Por aquí pasó un esclavo
encadenado a las altas ilusiones
de una imposible condición
de inútil liberto
Por estos caminos mil veces
trajinados pasó un meteco
insomne que oteaba en la vigilia
las últimas fronteras del orbe
melancólico
Por estas rutas desconocidas
paso un extranjero, un transterrado,
un apátrida despellejado sin nombre
un sin papeles
un carente de identidad
un triste
un cabizbajo aventado
a las regiones
equinocciales de las melancolías
incesantes
Por aquí pasó un prófugo de las
de las lepras
incurables
de las llagas supurantes
Quienes lo vieron por primera
y última vez
por única vez (eso dicen)
tenía boca y no hablaba
ojos y no veía
oídos y no oía
ni acataba las órdenes
altisonantes de los poderes
intemperantes  del hombre arrogante
Por aquí pasó un peregrino triste
cabizbajo que extraía de sus raídos
bolsillos un trozo de tizón con que
trazaba en los muros
de la ciudad  consignas
extrañas que nadie leía y pocos
menos entendían
Por aquí pasó un Clochard
tocando una rara melodía de
acordes desconocidos en una
flauta rota encontrada en
medio del camino
Conforme iba perdiéndose
en  la espesa bruma
de los días y noches del
calendario
quienes sobrevivieron a la pesadilla del esclavo
confesaron haber tenido noticias
lejanas del paso del hombre
de su larga  extranjía.