Cuando el país se enfrenta al cuadro de una muy seria pérdida del capital humano, con una economía reducida, falta de condiciones de seguridad y confianza, inestabilidad, arbitrariedad en la aplicación de las leyes y de las reglas de juego, cabe la pregunta sobre qué significa ser gerente hoy en Venezuela.
Para los actuales gerentes y para los candidatos a serlo la respuesta les enfrenta naturalmente a temas como valores, visión estratégica, definición de objetivos, evaluación de recursos. En ellos hay, obviamente, que insistir. Son parte esencial de la concepción de la gerencia. Desde otra perspectiva, sin embargo, a todos ellos se les impone también pensar en su propia condición de gerente, en su personalidad, en sus fortalezas, en sus responsabilidades, en su capacidad para conducir a un grupo humano a la consecución de sus objetivos, especialmente en tiempos de limitaciones, cambios sin perspectiva, obstáculos, pero también de oportunidades para la renovación y el crecimiento.
Hoy como nunca, la primera preocupación y el primer compromiso para el buen gerente debería ser el recurso humano: su formación, su adiestramiento, su estabilidad, su calidad, su idoneidad, su desarrollo. De allí que ser gerente implica, de manera muy especial, ser capaz de comunicarse, de delegar, de estimular, de activar talentos, brindar apoyo, generar un entorno inclusivo, fomentar la resiliencia y el manejo de las emociones.
De los buenos gerentes se espera que sean excelentes comunicadores, para decir y para escuchar, para proponer expectativas y objetivos claros, para comprender las fortalezas y debilidades de su equipo, para practicar esa escucha activa que permite corregir rumbos, visualizar nuevas oportunidades y maximizar buenos resultados. La comunicación le ayuda a ser más eficaz en la resolución de los conflictos, le apoya en la toma de decisiones, fortalece la confianza del equipo y su sentido de identidad.
Convencido de que dirigir un grupo humano es su aporte a la construcción del país a través de la construcción de una empresa o del fortalecimiento de una institución, el gerente se ocupa de alinear los objetivos de su equipo con los propósitos de la organización. A partir de la idea de que la cultura corporativa es un plus, una fuerza, un capital, el buen gerente incorpora a sus valores los de creatividad e innovación, capacidad de respuesta a cambios, búsqueda de objetivos, conciencia de las capacidades y de las limitaciones.
Ser gerente no es el resultado de un nombramiento sino una condición de liderazgo. Es esa la condición que le permite generar confianza, consolidar un equipo comprometido, motivado y responsable, crear sinergias que fortifiquen el trabajo en equipo. Ser líder efectivo implica modelar, inspirar, dirigir, tomar decisiones, crear un ambiente de trabajo positivo y productivo. Su trabajo refleja así una mezcla de cohesión entre personalidad y profesionalismo. La autoridad viene de su conducta, de su rectitud, de su trabajo, de su ejemplo, no de un nombramiento o de una imposición.
La historia de la gerencia venezolana se honra con muchos nombres que han marcado una tradición de calidad, coherencia, respeto y buenos resultados. El reciente fallecimiento de uno de ellos, Alejo Planchart, activa la memoria de alguien que comprendió muy bien su función de gerente y que puede ser presentado como alguien que lo ha hecho bien, que supo participar en la construcción de una empresa y en la visión empresarial. Amigo de infancia en el San Ignacio, luego en la UCAB, más adelante en Polar y en posiciones directivas en la Cámara de Comercio e Industria de Caracas, su memoria es la de un hombre cabal y de valores, buen amigo, atento al desarrollo del país, excelente estudiante y mejor profesional. Su imagen de gerente tiene los rasgos del innovador, del estudioso, del facilitador de la integración
Traer la figura de Alejo Planchart es apelar a la visión y al ejemplo de alguien Es también recordar esos valores, muchas veces olvidados, del buen hacer, de la buena persona, del buen ejemplo, de la buena gerencia.
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