Debido a las debilidades propias de naturaleza humana, que está sujeta a vicios tales como la pereza, avaricia, envidia, soberbia, ira, lujuria y gula –los siete pecados capitales– las dimensiones del pensamiento de esta maravillosa raza de seres pensantes, racionales e inteligentes, las podríamos dividir en: economía, política, geopolítica, religión y comunicación, que al igual que ocurre con las dimensiones en la física clásica, de acuerdo con la teoría especial de la relatividad se distorsionan por efectos de la velocidad sobre los cuerpos, también las dimensiones del pensamiento humano se distorsionan por diversas aberraciones tales como son entre otras: especulación, corrupción, invasiones, pederastia y manipulación de la información.
Las aberraciones mencionadas son las culpables de que ocurran cada cierto tiempo en todas las culturas y épocas protestas, revoluciones y guerras de tipo civil, local, regional y mundial, para tratar de corregir el desorden en el comportamiento humano y convertirlo en un nuevo orden mundial, como ha ocurrido históricamente después de las guerras efectuadas en el ámbito de la cultura occidental, tales como fueron las guerras de Alejandro Magno, el Imperio Romano, las Cruzadas, las Napoleónicas, la Primera y la Segunda guerra mundial y actualmente la invasión de Rusia a Ucrania, entre otros muchos movimientos bélicos de diferentes magnitudes, cuyo origen es siempre de tipo económico y estas acciones les sirven a los promotores del belicismo para justificar la apropiación y expoliación de territorios, recursos naturales, activos y riquezas ajenas, mediante el uso de la fuerza bruta, la violencia, la esclavitud y el genocidio, convirtiendo a algunas personas en seres irracionales, desalmados y forajidos, sin que les importe el sufrimiento de miles o millones de sus congéneres o el futuro de la humanidad.
Para aportar valor agregado a estas opiniones, en artículos sucesivos trataré de analizar de acuerdo con mi visión, cada una de las dimensiones distorsionadas que nos están afectando, empezando hoy por la situación de la economía que está colapsada, en estos tiempos post pandémicos y de pre guerra mundial.
A raíz de la destrucción de la economía global con la Segunda Guerra Mundial, en julio de 1944 se reunieron en Bretton Woods los representantes más influyentes de los diferentes países del mundo y en ese momento se crearon nuevos organismos de vigilancia, control, conciliación y negociación, como fueron la ONU, el FMI y el Banco Mundial y también se establecieron nuevas reglas monetarias y financieras, para tratar de contrarrestar la crisis producida por la guerra anterior y para reiniciar la economía, donde el dólar de Estados Unidos se impuso como moneda para el intercambio comercial universal y como moneda de reserva mundial, la cual estaba originalmente respaldada y redimida por oro, a razón de 35 dólares por onza troy y esta regla se mantuvo vigente hasta el 15 de agosto de 1971, cuando el presidente estadounidense Richard Nixon eliminó el respaldo del dólar con oro, repudiando así los acuerdos establecidos en 1944 y convirtiendo a esa moneda en dinero fiat, por recomendación de supuestos expertos económicos –influenciados por una teoría fracasada y fraudulenta llamada keynesianismo propuesta en 1936– tales como fue por citar solo uno de dichos expertos, Milton Friedman, a quien premiaron con un Nobel de Economía en 1976.
El keynesianismo recomienda a los gobiernos crear dinero de la nada sin medida y sin respaldo de activos tangibles, para financiar el gasto público, con el propósito de aumentar la demanda agregada, que según Lord Keynes se encargaría por sí sola de disparar la oferta agregada, haciendo que la producción de bienes y servicios se expandiera, logrando así producir crecimiento del PIB y, por ende empleo, abundancia de bienes y servicios, riqueza, bienestar y prosperidad, para aquellas naciones que aplicaran esta teoría económica y además, Keynes afirmaba que no se requería respaldar las monedas con oro, porque ese metal era una reliquia bárbara, de tal manera que cuando otros pensadores económicos de su entorno le indicaban que en el mediano y el largo plazo, esta praxis de expandir la liquidez sin medida ni respaldo, conduciría a la inflación y a la recesión en el futuro, gracias a la soberbia de quien cree que se las sabe todas y una más, Keynes replicaba que en el largo plazo todos estaríamos muertos, siendo que por estas afirmaciones se le considera actualmente como un economista irresponsable, de corto plazo, interesado por el consumo, el presente y la inmediatez, repudiando virtudes tales como el ahorro, debido a que él era un especulador que quebró en dos ocasiones y por otra parte, no tuvo descendencia que sintiera los efectos de la implantación de su teoría.
Esa teoría económica que parecía tan simple y bondadosa se impuso desde 1971 en todo el mundo y aún está vigente y así fue como los bancos centrales empezaron a expandir sus ofertas de dinero fiat creado de la nada y la banca comercial obtuvo autorización para crear dinero inorgánico adicional en forma de créditos, mediante figuras llamadas el multiplicador bancario y la reserva fraccionaria, donde debido a que se espera que no todos los clientes soliciten simultáneamente sus ahorros y depósitos, se creó otra regla llamada encaje legal, que le permite a los bancos comerciales prestar el dinero de sus clientes a tasas reales negativas, muchas veces en forma alegre e irresponsable, por ser un dinero ajeno, de tal suerte que si este encaje legal se establece entre 5% y 10% como ocurre en muchos países, esto significa que los entes financieros pueden prestar entre 95% y 90% del dinero que sus clientes les entregaron para su custodia, quedando el riesgo de que al ocurrir corridas bancarias, los bancos centrales deban expandir aún más la liquidez monetaria para auxiliar a los bancos quebrados e insolventes.
La historia nos demuestra que la emisión exponencial de dinero sin respaldo de activos tangibles como es el oro conduce en el mediano y en el largo plazo a un apocalipsis económico, que luego termina con belicismo, para darle la patada al tablero de juego cuando no hay otra forma de cumplir con los compromisos adquiridos, pues no es sustentable en el tiempo manejar monedas que no conserven su valor, aplicando leyes y reglas tales como el multiplicador bancario y la disminución del encaje legal, que permiten a la banca no solo crear dinero inorgánico adicional de la nada, sino también apropiarse de los depósitos de sus clientes para prestarlos en muchos casos a estafadores que viven y son apologistas de la especulación, sabiendo que sus deudas se diluirán en el futuro con trucos tales como devaluación, control de cambios, impuestos sobrevenidos, inflación subyacente y finalmente acciones bélicas cuando todo falla, como producto de la aplicación de la mencionada teoría económica, creada para engañar y arruinar a tontos e ignorantes.
Estas prácticas monetarias y financieras conducen periódicamente a quiebras bancarias con banqueros y oligarcas que quedan inmensamente ricos e impunes, algunos fugados de sus países de origen, países que quedan quebrados y arruinados, por la aplicación recurrente de las malas praxis, que consisten en otorgar créditos a una élite compuesta por corruptos, estafadores, especuladores y delincuentes financieros, que se convierten en oligarcas y se apropian tras bastidores del poder económico y político de las naciones y que luego son quienes imponen a través de las seudo democracias deterioradas a políticos ignorantes e incapaces, que no son más que muñecos de ventrílocuo, para que se encarguen de imponer reglas y leyes que favorezcan sus negocios y también para proteger a quienes los llevan y los mantienen en el poder de manera perpetua, tal como ocurrió al desmembrarse la Unión Soviética, donde un presidente alcohólico y corrupto le entregó a crédito los activos de esa nación a algunos miembros de su partido y luego colocó en la presidencia a un sucesor que le garantizara impunidad, tanto para él como para los oligarcas rusos, que se apropiaron de los activos de esa nación.
Si revisamos la historia de otros países, nos encontramos con un modus operandi idéntico en lo económico y político, independiente de si los gobiernos son de izquierda, centro o derecha, socialistas, comunistas o capitalistas.
Para el caso específico de Venezuela, entre 1918 y 1974 la moneda nacional era respaldada y redimida por oro y la tasa de cambio se mantuvo siempre menor a un fuerte – 5 bolívares–, lo que hizo que la inflación promedio anual fuera de 1,3% durante 56 años, pero supuestos «expertos económicos, intelectuales y académicos» hicieron una campaña, repitiendo mantras para engañar a los tontos e ignorantes, tales como: el bolívar está sobrevaluado, Venezuela sufre de la enfermedad holandesa, hay que aplicar devaluaciones competitivas, la expansión de liquidez no genera inflación, etc, y con esas falacias lograron que Carlos Andrés Pérez, terminara el 30 de diciembre de 1974 con el bolívar-oro, para implantar el dinero fiat en el país y la teoría fracasada y fraudulenta llamada keynesianismo, que alentó a los gobiernos sucesivos, a producir en cantidades exponenciales dinero sin respaldo y por ende sin valor, desde 1975 hasta la fecha, para beneplácito y usufructo de los estafadores, que se llevaron las divisas provenientes de la exportaciones de crudo a los paraísos fiscales y arruinaron a la nación y hoy algunos de ellos viven impunemente como reyes en Europa y Estados Unidos.
Por tanto, en la creación de un nuevo orden mundial para salir de la crisis actual, las primeras acciones para reconstruir la economía son: regresar a tipos de cambio fijos y estables, con monedas respaldadas y redimidas por oro, que conserven su valor, como le corresponde a cualquier país exitoso y más aún, si como en el caso de Venezuela, es un país exportador de la energía que mueve al mundo, que es el petróleo y el gas natural, teniendo en cuenta que en esta oportunidad países como Venezuela deben tratar de incrementar su producción de hidrocarburos hasta donde sea posible, pues Europa está llevando la peor parte y va a sentir los rigores del frío en el próximo invierno, si no consigue reemplazar el suministro del combustible ruso o detener de manera racional la locura belicista, donde los únicos ganadores serán los perros de la guerra; y por otra parte, es necesario que las democracias no dependan de los grupos económicos que impongan a muñecos de trapo que les sirvan de alcahuetas, sino que se puedan postular y elegir en el futuro a los mejores ciudadanos con que cuentan las naciones, que tengan los méritos y las capacidades para ocupar los cargos públicos, con honestidad, eficacia, eficiencia y visión de estadistas, que busquen el bien para sus ciudadanos y para el resto del mundo.
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