Estados Unidos de América es la democracia más longeva y la primera potencia mundial, edificada sobre la base de una ética protestante que forjó el trabajo duro, firme y honesto de sus ciudadanos. La prioridad ha sido la defensa de la democracia y de los derechos humanos y no el dinero. En los tiempos difíciles que corren se cayó en la distorsión de la preferencia por el dinero y el poder en sí mismo, como lo vimos con la administración de Joe Biden en su negociación con la dictadura venezolana.
Estas desgraciadas formas de proceder apuntalaron al ecosistema criminal que lleva encima la horrorosa verruga de 2.500 presos políticos, desapariciones forzadas y torturas. Y no digamos del monumental fraude electoral que violentó la voluntad popular. El régimen se mueve por la corrupción sobre los principios.
Llegó la administración Trump revelando su conciencia de lo que representa el régimen forajido en la destrucción total de un país que hace 26 años era admirado y favorecido por los migrantes. También tiene claro la amenaza que representa para la seguridad nacional de Norteamérica un enclave que favorece al terrorismo de Estado, alimentador del Tren de Aragua, aunado con la incursión perniciosa del tráfico de drogas que al final del día envilece y mata a su juventud.
Como dijimos son 250 años, invictos, de democracia ininterrumpida, en la que ha privado el respeto a las tradiciones, al debate de ideas, a las formas y contenidos ajustados a la Constitución establecida por los padres fundadores. La grandeza espiritual por encima de los rencores. Abrazar la causa republicana es el diario homenaje a la democracia, su apego a la justicia y al equilibrio entre los poderes y el individuo.
Cuando se va a realizar un análisis uno despeja la realidad; cae en cuenta de que esta no es justa ni injusta, no se mueve por criterios éticos, sino es la pura realidad. Se impone por la fuerza de los hechos. Tenemos que reconocer la realidad, padecerla y alejarnos de la fantasía, y luego juzgar la situación y acometer un plan estratégico.
Hoy estamos mejor que el interinato, que acabó manipulado y desprestigiado por el G4. Todos ellos deben irse para las duchas.
En las primarias quedó ampliamente reprobado y sustituido el elenco del fracaso.
Contamos con una líder sólida: María Corina Machado. Hemos dado la lucha y logrado objetivos importantes, pero no suficientes. Corresponde ahora rehacer la jugada, rectificar el curso estratégico y volver a pensar el juego y jamás renunciar al magisterio de la verdad. Seguir adelante, sin que se nos quiebren las convicciones.
Insistimos en recuperar la dirección y la estrategia, y dejar de lado a la “opolaboración” funcional que brinda estabilidad, es complaciente y asegura buenos resultados al régimen y pésimos resultados a los ciudadanos. Cae en agendas legitimadoras , simulan ser opositores para hacer negocios sucios. Ellos no van a dejar de ser lo que han sido.
La unión no es con cualquier clase de personas. El objetivo es llegar al poder y generar un país distinto. La pelea pasó de ser emocional a de “alta política”.
El régimen oprobioso va de salida y la lucha por la libertad es hasta el final.
Libertad plena para Javier Tarazona, los policías metropolitanos, los comandos de Vente, Rocío San Miguel, Dignora Hernández, Henry Alviarez, Carlos Julio Rojas, los menores de edad presos, y los hermanos Guevara! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!
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