La impresionante victoria de Trump en las elecciones presidenciales de los Estados Unidos el pasado martes 5 de noviembre presagia cambios significativos de la política norteamericana, con repercusiones globales. El triunfo del Partido Republicano, que ahora controlará el Senado, y probablemente también la Cámara de Representantes, refuerza la posibilidad de cambios en la política de este país.
En lo que respecta a Venezuela, el primer gobierno de Trump aplicó sanciones personales y económicas al régimen de Maduro, al no aceptarlo como presidente por la manipulación fraudulenta de las elecciones de 2018. A su vez, los Estados Unidos y más de cincuenta naciones democráticas reconocieron a Juan Guaidó como presidente interino designado por la Asamblea Nacional de 2015 ante la ausencia de un presidente debidamente electo, siguiendo el orden constitucional. Trump mismo declaró que mantenía todas las opciones abiertas para apoyar al gobierno interino, lo que llevó a muchos a especular sobre una posible acción armada para derrocar al régimen usurpador en Venezuela. El resultado de esta situación de doble poder, después de muchas volteretas, terminó con el presidente interino destituido en enero de 2023 por la propia Asamblea Nacional en exilio, y la permanencia de Maduro y el régimen. Un par de años antes Biden fue elegido presidente y abrió un nuevo capítulo en la política de los Estados Unidos con Venezuela.
El gobierno de Biden decidió mantener las sanciones, pero buscó negociar con Maduro un acuerdo que facilitara nuevas elecciones presidenciales en Venezuela. La larga serie de encuentros que terminaron en el acuerdo de Barbados de 2023 es el resultado más notable del actual gobierno norteamericano en lo que respecta a Venezuela. Para lograrlo, la administración relajó la aplicación de sanciones económicas, liberó a los narcosobrinos y a un confidente y socio de negocios de Maduro y su esposa, a cambio de algunos rehenes americanos y venezolanos encarcelados por el régimen. Entre tanto, en paralelo, la oposición se encaminó contra viento y marea a unas elecciones primarias con una participación masiva, donde María Corina Machado resultó electa como candidata presidencial y líder del movimiento democrático con más de 92% de los votos. El acuerdo de Barbados fue desconocido por Maduro y de inmediato empezó a obstaculizar las elecciones presidenciales con todo tipo de trampas e ilegalidades, entre las cuales la más notoria fue impedir que María Corina misma pudiese presentarse como candidata presidencial. A pesar de todos los obstáculos la oposición liderada por María Corina logró la elección de Edmundo González Urrutia por un margen de 67% a 30%. Si las elecciones hubieran sido realmente justas y limpias, y hubiéramos podido votar los 5 millones de venezolanos a los que no se nos permitió, el voto por María Corina y Edmundo hubiera llegado a 90%. La oposición no solo ganó las elecciones, también pudo demostrar el triunfo con actas en la mano, convirtiendo a Edmundo González Urrutia en el Presidente electo de Venezuela. La reacción de Maduro fue simplemente mentir, declararse ganador a través de las caricaturas de instituciones que están totalmente sometidas al régimen, y desatar la ola represiva más violenta conocida en Venezuela. El país y el mundo democrático han rechazado y condenado el golpe de Estado contra la voluntad popular que pretende Maduro y su régimen.
Estas son las circunstancias en el momento de la elección del presidente Trump. El cambio de gobierno en Venezuela se debe dar el 10 de enero de 2025 si nos atenemos a lo previsto por la Constitución. La Administración Biden sigue hasta el 20 de enero de 2025, cuando entregará a Trump. Pero no hay duda de que, ya electo un nuevo presidente de Estados Unidos, lo que haga el gobierno de Biden puede ser influido por el nuevo gobierno in waiting.
Debe quedar claro que el problema de Venezuela lo vamos a resolver los venezolanos. Es nuestra responsabilidad, y para esto contamos con la fuerza de toda una nación hastiada de la irresponsabilidad, ineptitud y carácter criminal del régimen. Pero igual que la independencia de Venezuela y de buena parte de América del Sur fue apoyada por una alianza con Inglaterra, y la independencia de los Estados Unidos fue apoyada por Francia; así Venezuela aspira al apoyo de los Estados Unidos y de los países democráticos de la región y del mundo para salir de este régimen de mafiosos.
¿Qué se puede esperar de la administración Biden y del presidente electo Trump en las semanas que quedan hasta el 10 de enero? Ya zanjado el resultado electoral el martes pasado, ambos tienen mayor libertad para definir junto con el movimiento democrático, liderado por María Corina, un curso de acción que ponga contra las cuerdas de manera definitiva al régimen. El 10 de enero es la fecha de caducidad de Maduro. No hay que esperar ninguna invasión militar de parte de nadie. La manera en que este régimen va a salir depende de la voluntad de los venezolanos y del apoyo de nuestros aliados internacionales. Y ese cambio vendrá por el hecho de que tenemos un presidente electo y una líder del país con toda la legitimidad que solo el pueblo puede conceder. El apoyo internacional vendrá por la confluencia de intereses nacionales de nuestros aliados con los que tenemos como nación. Estamos decididos a reinstaurar la democracia y hacer de Venezuela un país próspero claramente alineado con las naciones libres del hemisferio y del planeta. Vamos a liberar al país de aquellos intereses foráneos contrarios a la democracia y a la economía de mercado. Vamos a convertir a Venezuela nuevamente en una potencia energética confiable para el mundo. Y, sobre todo, los venezolanos vamos a recuperar la dignidad que ha pretendido robar un grupúsculo de malandros que ya no tienen otra oportunidad. No han querido negociar una transición ordenada y pacífica. Ahora les toca irse.
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