tanto Fitz Roy como Darwin compartieron apuntes y fueron, además, publicados el mismo año), dan una idea completa de una de las expediciones que más influyeron en el pensamiento y conocimiento científico de la civilización hasta el día de hoy.
Belzoni, redescubriendo el mundo antiguo
Un diario jugoso en anécdotas es el del italiano Giovanni Battista Belzoni, descubridor de tumbas y antigüedades egipcias, cuya escritura, sin aspiraciones de posteridad literaria pero meticulosa, no deja dudas acerca de las características específicas de sus ambiciones. Aunque para esa época los títulos extensos de los libros fueran algo común, el largo título de su obra (Londres, 1820) lo enuncia todo: Narrative of the Operations and Recent Discoveries within The Pyramids, Temples, Tombs, and Excavations, in Egypt and Nubia; and of a Journey to the Coast of the Red Sea, in Search of the Ancient Berenice; and Another To The Oasis Of Jupiter Ammon: claramente el aviso publicitario de un trotamundos vendedor de antigüedades, en este caso, del saqueo que en siglos anteriores se cometió sobre el patrimonio cultural del antiguo Egipto.
Venezuela como paradigma del Nuevo Mundo
Si Reise in die Aequinoctial-Gegenden des neuen Continents in den Jahren 1799-1800 (Stuttgart-Tubingen, 1815), Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente de Alexander von Humboldt vino a ser una especie de biblia del conocimiento que para el siglo xviii se tenía del nuevo continente (en realidad ya no tan nuevo, puesto que había sido fuertemente intervenido militar y culturalmente en los siglos precedentes), es Ansichtender Natur (Stuttgart-Tubingen en 1849), Cuadros de la naturaleza, probablemente su obra más divulgada y traducida; en ella se conjuga el lenguaje de la Ilustración y el Romanticismo en la cadencia narrativa de cada párrafo. Es de suponer que los lectores de los más cuarenta idiomas en los que fue traducida habrán sentido gran curiosidad por conocer “los valles de Caracas” y la “laguna de Tacarigua”, lugares con los que da inicio al relato de su odisea en el primer párrafo de este, en su tiempo, popular libro:
Al pie de las altas montañas de granito que desafiaron la irrupción de las aguas, al formarse en la época de la juventud de la Tierra el mar de las Antillas, comienza una vasta llanura que se extiende hasta perderse en lontananza. Si después de traspasar los valles de Caracas y el lago Tacarigua, sembrado de numerosas islas, y en el cual se reflejan los plátanos que sombrean sus orillas, se atraviesan las praderas en que brilla el suave y claro verdor de las cañas de azúcar de Tahití, o se deja atrás la densa sombra de los bosquecillos de cacao, tiéndese y reposa la vista hacia el sur sobre estepas que parecen irse levantando por grados y desvanecerse con el horizonte (xviii).
A camello entre aventureros y espías
Cualquier reseña o libro de viajes no puede pasar por alto la figura del espía y explorador catalán que se hizo pasar por un príncipe árabe, Ali-Bey el Abbassi–Domingo Badía, nacido en Barcelona era su nombre real–, cuyas memorias y diarios de viaje publicados en dos tomos, Voyagesd’Ali Bey en Afrique et en Así (París, 1814) fue de lectura obligada para los viajeros de su época que querían adentrarse en el Medio Oriente. Tuvo dos admiradores de talla: Von Humboldt —quien hizo observaciones a la versión alemana de ambos tomos— y Chateaubriand, que relata el encuentro que tuvo con este catalán. Domingo Badía, alias príncipe Ali-Bey el Abbassi, murió, se cree, envenenado en Damasco a manos del espionaje inglés, en medio de la batalla soterrada entre las potencias de la época.
El Medio Oriente, que ha dado páginas notables de aventuras reales o ficticias, de espionaje y viajes célebres, difícilmente puede hacer a un lado a la pionera, exploradora, escritora, arqueóloga, fotógrafa, diplomática, funcionaria y espía británica Gertrude Bell. Su conocimiento de la cultura árabe y su extensa geografía, del juego de intereses de las innumerables tribus del desierto y de la irremisible decadencia del Imperio Otomano quedaron plasmados en la copiosa información que recogió en sus largos viajes por las arenosas planicies árabes y persas. A través de informes políticos y estratégicos y de la abundante correspondencia a familiares y amigos, pueden rastrearse con bastante precisión los avatares que aquejan, desde entonces hasta hoy, a toda esta región. Los estudiosos modernos de ese pasado le atribuyen a ella, y no a Lawrence de Arabia o a John Philby, el conocimiento que luego dio pie para el diseño, la repartición y conformación geográfica y política del actual Medio Oriente. Como sucede a menudo con las mujeres excepcionales, la historia no ha sido muy generosa con Gertrude, desplazando hasta el olvido sus logros notables. Pero si algo le debe la Mesopotamia a esta viajera e intelectual británica es la actual conformación, para bien o para mal, de sus fronteras. También la creación, debido a su empeño, del hoy Museo Nacional de Irak, por mucho tiempo guardián del legado más antiguo de la civilización humana, más tarde —permítase esta indispensable digresión— saqueado por las tropas norteamericanas en la Segunda Guerra del Golfo (xix).
Gertrude, historiadora graduada con honores en la Universidad de Oxford, escribió algunos libros fundamentales de sus viajes por la zona: Amurathto Amurath (London, 1911) (xx); Syria Deserts Own (London, 1907) (xxi), obra considerada por los estudiosos como literatura de viaje de alto nivel; Persian Pictures From the Mountains to the Sea (London 1894) (xxii); y su correspondencia publicada en dos tomos, como The Letters of Gertrude Bell (London, 1927) (xxiii) y reunida en ediciones más modernas como Letters From Baghdad; Persian Pictures (London, 1894) y Hafiz Poems (1897), estas dos obras son las únicas que se publicaron estando ella en vida. Desde Amurath to Amurath provienen estas citas que expresan la agudeza de sus observaciones y de su pensamiento político y estratégico:
Donde el pasado y el presente están tan estrechamente entretejidos, la apreciación habitual de las divisiones del tiempo se desvanece imperceptiblemente.
Pero la reverberación de la fama antigua suena más ricamente en los oídos que la voz de los logros modernos.
Las victorias de la paz son más laboriosas que las de la guerra (xxiv).
La sobrehumana vuelta al globo de Magallanes, Elcano y Pigafetta
Aunque por siglos olvidado, el diario escrito por Antonio Pigafetta, Il primo viaggio intorno al globo (Milán, 1800), Primer viaje en torno del globo, es el relato único de una de las expediciones más asombrosas y temerarias que haya realizado jamás el ser humano. Para comprender la magnitud de tal empresa, esta analogía podría servir de ejemplo: enviar una nave tripulada a dar la vuelta al Sistema Solar y esperar su improbable retorno. Pigafetta detalla con particular sencillez y minuciosidad las contingencias de la primera circunnavegación de la tierra, comenzada por el portugués Fernando de Magallanes (que muere en el camino) en agosto de 1519 y terminada tres años después por el español Sebastián Elcano en septiembre de 1522. Una copia de ese manuscrito (el diario original se considera perdido) fue descubierto en la Biblioteca Ambrosiana de Milán y traducido al italiano de su época por el erudito italiano Carlo Amoretti, quien al mismo tiempo escribe una aproximación crítica sobre el diario; es ese el estudio y la traducción que llegan al público en general mucho tiempo después (xxv). La excepcional copia rescatada por Amoretti permaneció en el olvido durante casi tres siglos (desde 1522 hasta 1800, fecha de su primera publicación en italiano); injusticia poética para Pigafetta, quien en el inicio de su diario expresa:
… para a mi vez contar a otros mi viaje, tanto para entretenerles como para serles útil y lograr al mismo tiempo hacerme un nombre que llegase a la posteridad (xxvi).
En esta primera circunnavegación del globo, Magallanes-Elcano, la historia apenas registra la increíble osadía de un marinero alemán conocido como Maestre Anes (también llamado Juan Alemán de Aquisgrán o Hans de Aquisgrán). Luego de arribar famélico junto a los otros 17 sobrevivientes al mando del Elcano, parte tres años más tarde en otra expedición de la misma naturaleza, y luego repite en 1542, viaje del cual ya no regresa. Fue el primer hombre en dar dos veces la vuelta al mundo y, probablemente, una tercera, como lo asegura el autor austriaco Raoul Schrott en la investigación para su novela Eine Geschichte des Windes oder Von dem deutschen Kanonier der erstmals die Welt umrundete und dann ein zweites und ein drittes Mal (Una historia del viento. Del artillero alemán que dio la vuelta al mundo por primera vez y luego por segunda y tercera vez) (xxvii).
La Colección de los viages y descubrimientos, que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo xv, de Martín Fernández de Navarrete (Madrid, 1837), como su nombre lo indica, ofrece información detallada sobre los viajes españoles de expedición. En el tomo IV dedica más de 500 páginas a la gesta de Magallanes-Elcano; y los tomos I y del II los dedica a Cristóbal Colón. Los tomos III y V relatan expediciones menores. Extractos de la llegada a América en la madrugada del 12 de octubre de 1492:
Jueves 11 de octubre.— […]Los de la carabela Niña también vieron otras señales de tierra y un palillo cargado de escaramojos. Con estas señales respiraron y alegráronse todos. Después del sol puesto, navegó a su primer camino al Oueste: […] Y porque la carabela Pinta era más velera e iba delante del Almirante, halló tierra […]. Esta tierra vido primero un marinero que se decía Rodrigo de Triana; puesto que el Almirante, a las diez de la noche, estando en el castillo de popa, vido lumbre, aunque fue cosa tan cerrada que no quiso afirmar que fuese tierra; […] Después que el Almirante lo dijo, se vido una vez o dos, y era como una candelilla de cera que se alzaba y levantaba, lo cual a pocos pareciera ser indicio de tierra. Pero el Almirante tuvo por cierto estar junto a la tierra. […] rogó y amonestólos [a todos los marineros] el Almirante que hiciesen buena guarda al castillo de proa, y mirasen bien por la tierra, y que al que le dijese primero que vía tierra le daría luego un jubón de seda, sin las otras mercedes que los Reyes habían prometido, que eran diez mil maravedís de juro a quien primero la viese.[…] el día viernes [12 de octubre], que llegaron a una isleta de los Lucayos, que se llamaba en lengua de indios Guanahani. Luego vinieron gente desnuda, […] Puestos en tierra vieron árboles muy verdes y aguas muchas y frutas de diversas maneras. El Almirante llamó a los dos capitanes y a los demás que saltaron en tierra, y a Rodrigo de Escovedo, Escribano de toda el armada, y a Rodrigo Sánchez de Segovia, y dijo que le diesen por fe y testimonio como él por ante todos tomaba, como de hecho tomó, posesión de la dicha isla.. (xxviii).
Otras historias menos conocidas en la actualidad (cuyos escritos sólo pueden encontrarse en documentos históricos, informes políticos o científicos, cartas, decretos, etc.) pero igual de valiosas de personajes que partieron en misiones diplomáticas o de espionaje dejando para la historia una cantidad de información sobre geografías, costumbres y curiosidades diversas; he aquí algunos de ellos: el italiano Juan de Piano Carpini–discípulo de San Francisco de Asís, enviado al desierto de Gobi por el papa Gregorio IX para entrevistarse con el Khan mongol. En su viaje de dos años por la Ruta de la Seda aportó valiosa información desconocida en la Europa de entonces sobre geografía, antropología, costumbres, cartografía, etc. Otro caminante, imposible de omitir es el doctor de la Iglesia Tomás de Aquino, que en su periplo de enseñanza teológica hizo más de quince mil kilómetros a pie por Europa, según la contabilidad hecha de sus desplazamientos, sin contar sus viajes en bote (xxix).
La lista de exploradores, diarios, cartas y libros desbordarían cualquier biblioteca: Zheng He (chino); Leif Eirikson (islandés, hijo del mencionado Eirik el Rojo); Marco Polo (veneciano); Jacques Cartier (francés); James Cook (inglés) entre otros. Historias de odiseas y periplos narrados sobre tiempos en los que el viaje tenía razones distintas a las vacaciones o el placer.
Descubrimiento, exploración, conquista, aprendizaje, adaptación, colonización, población eran las premisas posteriores al invento de las distintas formas de transporte. La duración de los viajes de tiempos antiguos era de lapsos impredecibles; una vida entera, en ocasiones. Eran odiseas generacionales, trayectos que comenzaban padres y terminaban hijos o nietos, o acaso ninguno de la misma estirpe, pues sus huesos quedaban sepultados en algún paraje de las indómitas geografías del mundo antiguo. En ciertas circunstancias, la aventura del ser humano, como en el relato bíblico de Moisés y la Tierra prometida, nunca llegaría a concretarse. Y muy atrás en la prehistoria, esos viajes, ahora tan sencillos de realizar en transporte aéreo, los comenzaba una civilización y los terminaba milenios después otra un poco más temeraria, más evolucionada, con mejores herramientas para desplazarse y superar los obstáculos de la topografía y las inclemencias del clima. En otros casos, el viaje desde un punto A hasta otro B se relacionaba con un trayecto allende lo físico: los intentos por modificar las leyes inconmovibles de la realidad biológica con conceptos como nirvana, paraíso, viaje astral, Valhala, cielo, samādhi y otras variantes ligadas a la metafísica, la magia o la religión, tratan del esperanzador deseo por prolongar la travesía; en otras palabras, estirar el tiempo a través del espacio, aunque este fuera sólo inmaterial, místico o mitológico.
Al fin y al cabo, de eso trata el viaje: alcanzar un/el más allá.
Notas
i
En los siglos XVII, XVII y XIX, incluso en el XX, el dibujo y la acuarela era materias de importancia en la enseñanza formal (universidades, centros de estudio, etc.) como informal de la educación. En la educación informal (en el hogar, sobre todo para las mujeres de las clases medias y altas), se consideraba buena institutriz (governess, en inglés) aquellas que reunían en una misma persona la enseñanza de música, dibujo y acuarela, además de todas las materias de importancia, incluido latín, griego, italiano, francés, inglés y, en algunos casos, alemán. Los exploradores, biólogos, ornitólogos, zoólogos, geógrafos y otras profesiones que requerían, además de descripciones, ilustraciones de lo que hablaban, por lo general eran también muy buenos dibujantes; pero en caso de que así no fuera, algunos de ellos en sus trabajo de campo empleaban dibujantes profesionales. Dos casos paradigmáticos en este sentido lo representan Alexander von Humboldt y Aimé Bondplan que, a la vez que grandes científicos, eran grandes ilustradores.
ii
El Yeti, o pie grande, sirenas, el unicornio, centauro, cíclopes, los hombres de ojo en el pecho, minotauro, etc.
iii
Karl May, Novelas de viaje reunidas.
iv
Die imöstlichenTeilevon Sonora sicherhebendenBergeenthaltenreicheLagerstättenvonedlenMetallen, KupferundBlei, undfastalleWasserläufeführenWaschgoldmitsich; aber die Ausbeutewardamalsnureinegeringe, weil die Reviere von den Indianernunsichergemachtwurdenundmansichnur in starkerGesellschafthinaufanOrtundStellegetraute. Woabereine so zahlreicheBelegschafthernehmen? Der Mexikaneristallesandere, nurkeinArbeiter; demIndianerfällt es nichtein, gegenTagelohn die Schätzeauszugraben, welcheernochheutigenTagesfürseinrechtmäßigesEigentumhält; chinesischeKuliskönntemangenugbekommen, dochmagmansienicht, dennwer diese unsauberenGeisterbeschwört, derwirdsienichtwieder los – – aber die Gambusinos, die Prospektors, wirdmansagen; das sinddoch die eigentlichenGoldsucherundMinenarbeiter; warumengagiertman diese nicht? Sehreinfachdarum, weildamalskeinezuhabenwaren; siewarenallehinübernach Arizona, wo das Gold in hellenHaufenliegensollte. Darumwaren die Reviere von Sonora verödet, geradewienochheute, wonichtnurderBergbau, sondernauch die Viehzucht des Landes unterderFurchtvor den wildenIndianerndarniederliegt.
El título original de este relatro de May es Die Felsenburg. SatanundIschariot (Fortaleza de la Roca. Satanás e Iscariote)
v
Diario de a bordo de Cristóbal Colón está llenos de referencias de esta naturaleza. Ver: Cristóbal Colón, Diario de a bordo, Taurus Historia, Edición de Christian Duverger. Ediciones Taurus (Barcelona 2016)
vi
Aunque la narrativa ha soliviantado culpar del mal a los fenotipos no caucásicos, no ha sido el caso de la estratificación social en el discurso fílmico: se ha instalado en el discurso cultural la idea de que las capas sociales más bajas son, estadísticamente, las culpables de la mayoría de los crímenes. Desde luego, de las fechorías en menudeo puede que las estadísticas no fallen, pero en cuanto a delitos de “calidad” (en el sentido de sofisticación y, por ende, a gran escala), es claro que la minoría ilustrada y gerencial tiene, proporcionalmente, más responsabilidad social y la macroeconomía.
vii
2001, Una odisea Espacial, Arthur C. Clarke, Biblioteca Básica salvat, Salvat Editores (Madrid, 1970), p. 75
viii
En la película de Stanley Kubrick, la nave espacial Discovery 1 se dirige al planeta Júpiter, pero en el libro de Clark, que fue escrito posteriormente, se dirige a Saturno. Clark escribió primero el guion de la película junto a Kubrick y luego la novela.
Film: 2001: a Space Odyssey, Stanley Kubrick, England (1968).
Libro: Arthur C.Clarke, 2001: A Space Odyssey. The New American Library, New York (1968)
ix
HAL, Heuristically Programmed Algorithmic Computer (Computador algorítmico programado heurísticamente). Se ha convertido en leyenda el significado de HAL. Según cuenta una versión, Arthur C. Clarke y Stanley Kubricky pidieron permiso a la IBM para usarla como la computadora de la nave Discovery. Pero la IBM se negó por la mala propaganda que podría traer a la empresa el hecho de que la Inteligencia Artificial, HAL, enloquecía y cometía graves errores, con el agravante de perdidas de vidas. Así que, según esta versión, lo que hizo Kubrick fue tomar las letras que antedecedían a la marca IBM, originando HAL. Arthur C. Clarke, lo niega, y afirma que HAL proviene del término Heuristic Algorithmic.
x
En la película de Stanley Kubrick, la nave espacial Discovery 1 se dirige al planeta Júpiter, pero en el libro de Clark, que fue escrito posteriormente, se dirige a Saturno. Clark escribió primero el guion de la película junto a Kubrick y luego la novela.
Film: 2001: a Space Odyssey, Stanley Kubrick, England (1968).
Libro: Arthur C.Clarke, 2001: A Space Odyssey. The New American Library, New York (1968)
xi
2001, Una odisea Espacial, Arthur C. Clarke, Biblioteca Básica salvat, Salvat Editores (Madrid, 1970), p. 128
En este link, puede verse la desco:nexión de HAL 9000, luego de su motín:
https://www.youtube.com/watch?v=c8N72t7aScY
xii
Saga de Eirik el Rojo, anónimo. Versión electrónica pp. 40-41. Versión al español desde el inglés de Antón y Pedro Casariego Córdoba. El texto citado es una síntesis de las dos páginas que narran el hecho.
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Existe una discusión sobre si Nanookof the North es o no el primer documental de la historia. Algunos expertos han decidido llamarlo “documental dramatizado” (lo que sea que esto signifique), porque su director se tomó ciertas libertades, haciendo recreaciones para dar coherencia a su historia sobre un cazador inuit. Algunas de sus recreaciones, en mi opinión –y luego de pasar varios inviernos conviviendo con los inuit del Ártico groenlandés– no desvirtúan los aspectos culturales de la etnia inuit que él se propuso filmar; en este sentido, lo considero un documental de pleno derecho y de talla antropológica.
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The South Pole: An Account of the Norwegian Antarctic Expedition in the «Fram», 1910 – 1912, Roald Amundsen. Project Gutenberg Literary Archive Foundation, Vo. II p. 64. Citas traducidas al espanol de la versión inglesa hecha por A. G. Chater desde el noruego.
On the morning of December 14 the weather was of the finest, just as if it had been made for arriving at the Pole. […] We went in the usual order — the forerunner, Hanssen, Wisting, Bjaaland, and the reserve forerunner. Bynoon we had reached 89 [degree] 53′ by dead reckoning […] The dogs had dropped their scenting, and appeared to have lost their interest in the region saboutthe earth’s axis. […] At three in the afternoon a simultaneous «Halt!» rangout from the drivers. They had carefully examined theirsledge-meters, and they all showed the full distance – our Pole by reckoning. The goalwas reached, the journey ended. […] We reckoned now that we were at the Pole. Of Course, everyone of us knew that we were not standing on the absolute spot; it would be an impossibility with the time and the instruments at our disposal to as certain that exact spot. But we were so near it that the few miles which possibly separated us from it could not be of the slightest importance.
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Intellectual Culture of the Iglulik Eskimos (Report of the Fifth Thule Expedition 1921—1924 / The Danish Expedition To Arctic North America In Charge Of Knud Rasmussen, ph. d. Vol. VII. No. 1), Knud Rasmussen. Gyldendalske Boghandel, Nordisk Forlag (Copenhagen 1929), pp 195-196.
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“September 23rd. Thisarchipelago has long been frequented, first by the Bucaniers, and latterly by whalers, but it isonly with in the last six years, that a small colony has been established here. The inhabitants are between two and three hundred in number: they are nearly all people of colour, who have been banished for political crimes from the Republic of the Equator”.
Voyages of the Adventure and Beagle. Journal and Remarks, Vol. III. Charles Darwin. Henry Colburn, Great Marlborough Street, London. (1839), page 456.
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“15th September, 1835. The natural history of this archipelago is very remarkable: it seems to be a little world with in it self: the greater number of its inhabitants, both vegetable and animal, being found now here else”.
Voyages of the Adventure and Beagle. Journal and Remarks, Vol. III. Charles Darwin. Henry Colburn, Great Marlborough Street, London. (1839), p. 454-455.
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Esta primera traducción al español de Ansichtender Natur, de Von Humboldt hecha por Bernardo Giner, en 1876, sigue siendo, con una que otra revisión, la que mejor guarda el espíritu de la escritura de la época, no obstante haber sido hecha desde el francés y no del alemán original. El traductor se toma libertades que en las escuelas de traducción contemporáneas estarían muy mal vistas: añade adjetivos y verbos que no aparecen en el original y uno que otro juego sintáctico que no añade nada a la traducción desde el texto original en alemán. Pero una traducción más moderna y exacta probablemente eliminaría ese tono de época que el traductor español, contemporáneo de Von Humboldt, supo darle.
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Sobre este tema, no viene de más mencionar el libro del escritor e investigador venezolano sobre el saqueo al patrimonio arquelógico de Irak: La Destrucción cultural de Irak. Un testimonio de posguerra, Fernando Baez, Alfadil, Caracas (2004)
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Amurath to Amurath, Gertrude Bell, MacMillan and Co., London (1911).
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Syria Deserts Own, Gertrude Bell, William Heinemann, London (1907).
xxii
Persian Pictures From the Mountains to the Sea, Gertrude Bell, Ernest Benn Limited, London (1894).
xxiii
The Letters of Gertrude Bell, Ernest Benn Limited, London (1927).
xxiv
Where past and present are woven so closely together, the habitual appreciation of the divisions of time slips insensibly away.
But there verberation of ancient fame sounds more richly in the ears than the voice of modern achievement.
The victories of peace are more laborious than those of war.
Citas obtenidas del Prefacio de Amurathto Amurath, Gertrude Bell, MacMillan and Co., London (1911). pp. vii y viii, Preface. (Traducción al español: EM)
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Los estudios y análisis posteriores niegan a Carlo Amoretti la infalibilidad de su traducción de 1800. Las diferentes traducciones del diario de Pigafetta se originan en la versión francesa (incluida la primera versión al español de Federico Ruiz Morcuende en 1822). Hoy hay otras traducciones que, bajo la nueva lupa de las nuevas metodologías de investigación del siglo XX, proveen de mayores certezas filológicas, geográficas y científicas. No obstante lo mencionado, el trabajo de Amoretti es excepcional en muchos sentidos; el primero de ellos fue su descubrimiento en la Biblioteca Ambrosiana y la posterior divulgación de ese documento de notable valor para la historia de la civilización.
xxvi
Primer viaje en torno del globo. Antonio Pigafetta Edición IV Centenario. p. 36. Calpe, Madrid, 922. Traducción al español de Federico Ruiz Morcuende. Esta traducción se hizo probablemente a partir de una de las copias francesas del relato de Pigafetta (traducidas por él autor mismo, según dijo), porque en la versión italiana (en realidad Pigafetta lo escribió en italiano mezclado con dialecto veneciano y también español) dice algo similar pero no se parece, en algunos casos, a la traducción de Ruiz Morcuende.
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EineGeschichte des Windes. VondemdeutschenKanonierdererstmals die Weltumrundeteunddanneinzweitesunddrittes Mal, Raoul Schrott, Carl HanserVerlag (Múnich 2019)
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Colección de los viages y descubrimientos (Viajes de Colón: Almirantazgo de Cstilla), Tomo I, Segunda edición, Martín.Fernández de Navarrete (Madrid, 1853). pp. 171, 172 (extractos)
xxix
“Más bien son sus viajes, y sobre todo las largas caminatas que realizaba para llegar a los lugares en los que tenía que desempeñar alguna obligación, los que claman a favor de esta robustez. Si tenemos en cuenta que tuvo que ir a pie de Nápoles a París, después a Colonia y luego volver; más tarde de París a Roma y regresar, y de nuevo de París a Nápoles, añadiendo los distintos desplazamientos efectuados para reunirse en los Capítulos Provinciales, se ha calculado que fueron cerca de 15.000 kilómetros los que tuvo que hacer.” Iniciación a Tomás de Aquino: su persona y su obra. Jean-Pierre Torrel, p. 300.
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