José Rafael Lovera | Gabilovera

Por ROBERTO LOVERA DE-SOLA

La muerte —20 de octubre de 2021— de José Rafael Lovera, a los 81 años, priva a la intelectualidad venezolana de una figura que cumplió una obra principal como abogado bancario de larga acción y experiencia. Sus estudios de historia en la Universidad Central de Venezuela lo acercaron al cultivo de esta ciencia. Se contó entre los destacados alumnos de Germán Carrera Damas, ya con sus 90  años, siempre activo.

Deja entre sus legados el Centro de Estudios Gastronómicos —CEGA— y su magnífica biblioteca que llena una casa con muchos libros para estudiar nuestro pasado. Pero, especialmente, es la más importante biblioteca gastronómica que se haya logrado reunir en Venezuela. Esta, sin duda, quedará en el Centro de Estudios Gastronómicos. A su biblioteca histórica, sus dos hijas, aunque viven en Europa, deberán tomar la decisión del lugar donde aquella deberá permanecer.

Estuvo casado con la destacada figura de nuestro mundo académico Maritza Montero, desgraciadamente muy enferma en estos días, interna en una institución madrileña, que se ocupa de aquellos que sufren su dolencia. Pero fueron ambos una bella pareja a quienes el amor y la acción intelectual los unió. Entre los libros de Maritza Montero siempre destacaremos por su especial sentido su Ideología, alienación e identidad nacional. Una aproximación psicosocial al ser venezolano (Caracas, UCV,1984), obra fundamental para el estudio de nuestra identidad nacional.

Tras cursar estudios universitarios en Derecho, José Rafael Lovera cursó la carrera de Historia. Y terminada esta buscó, para el ejercicio de la historia, sin dejar nunca el Banco Venezolano de Crédito, del cual fue consultor jurídico hasta su deceso. Allí conversamos largamente por última vez hace varios meses en su sede de San Bernardino.

Pero cuando indagó en los temas que trataría como historiador eligió asuntos que pocos estudiosos han tocado. De allí sus investigaciones Antonio de Berrio, la obsesión por  el Dorado (Caracas: Petróleos de Venezuela, 1991), la cual incluye, además de su certero estudio, una amplísima selección de documentos sobre el tema, algunos hallados en sus investigaciones en bibliotecas europeas, como en las de Inglaterra.

Otra obra también fundamental es su edición del Viaje y descripción de las Indias, 1539-1553 del viajero italiano Galeotto Cey [1513-1579], importante para la comprensión de nuestro país en el siglo XVI, nuestro primer siglo de vida, tras el momento del descubrimiento en el siglo XV, cuando  se fundaron nuestras principales ciudades. De este libro siempre nos llamó la atención la parte en que Cey trata el asesinato del gobernador Felipe Hutten [1511-1546], aunque no lo menciona, solamente a su compañero en aquella tragedia. Escribió Cey: “Bartolomé Welser y los otros”, cuyos restos rescató del lugar del terrible ajusticiamiento, hecho con un machete mellado, y lo trasladó a Coro en cuya Catedral están enterrados. Algún autor ha considerado, con todo sentido que aquella muerte fue el primer golpe de Estado llevado a cabo en Venezuela, ya que su autor, el fundador de El Tocuyo, Juan de Carvajal, lo que deseaba era sacar del poder al desventurado Hutten. A poco Carvajal pagó con su vida aquel asesinato. Un novelista nuestro, José Sánchez Lecuna [1948], utilizó el testimonio de Cey como fundamento de la narración que hace en su libro, El viaje inefable [2006], de la región en donde sucede su narración.

A la investigación de Lovera la antecedió la larga pesquisa, de la que fuimos testigos, y a veces documentalista, hecha por Francisco Herrera Luque [1927-1991], como fundamento para su celebrada novela La luna de Fausto [1983] en la que logró establecer el sitio en donde fue asesinado aquel capitán general alemán, uno de los Welser, los Belzares de nuestra tradición. En ambos libros preparados por Lovera podemos ver el valor silencioso, casi con olor a santidad, como dijo Alfonso Reyes [1889-1959] que constituye la labor de los documentalistas y bibliógrafos que nada piden y todo lo dan.

Otros libros suyos propiamente históricos son su cuidadosa indagación Vida de hacienda en Venezuela [Caracas: Fundación Bigott, 2009], que consideramos una especie de elegía a nuestro mundo campesino. Recuérdese que las elegías sólo se escriben en recuerdo de los muertos.

De mucho interés son también sus Estudios de varia historia [Caracas: Academia Nacional de la Historia, 2002], colección de monografías en que aparecen los temas focales de su hacer: la historia de la ciencia y en la historia de la alimentación que enseñó como profesor de la Escuela de Historia de la UCV. Entre los estudios de ciencia resalta para nuestro gusto el preciso estudio hecho sobre la Comisión Corográfica de Agustín Codazzi [1793z-1859] de donde surgió la primera geografía [1841] que tuvo nuestro país. Este volumen se cierra con una importante meditación ‘sobre la historia y la conciencia nacional’. Fueron aquellos estudios de necesaria lectura, diríamos que obligatoria en estas horas trágicas que vive la república.

El interés que José Rafael Lovera tuvo por la alimentación de los venezolanos fue esencial en sus trabajos históricos y gastronómicos. Estos le dieron gran prestigio, tanto que a mucha gente le llamaba la atención que fuera además consultor jurídico de un banco. Por ellos fue considerado principalmente un gastrónomo. Fueron aquellas indagaciones las propias de la Bromatología, la ciencia de los alimentos. Estos lo llevaron a la elaboración de varios libros, producto de largas investigaciones y de muchas horas frente al fogón para comprobar el sentido de las recetas recibidas, las cuales le llegaron de muy antaño. Entre estos volúmenes resalta su obra mayor: Historia de la alimentación en Venezuela [Prólogo: Germán Carrera Damas. Caracas: Monte Ávila Editores, 1988] que, entre muchas cosas y muchos aprendizajes que se pueden obtener en esta obra, es uno de los libros principales para el aprendizaje de la venezolanidad porque también preparar las comidas y comerlas es un acto humano y los libros que los tratan obras humanísticas. No hay que olvidar, y que se nos perdone la reiteración, que Carrera Damas, otro de nuestros grandes gastrónomos es autor del Elogio de la gula. Glosas sobre apetitos y satisfacciones [Prólogo: José Rafael Lovera. Caracas: Alfa, 2014]; se puede leer sobre este libro de Lovera a Francisco Rivera [1933-2020] en La búsqueda sin fin. Caracas: Monte Ávila Editores, 1993.

Con los temas del yantar tiene que ver también su estudio Manuel Guevara Vasconcelos o la política del convite [Caracas: Academia Nacional de la Historia, 1998] sobre el uso que aquel capitán general hizo en sus reuniones caraqueñas con abundantes comidas y bebidas como modo de tratar y resolver los problema políticos de la Provincia de Caracas usando para ello los convites que examina el historiador. El abuso de la comida y de la bebida hicieron a Manuel Guevara Vasconcelos [1740-1807] perder la vida. Quedó entre los libros inéditos de Lovera su estudio sobre el tiempo y gobierno de Guevara y Vasconcelos que la Academia Nacional de la Historia debería editar, pues se encontró Lovera entre los mejores conocedores de las actividades de este gobernador y capitán general.

Otros estudios gastronómicos de Lovera que se deben mencionar son su Gastronomía caribeña [Caracas: CEGA, 1991], en el cual observa, además de los elementos históricos pertinentes, lo que fueron las recetas culinarias de Guatemala, Cuba, Puerto Rico, Venezuela y Trinidad. Este libro es una importante contribución al sitio socio histórico de los pueblos caribeños, entre los cuales Venezuela es la nación de más amplia costa tiene sobre este mar, el mar de la libertad, pues desde él nos vinieron las expediciones libertarias del Libertador el año 1816.

Cerramos con el sabroso cronicario de temas de su afecto, las Gastronaúticas [2ª.ed.aum.Caracas: Fundación Bigott, 2006] en donde hemos hallado numerosas noticias y notas llenas de alegría al tratar los asuntos de la cocina y de la mesa. Especial atención hemos prestado a las crónicas donde describe aquello que comían el precursor Francisco de Miranda [1750-1816] y el libertador Simón Bolívar [1783-1830]; los estudios sobre estos asuntos del doctor Luis  Razetti [1862-1932] o a Héctor Constanti Gorrin, a quien denomina ‘el decano de los cocineros venezolanos’. O sobre aquellas figuras universales que además de hacer aquello por lo que han trascendido era constantes personas cercanas siempre al arte de preparar sabrosos platos. Tal Nostradamus, Leonardo da Vinci, sor Juana Inés de la Cruz, monja, poeta y  cocinera. Este y otros muchos asuntos de la gastronomía fueron tratados con curiosidad y buen humor aquí por José Rafael Lovera. Tanto que tomo el tomo de sus Gastronaúticas constituye una introducción a la gastronomía, dados que todos sus temas son tratados aquí en estos textos que se deben llamar ensayos, muchos de ellos aparecidos en las columnas de El Nacional caraqueño, periódico que hoy se edita virtualmente desde el exilio.

Debemos decir para cerrar que muy útil para el conocimiento de Venezuela es la obra histórica concebida por José Rafael Lovera, quien nos deja un gran legado creador. Muchas falta nos van a hacer desde ahora los paliques que constantemente teníamos con él, por su bonhomía de caraqueño viejo. Mucho más sentiremos su ausencia los miembros de su familia, sus primos Lovera De-Sola, entre los que nos contamos, ya que entre nosotros se renovó el cálido afecto que unió a nuestros amados papás, José y Roberto, que más que primos hermanos parecían hermanos. José Rafael Lovera fue, además de destacado hombre de leyes, persona que siempre brindó su afecto y consejos a quienes lo necesitaron. Que esto llegue a sus dos amadas hijas en París y Madrid, y desde luego a la admirada Maritza, su esposa.


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