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La ciudad que percibimos

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Para Jano, in memoriam

Un centón es una composición literaria hecha a partir de diversos textos provenientes de diferentes autores y fuentes; una pieza literaria hecha con fragmentos. Pero ese concepto es de dominio público, todo el mundo lo sabe, aunque mucha gente hasta lo practica sin saberlo. El que aquí presentamos ha sido creado a partir de los escritos hechos por quienes habitan la residencia principal de la Corporación Nuestra Casa durante las sesiones compartidas en el Taller de Teatro y Poesía que hemos empezado a desarrollar acá en la ciudad de Santiago.*

La Corporación Nuestra Casa es una organización no gubernamental fundada hace 25 años en Santiago de Chile “donde se trabaja para superar la exclusión social que produce la situación de calle”. Nuestra Casa se define como “una instancia de encuentro de las personas en situación de calle, los voluntarios y la sociedad en general, con el fin de lograr la integración social y así, juntos, ir del prejuicio a la confianza”. Forman parte de todo un ecosistema social, de un grupo de ONG dedicadas al mismo fin y quieren lograr que “en Chile la situación de calle sea cero. Porque una sociedad que aspira al desarrollo debe terminar con la situación de calle”.

Desde hace un tiempo, cuando coincidíamos en algún evento vecinal o al cruzar saludos en la calle con la gente de Nuestra Casa, veníamos conversando sobre la posibilidad de desarrollar un Taller de Teatro y Poesía con quienes habitan su residencia principal. El momento llegó en diciembre pasado cuando comenzamos nuestras labores conjuntas teniendo al juego como herramienta pedagógica, al teatro y a la poesía como tableros. De ese intercambio fecundo surgió este centón que deseamos sea como la ciudad en su forma y su contenido, que estas palabras sean materia prima para lo que será nuestro primer montaje teatral al momento de celebrar en agosto el 25º aniversario de la Corporación Nuestra Casa. Entonces se nos informó que entre el 20 y el 22 de enero pasados habría acá en Santiago la II Conferencia Internacional sobre Situación de Calle a la que llevamos esta ponencia colectiva, este centón, esta original conferencia, como fue calificada por legos, expertos y expertas.

Cada cual fue llegando a la Universidad Alberto Hurtado, sede del evento. A la hora prevista, hicimos un círculo con el elenco. Ya el público estaba dentro del salón designado. Tomados de las manos fuimos entrando como quien camina por la luna y a cada persona del público le dimos un ovillo hecho con listones de tela como si se tratara del mejor regalo del mundo.

 “Bienaventurado el que sabe que compartir un dolor es dividirlo y compartir una alegría es multiplicarla. Bienaventurado el arte que es la forma más inteligente y generosa del amor”. Lo digo yo, pero no es mío. Lo decimos nosotros, porque lo hacemos nuestro. Porque creemos en las bondades del arte en cualquiera de sus disciplinas y en lo mucho que ha hecho y sigue haciendo en favor de la humanidad, en beneficio propio. Lo repetimos porque lo dijo un poeta, andariego como nosotros, hace unos cuantos años ¡Y nos gusta decirlo porque la poesía sigue teniendo toda vigencia, sí! Lo escribió Don Facundo Cabral, cantautor argentino, vecino, candidato al Premio Nobel de la Paz y compinche nuestro. Quien, como es un hecho, todavía deambula por estas calles. Y así escribió uno de nosotros:

– El señor permite sanar, crear, liberar y amar

Nos han invitado a este evento y hemos venido para contar sobre la ciudad que percibimos desde los sentidos: vista, oído, olfato, gusto y tacto. Eso lo sabe cualquiera ¡¿Eh?! ¡Pero, tacto! ¡Tacto que son mucho más de cinco! Sí, porque toca sumarle, a ver: el sentido del sí mismo, capacidad extraordinaria para sentirse, pensarse, considerarse y amarse uno más y mejor. El sentido común que es como decir el sentido del otro, de la otredad, de lo demás. El sentido estético que tiene que ver con nuestro vínculo con la naturaleza, con el goce por la belleza, con el agrado por las cosas buenas de la vida y con la alegría de la libertad. El sentido del humor para alcanzar a driblar el balón como los campeones que siempre deseamos ser con la agudeza del sentipensamiento y la risa a flor de labios, a flor de piel como la pelusa del durazno. El sentido de pertenencia, valor que nos encanta y nos hace sentir vinculados a un grupo, a una comunidad, a un pueblo, a una ciudad. Es un sentimiento de aceptación, de identidad contigo, contigo, contigo, hermana y contigo también, hermano. Y el sentido de la vida que apareció y así fue nombrado como tema recurrente desde los primeros compases de nuestro taller de teatro y poesía que venimos haciendo en la Corporación Nuestra Casa, desde el año pasado.

Y escribió uno de los compañeros de esta travesía:

  • “¿Qué sentido tiene la vida?”

Y otro apuntó:

  • “¿Qué tiene la vida sin sentido?”

Es decir que, próximos a cumplir 25 años como sistema de la ciudadanía activa, como organización de la sociedad civil en el próximo mes de agosto, la poesía y el arte del teatro han entrado en la escena de Nuestra Casa; la poesía y el arte del teatro han venido para reconfortar, a transformar, a librar, a que respiremos mejor y tengamos una vida más sana y completa.

Cuando hablamos de sentido de la vida, hablamos de placer, del placer de seguir viviendo con propósito, hablamos de la libido y eso nos interesa en una sociedad donde el placer pareciera correrse, pareciera que se aparta, que se posterga y esa dilatación nos distrae y nos amarga produciendo altas cotas de violencia, altas cotas de depresión y altas cifras de homicidios en el país y en la región ¡atención, pues! En todo caso, hay unos cuantos sentidos más. Ya seguiremos multiplicando y celebrando la vida, el sentido de la vida.

¡Nos encanta el sentido de la vida! Al que le va muy bien florecerlo con poesía y con teatro que es poesía en estado sólido, poesía tangible, pues.

“Desde que existes tú (común)…, mi corazón (va a un latido) más fuerte al verte… Y caminé y me hiciste (sentir) tus calles bellas y distintas. Me basta (oír a) tu gente para saberte que ya no eres tú… pero tú sigues (alegre) por siempre”

Por estas calles de Dios y el diablo, por estas calles de diosas y dioses, de rupturas y enmiendas, hemos aprendido -a trocha y mocha- que la vida es juego y que en el país de los juegos quien se compromete es Rey ¡o Reina! Así nos ha sido recordado en nuestro Taller de Teatro y Poesía. Que, para estar mejor, toca religarse con el homo ludens, el ser que juega, condición lúdica común de todos los seres humanos. Toca estarse adentro y estarse afuera, observarse y mirar, escucharse y oír, olerse y olfatear, paladearse y saborear, apreciarse y sentir, reflexionarse y pensar. Preferiblemente en ese mismo orden porque no se puede ser candil de la calle y oscuridad de la casa.

¡Es impresionante contabilizar todo el tiempo que nos toma meternos primero en lo de afuera antes de ocuparnos primero del sí mismo para, luego de acomodados y calibrados, entrarles entonces a los asuntos externos a uno con un compromiso similar! 

A propósito de lo cual, escuchen esto, por favor: “Cuando yo quiero, la palabra entra en mi corazón, después entra en mi cabeza y ahí la agarro. Lo escribió Monique en un taller como el que estamos haciendo en la Corporación. Eso lo escribió esa niña llamada Monique cuando tenía apenas seis años.

En nuestro taller y para este encuentro que hoy nos reúne, así como quien hace una ciudad, cada cual ha ido poniendo su parte en la hechura de este texto, en la hechura de un compromiso factible, de una sociedad posible, de una ciudad posible, mejor, creíble, sensible, más hermosa, mucho más equitativa, más humana; una ciudad de ternura, una ciudad inteligente, que se hace a fractales. Siguiendo los impulsos, formas, ritmos, pulsos, torrentes y amables maneras de la naturaleza, nos gustaría que nuestras ciudades estuviesen inspiradas en esa naturaleza, en los fractales ¡Así como un brócoli! ¡A fractal limpio y con cada cual! ¡A partir de cada uno y cada una! ¡Sumando y multiplicando!

Como sumó y multiplicó otro compañero del equipo:

“Que rime el sentido de la vida, sintiendo tus latidos, escucho el sonido del ritmo contigo. Chicos del pueblo admiten conmigo salir de la calle al amor compartido… Por parques caminando, con la música sonando, el silencio se retira y comienza la rutina. Abrazo con sentido a quienes estoy amando y sigo caminando por las calles, triunfando. Desde nuestra casa al universo llegando”.

Asomamos la cabeza, los ojos, como caimanes de un mismo pozo, como caimán en boca de caño para compartir un par de cosas ciertas, alejados ¡ojalá! del egocentrismo y el protagonismo, del ladronismo y el chupanismo, del consumismo y el pesimismo, de toda inflación o inflamación del ego que tan narcisamente luchan por imponerse como discursos únicos, como fuertes tendencias en esta contemporaneidad que vivimos y compartimos. Venimos del borde y, sí, florecemos en el abismo, como ha escrito el otro poeta don Rafael Cadenas.

Preferimos el nosotros, primera persona del plural, que, es decir: el sentido común. Amor y respeto, cordura y concordia. Preferimos lo plural donde hay ternura y la constancia del cambio. Cambio para hacernos mejores, libres y plenos de hábitos atómicos. Lo demás es demagogia y burocracia, doctrina y obstrucción, controversia y luto, peleas y tristeza, incendio y muerte, suicidio, destrucción y tragedia.

¿Cómo percibimos a la ciudad desde los sentidos? ¡Esa es la pregunta de las cuarenta mil monedas! Y por miles fueron entrando las palabras y, como hilos de colores, las fuimos colgando al viento como quien seca la ropa al sol, como quien vuela una cometa, como quien canta en un coro o en un orfeón.

Entonces esto es como un gran fresco, como un gran mural, un paredón enorme de grafitis en forma de bucles donde hemos ido escribiendo, dibujando, muchos de los elementos de eso que se le conoce como cultura urbana.

“No hay humildad en la ciudad. Solo edificios y circos, en las comunas, expresando llanto y sonrisas. Al final, en la ciudad, la habilidad te da estabilidad”.

– “Desde mi localidad contemplo a la ciudad con suciedad. Pero, sin la soledad ni la maldad de Bagdad”.

– “Por el castillo de cristal se vislumbra el crisol de colores que maquilla a la ciudad… Es la ciudad con su maquillaje, sola con su maquillaje…”

– “En la ciudad falta comida y empatía para toda la ciudadanía”.

– “La ciudad progresa junto a los ciudadanos cuidando nuestros parques y todo lo que nos rodea a fin de vivir en paz y armonía que tanta falta nos hace”.

– “Gracias, Santiago de Chile, ciudad capital por tu bella y gran atención”

– “La ciudad de Santiago me parece encantada… Ella misma se maravilla por su resplandor”.

– “Ciudad, silenciosa soledad… Ciudad tan, tan oscura, pero a la vez tan clara ¿por qué eres tan bipolar?”

“Nos gusta decir que somos como edecanes de la ciudad, sus ayudantes, con su vida dura, difícil y con nuestros miedos”. Somos como edecanes de la ciudad, sus auxiliares, sus acompañantes. Los mismos y mismas capaces de contarles sobre su historia y su geografía llenas de contrastes; sobre sus lugares más excelsos y hasta los más pésimos donde convergen el pasado y el presente con recuerdos futuristas; los sitios más antiguos y los más modernos; los espacios más amigables y los menos favorables; conocemos de memoria el nombre de todas las calles, las plazas, los parques y los subterráneos, los vivientes, los zombis, los muertos y los fantasmas de esta “ciudad extraña, rara, mala. Peligrosa, horrible. Singular, común y necesaria. Una ciudad surrealista. Santiago de la Extremadura…” eres como un avión de papel, un barco a la deriva. La nave de los locos. Un mensaje indescifrable que alguien metió en una botella y la lanzó al largo mar o al río Mapocho que te atraviesa.

“Le conocemos su sabor a fruta deliciosa y sus sabores a frutos amargos, su sabor a humo y a polución, su sabor a besos dulces y a leche cortada…” “Eres como comida chatarra, comida rica pero poco saludable…. ¡La sabemos al dedillo!” “Podríamos quedar ciegos y la reconoceríamos palmo a palmo por el distinto olor que emana cada casa de alrededor…” “Como el olor de una comida que sale de algún hogar o algún restaurant… Como el perfume que lleva la persona que está pasando cerca o el olor de las flores que hay por aquí y por allá…”

“Sí, la percibimos con diferentes olores. A veces huele a flores, a pasto y, a veces, huele mal. Hiede. A veces de una manera tan intensa que el hedor te llega hasta la médula espinal. Hiede y hiere…” “Huele a comida, sí y también, en algunos lugares, a naturaleza”. “También siento la benzina de los vehículos y también se olfatea peligro o serenidad en diferentes lugares y, según sea la hora, se puede olfatear delincuencia…” “Pero siempre se huele algo distinto en la ciudad y, por último, se olfatea la contaminación ¡que es mucha y es dura!¡Inclemente, como a veces son algunos seres humanos! Que no parecen ni seres, ni humanos…”

“Santiago es ruidosa y contaminada. Urgente. De momentos puede ser estridente; por las noches ocurren silencios enormes…” “La ciudad es problema, es razón. Es encanto y espanto. Es mentira y es verdad. Es justicia, derecho, equilibrio; inteligencia, objetivo, cumplimiento”. “Y es también injusticia, quebranto quebrado, cosa torcida y desequilibrada; torpe y colaboradora de nuestra torpeza afectiva; es subjetiva e incumplida…” “Y, además, la ciudad es libertad” “¡Sí, como para salir corriendo!” Un laberinto, un desvanecimiento, un vahído, un susto ¡o varios! Una cosa indescifrable… Una reflexión entrecortada o inconexa, un balbuceo, un delirio en voz alta: “Es como según vaya la temperatura ambiental que, dependiendo de los sonidos e imágenes que se forman… hace aparecer una figura agradable o no y la sensación mental es que puede ponerme alegre o no, triste o no, melancólico o no, amoroso o no y un largo etcétera o no. No sé si me explico…” La ciudad es candela.

“Es cosa triste y caótica, llena de movimientos y muchos colores, por el día el gris es predominante o del color de las luces de los autos por las noches”. “La ciudad es la rapidez de las personas apuradas y la variedad de esas personas y la cantidad de expresiones faciales en las caras desconocidas de esos seres inquietos: tristes, felices, estresadas, con su diversidad de edades, con calles dominadas por adultos, jóvenes, solitarios, donde a veces se ven familias con los adultos mayores, con las niñas y niños en los parques…” “A veces la ciudad se ve violenta, veo asaltos, gente peleando, gente escapando, gente corriendo atrasada al trabajo…” “La ciudad se ve distinta entre el fin de semana y la semana…”

Maraña de espejos, denso y enorme laberinto con minotauro y sin hilos. Palabras más, palabras menos, lo dijo Dostoievski en su novela Los demonios, refiriéndose a otra ciudad: “Esta ciudad es tan fuerte que es como si el diablo la hubiese puesto dentro de una caja para luego agitarla y arrojarla desde arriba.

“La ciudad no para en su sonoridad. Escucho la ciudad a cada momento, desde que despierto y hasta que me duermo. Por las mañanas escucho a los pájaros, las micros, el canto de los artistas callejeros en la Plaza de Armas, la música… En la calle, las peleas, las conversaciones, las risas, los vecinos y sus perros… La noche debería ser más silenciosa pero no es así. Trae consigo la fiesta, los chiquillos pisando latas en la esquina, cantando. El camión de la basura acarreando con el millar de botellas en cada cuadra. Y, de vez en cuando, los murciélagos volando fuera de mi ventana con su chillido agudo…” Si escucharas a la ciudad desde la montaña, escucharías un rumor que viene de ella como un quejido con su lamentable polución sonora… “Cuando ando irritable, pienso que oír todo esto es molesto”.

Ciudad nuestra: hostil y miserable o tierna y magnánima, sagrada y profana… Como un péndulo… te meneas en los extremos para no desquiciarte completamente y no desquiciarnos a nosotros al punto de llevarnos hasta la línea del horizonte y dejarnos allí flotando a la deriva en la nave de los locos, como hacían en la Edad Media con los dementes, con los orates, con los solitarios, con los rotos… ¡Pero eso no es conmigo, porque yo no soy ningún roto! ¡Yo tampoco! ¡Yo menos! Nadie está roto aquí ¡Aquí estamos completos! ¡Eso, completos!

El otro día, alguien gritaba desesperado en mitad de la calle mientras observaba una inútil pelea a puño limpio: ¡Orden, orden, orden! Calma y cordura; ¡un poquito de concordia, por favor! ¡Concordia!

Esa palabra nos gusta en nuestro Taller de Teatro y Poesía, en Nuestra Casa: concordia. Pero no debe gritarse porque se estropea. No la grite que se rompe, no la grite, por favor, porque se deshace como un helado fuera de la sombra. Entonces la persona que fue a auxiliar les decía en voz baja, les decía bajito mientras les guiaba sus manos para que se amistaran: …. Diga conmigo: concordia… Y entonces iban repitiendo: Concordia… Concordia, concordia…. Concordia es porque viene del corazón. En latín, cordis es corazón… Del latín cor, cordis ‘corazón’, ‘esfuerzo’, ‘ánimo’. De donde provienen también la palabra cordial y la palabra cordura… Concordia es estar con el corazón. Cordura es andarse afinado entre el corazón y la cabeza para sentipensar mejor, como dicen los hermanos bolivianos. Corazón y cabeza que, por supuesto, forman parte de nuestro cuerpo que es nuestra mejor herramienta, es el que nos lleva y nos trae, a quien toca conocerlo mejor cada vez y quererlo más con todo lo que llevamos por dentro para poder querer más al otro, a la otra, a las y los demás. Así nos parece que podríamos andar mejor en la ciudad; así nos parece que podríamos percibir mejor en las ciudades… En concordia, con suavidad y ternura, con amor y respeto… andarse afinado entre el corazón y la cabeza para sentipensar mejor, para saber sentir alegría y andarse con gozo y deseo de vivir… 

Miguel vive hace más de quince años en viviendas de Nuestra Casa y es un participante activo de todos los voluntariados de Ruta Calle. Hace tiempo, Miguel dijo y hoy lo recordamos: “El voluntariado es algo que me gusta mucho hacer, puedo dar aliento, transmitir que sí podemos cambiar y ser otros, ser mejores, avanzarLa vida me ha cambiado mucho, dejé vicios, me controlo, he logrado poder ver a mi hija, poquito, pero para mí es un logro, me mantengo. Para lograrlo, ha sido fundamental el apoyo de Corporación Nuestra Casa y todo el equipo que trabajan ahí”.

Alguna vez, el poeta chileno Vicente Huidobro escribió: Los cuatro puntos cardinales son tres: el sur y el norte Es un hecho que entre esos dos puntos queda Santiago y, en lugar privilegiado, se encuentra el primer entorno urbanizado de la capital: Yungay, este popular barrio patrimonial, ahora vecindario del presidente de la República Don Gabriel Boric, que es donde funciona la sede principal de la Corporación Nuestra Casa. Le han llamado hasta barrio “cool” a este lugar desde el que vamos escribiendo, este lugar donde ahora hacemos poesía y teatro en un taller en Nuestra Casa, un laboratorio donde vamos recordando y registrando, rememorando y escribiendo, restituyéndonos en cada sesión, haciendo teatro, poesía tangible ¡Y ahora es cuando! Recién acabamos de empezar.

Nos despedimos recordando a nuestro amigo Aristóteles quien dijo alguna vez: “Somos lo que hacemos día a día. La excelencia no es un acto, sino un hábito”. Y lo que dijo Shakespeare ¡Que también dijo muchas cosas!: “Sabemos lo que somos, pero no lo que podríamos ser…”

William Rosas es un músico de la calle que toca diariamente en el Barrio Lastarria. William también forma parte de Nuestra Casa, leyó con nosotros y trajo su guitarra. Al final de la conferencia, junto al público, fuimos tejiendo una red con los listones de tela que habíamos distribuido al principio de nuestra intervención como el mejor regalo del mundo. Mientras se tejía la red, William fue cantando y la gente se fue sumando también al canto. Luego conversamos, intercambiamos impresiones, reímos y lloramos, nos abrazamos, continuaron las palabras, siguió el vínculo, el compromiso continúa. Ojalá lleguemos al punto en que no haya personas viviendo en las calles del mundo.

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* Participaron: Ariel Aguilo, Néstor Valencia, Jairo Bustos, Cristian Albornoz, Luis Marcelo Ortiz, Eduardo Aballay, José Macías, Emmanuel Acuña, Lupercio González, Carlos Alvarado, Alfredo Espinoza, Manuel Peralta, Roberto Sanhueza, Alexis Gatica, Eduardo Troncoso, Mauricio Erazo, Eber Rubio, Alex Neumo, Gabriel Acevedo, Alexis Rojas, Danae Cáceres, Pablo Gálvez, Claudio Valladares, Mario Mazuela, José Delgado, Felipe Escobar, William Rosas, Mildres Espinoza, Isabel Lacalle.

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