“El fusil de Fidel es de la isla.
La fe afila sus ideas.
la isla se fía de él,
¡de su ideal, de su fe!
Cartilla Escolar cubana
Una isla detenida en el tiempo, sesenta y dos largos años de tiranía, mentira, opresión, exilio, sangre, naufragios, ultrajes y la perpetuidad de un tirano en el poder al cual todas las élites intelectuales y académicas de la muy extraviada América Latina le rendían pleitesía y se arrodillaban ante su seductora personalidad, el temperamento avasallante del líder de aquella estafa ideológica que sumiría en la miseria a todos los cubanos, y la leyenda iniciada en la Sierra Maestra: el gran cabecilla de la revolución del Tercer Mundo, propuesto a salvar a la humanidad. No ocultaba su patológica personalidad un psicópata de libro de texto, esa es la verdad tras Fidel Castro, un loco moral o un loco sin delirios, afectado por un síndrome al cual la psicóloga Silvana Santoro llama “anestesia afectiva”, y a los que se le atribuyen los siguientes rasgos presentes en la personalidad de estos seres atormentados:
- Locuacidad y encanto superficial
- Autovaloración exagerada.
- Arrogancia
- Ausencia de empatía.
- Impulsividad y falta de autocontrol
- Necesidad constante de halagos
- Conductas delictivas, pues se sitúan por encima de las reglas
Bajo el engaño y el júbilo que produjo en la Cuba bajo la dictadura de Batista, Castro y su proyecto total se morigeraron, y de manifestar abiertamente que aquella revolución para nada estaba signada por el anacronismo de la izquierda radical y marxista, una vez seguro en el poder reconoció en esa su aventura una abierta identificación leninista y estalinista, un proyecto de revolución o cambio político estructural de todo el andamiaje social, político y hasta de pensamiento de aquel pueblo, el cual yacería para siempre bajo los atavismos y el atropello a la dignidad que supone el totalitarismo marxista y comunista.
Pero el letargo de aquel pueblo pareció sufrir una cruda y rotunda inflexión, lejos de establecer comparaciones grandilocuentes, que sirven para mimetizarse con el ideal reduccionista, los hechos del 11 de julio de 2021 no son comparables a la caída del muro de Berlín, pero si representan un hito, una inflexión con rastros de cicatriz con queloide en la narrativa única del régimen, el discurso avieso y pletórico en mentiras y colonizaciones arteras al pensamiento, que si bien bajo el terror, habían desmovilizado a muchos, al amparo del adoctrinamiento habían logrado amansar el clamor de otros y causado el éxodo de millares, revelaba que la maquinaria perfecta de la revolución total y la dictadura impuesta, no habían conseguido borrar las trazas de humanidad en aquel pueblo.
Resalta el hecho de que estos manifestantes, eran una masa homogénea de hombres y mujeres con edades promedio entre los 35 y 40 años de edad, la juventud, los adolescentes y los niños y uno que otro anciano cuyos recuerdos se disputaban con la realidad de la subsistencia un lugar en el marco del pensamiento. Los cautivos de la isla de los exiliados, de los desaparecidos y de los encarcelados se hastiaron del estado natural de las cosas, de la existencia miserable, de las excusas repetidas, de ese enemigo externo, se cansaron sin saberlo de la connaturalidad de la involución gansteril de todo proceso comunista, que deriva en el extremo de la gansterilidad fascista. Por primera vez en la isla prisión de los Castro todos cual obra de Lope de Vega, tomaron las calles a pesar del terror, a pesar de las amenazas del delfín caribeño impuesto por el senil pero no menos perverso Raúl Castro y aun y pese a las advertencias de un Díaz Canel, también sorprendido por ese acto volitivo, visceral y humano de la búsqueda de la libertad, decidieron inadvertir las amenazas de defender a la revolución por encima de los muertos.
Como bien lo definiera la filóloga cubana Yoani Sánchez, autora del blog “Generación”, la razón principal de esta histórica respuesta de los cubanos hacia la normalidad totalitaria reside en una frase incontrovertible, ese enemigo silente de la posverdad, que por su naturaleza liquida le hace frente en sus mismos terrenos, la frase de la bloguera cubana embrida todas las explicaciones a tanta ruindad repetida, por generaciones: “De tanta hambre que pasamos nos comimos el miedo”, esa frase conforma un vínculo con otra pronunciada siglos antes, pero bajo los mismos rigores y el mismo terror, Séneca tutor del perverso Nerón escribiría “ Todo lo vence el hombre menos el hambre”, el hambre, la miseria, la depauperación y la pobreza material replican otras pobrezas: la del lenguaje y el espíritu, pero paradójicamente desde los estados de necesidad establece la sabia praxiologia austriaca propuesta por Von Mises y Hayek, puede así el hombre reconocer la necesidad de movilizarse hacia otros estadios de existencia superlativa que presupongan bienestar y progreso.
La revolución es un monstruo en cuyo nombre es posible ejecutar todo cuanto se antoje al poder de facto, y de ahí surge la primera discrepancia entre la actuación asumida por el régimen Castrista y los objetivos de la voluntad nacional expresados durante la lucha civil de 1953 a 1958. Desde su promulgación el 7 de febrero de 1959, la constitución cubana ha legalizado y perpetrado toda suerte de atropellos en contra de la dignidad, entre las tropelías merecen ser citadas: La creación de los tribunales revolucionarios, la instauración de las comisiones paritarias (patrono y obrero) para regular salarios, la regulación de contratos o publicidad a las actividades financieras del Consejo de Ministros, la abolición de la propiedad privada que abarca desde la nacionalización de la banca, el comercio y la industria, hasta los inmuebles de personas naturales, al promulgarse la Ley de la Reforma Urbana el 14 de octubre de 1961. Según palabras del médico Salvador Villa en su obra Cuna Cenit y Eclipse, “El régimen revolucionario suprimió los derechos humanos a los desafectos políticos, se estableció de hecho la dictadura del proletariado, sin el menor consentimiento del pueblo de Cuba”.
La postura totalitaria del régimen de la isla requería desesperadamente un aliado fuerte, la otrora URSS, establecía relaciones diplomáticas con Cuba desde el 7 de mayo de 1960. Hasta la desintegración de la URSS en 1991, Cuba no solo mantenía relaciones diplomáticas con la URSS, sino que recibía de esta apoyo militar y económico, dinero que fue disfrutado y despilfarrado por la élite que compartía el expolio del erario hecho botín, la terrible y sanguinaria nomenklatura del Caribe. Paralelamente creció la hostilidad hacia los Estados Unidos de Norteamérica, el enemigo externo, hasta el punto de romper relaciones diplomáticas en enero de 1961.
Todo el engaño, la maldad y la postura aviesa de Fidel Castro se ponen en evidencia el 2 de diciembre de 1961, en un discurso pronunciado por el líder revolucionario, quien sin ambages reconoce lo siguiente, tomado textualmente del discurso anteriormente mencionado: “Lo digo aquí con entera satisfacción y con entera confianza: Soy marxista leninista y seré marxista leninista hasta el último día de mi vida. Hasta hoy lo había ocultado porque sabía que de haberse conocido antes el pueblo no lo hubiera seguido”, este hecho era ya conocido por el militante comunista Oswaldo Dorticós Torrado, quien había destacado la orientación marxista de la revolución cubana y como de manera deliberada se le había ocultado al pueblo cubano, pues en sus palabras el socialismo y la naturaleza comunista del modelo impuesto por Fidel Castro, asustaba aún a la clase obrera.
La traición y el engaño estaban servidos, lo que vino después fue consecuencia lógica de esta premisa, Cuba pasaba a ser un satélite caribeño de la URSS, una colonia y un calco en lo económico, en lo político, en lo cultural, en lo científico y en todos los órdenes de la vida republicana.
A partir de entonces todo vestigio de libertad individual o colectiva desaparece, y la isla entera, de San Antonio a Maisí, queda convertida en una enorme cárcel rodeada de agua, con un sólido paredón de fusilamiento que comienza a cobrar rápidamente una cuota diaria de sangre cubana. El sistema de represión interna es feroz e implacable y sus técnicas copiadas de los de la metrópoli moscovita, contando con la Dirección Nacional de Inteligencia (asesorada directamente por rusos). Igualmente se crean los adefesios de Comités de Defensa de la Revolución (CDR), manifestando ese gusto perverso de los regímenes con naturalmente fascistoides y gansteriles, de usar siglas para hacer más limitado al lenguaje y empobrecer la gnosis y el alma, estos comités llevan un control por calles y vecindarios de todas las actividades cotidianas, ni los niños escapan a su férrea vigilancia: para ausentarse del domicilio hay que informarlo al líder de la calle de los CDR, so pena de encontrar el inmueble sellado y la acusación de incurrir en actividades contrarrevolucionarias.
Para que el lector tenga una idea clara de la crueldad de estos comités de vigilancia, al no existir la propiedad privada, hasta los enseres son propiedad del Estado y para sacar cualquier cosa del inmueble, debe de contarse con el apoyo y autorización de los CDR, pues se vive en una República comunista. Los CDR son los responsables de organizar los actos oficiales y garantizar la concurrencia del público, hasta los aplausos son vigilados. No cabe duda de que los comunistas son unos maestros a la hora de garantizar y planificar el respaldo popular.
El régimen carcelario es un verdadero círculo infernal, digno de ser cantado por Dante y Virgilio, prisiones importantes como el presidio modelo de Isla de Pinos, en la parte occidental de la Isla y la cárcel de Boniato en la zona oriental fueron minados con explosivos durante la invasión de Playa Girón ( Bahía de Cochinos) en abril de 1961. Por espacio de dos años, unos 4800 presos políticos, hacinados a razón de 1.200 en cada circular – cuya capacidad normal era para albergar a 550 reclusos- vivieron encerrados sobre aquel infierno explosivo, amenazados de ser volados constantemente por el régimen.
Para obtener información de los presos políticos la tiranía recurre a dos métodos la tortura física y la psicológica o mental. El procedimiento es variado y extenso en crueldades, el método de tortura llamado “las latas”, consiste en mantener totalmente desnuda a la víctima y con los pies descalzos, de pie sobre dos pequeñas latas, allí permanecen sin recibir alimentos ni agua, hasta que agotado, exhausto de energía cae desplomado. Entonces se le aplican agudas descargas eléctricas para reanimarlo, a fin de continuar la tortura. Y así prosigue hasta forzar una declaración o producir la muerte.
Otro método es el de la intemperie, en donde también desnudo y en noches lluviosas, se le somete al reo a oprobiosos vejámenes y bayonetazos, luego se les azota y se es rociado con agua del mar. Igualmente la víctima es encerrada por varios días en cuartos estrechos que por falta de espacio les obliga a estar de pie, impidiéndoles el sueño, pues a intervalos las paredes son estremecidas por fuertes golpes para provocar el desequilibrio nervioso y arrancar la confesión. Posteriormente es defenestrado a un cuarto espacioso e iluminado con potentes reflectores, que causan daños irreversibles a la vista y producen un calor asfixiante, que lleva a la desesperación.
Igualmente son torturadas las mujeres, se las mantiene incomunicadas, no reciben atención médica. El sistema carcelario es tan infrahumano que se han dado casos en los cuales las presas han perdido brazos, senos y piernas sin recibir atención facultativa.
Las “bartolinas”, son locales estrechísimos, en los cuales se vierte agua hasta la altura de un metro y el detenido permanece de pie, no pudiendo adoptar otra postura, viéndose forzado a realizar sus necesidades fisiológicas en el mismo lugar, produciendo graves infecciones. Otra práctica perversa constituye encerrar al detenido en cuartos cava, que provocan lesiones circulatorias las cuales degeneran en gangrena, el paredón y el fusilamiento son el último pero seguro lugar para quien disienta de la perversidad en el poder.
Los fusilamientos simulados, con la finalidad de amedrentar y aplastar la voluntad del prisionero al anunciarle que será fusilado, son conducidos al paredón haciéndole creer que será ejecutado, apuntándole y produciendo una descarga con salvas, este engendro diabólico produce en la victima su desquiciamiento a nivel del sistema nervioso, causándole lesiones en los centros vitales y otros trastornos permanentes.
La cantidad de presos y las condiciones de hacinamiento han llevado a la tiranía a habilitar inhóspitos cayos y construir campos de concentración, en donde los presos comunes y políticos, son adoctrinados bajo la consigna del marxismo, la justicia revolucionaria se basa en la culpabilidad a priori, todos los cubanos viven bajo un ambiente de sospecha y de amenaza de ser convertidos en rehenes del horror de la tiranía, todos los presos son sometidos a las más crueles torturas corporales en las prisiones de “Tres Maceo” y “San Ramón” cerca de la Sierra Maestra, los prisioneros son encerrados en unas celdas llamadas “gavetas”, en las cuales embuten literalmente a tres hombres, sin espacio para moverse y en medio de sus desechos, una práctica absolutamente inhumana.
El grado más sombrío y abyecto de la tiranía de Fidel Castro es la de transfundir la sangre de los reos quienes serán fusilados, para que su sangre sea usada por los milicianos enviados a Vietnam, Laos o Angola. El propio Castro da fe de este hecho vampiresco -sin paralelo en el mundo civilizado- cuando en un discurso radiado en 1961 manifestó: “No crean los contrarrevolucionarios que, por el hecho de morir infamemente en el paredón no serán útiles a la revolución cubana, la sangre de estos traidores se está extrayendo para salvar la de los heroicos milicianos dispuestos a morir por la patria”.
No es de extrañar que bajo el terror y la destruida e inexistente economía, los cubanos se lancen al mar en procura de llegar a suelo norteamericano o morir en el intento, quienes logran salir por el aeropuerto son sometidos a unos agotadores interrogatorios por parte del G2, la tenebrosa y eficiente policía política del régimen, pero con mucha frecuencia en lugar de salir se quedan alojados en una celda.
Esta descripción pormenorizada es extraída de la obra de Salvador Villa Cuba, cenit y eclipse, la cual paradójicamente se publicó en Venezuela; de la misma conservó un ejemplar que le fuera obsequiado a mi padre, por el propio autor, en sesenta y dos años, la muerte, la sensación de sospecha, el atropello, las golpizas propinadas por los seguidores de esta perversa manera de ejercer el poder a los disidentes, han sido acompañadas por los gritos de ira, que repiten ¡Viva Fidel!, o sí se trata de una despojo de los ruinosos inmuebles de la isla, los gritos de ¡Esta casa es de Fidel! El oprobio, la ignominia y el éxodo son las constantes en esta isla, a la caída de la URSS sobrevino una gran tribulación durante buena parte de la década, pero el ascenso de Chávez al poder en 1998 supuso el sometimiento de una nación petrolera de 30 millones de habitantes a una isla tiranizada con apenas 11 millones de habitantes, aprovechando la inmediata seducción que sintió Chávez hacia la personalidad de Fidel Castro, los vínculos de Venezuela a Cuba han cambiado los centros de toma de decisión desde Caracas hacia La Habana.
Los hechos del 11 de julio definen que existe la misma intención violenta y represiva en ambos regímenes, de hecho, las protestas en Cuba han sido aplastadas por una brutal represión reconocida y hecha potable por Díaz Canel, lo propio ocurre en Venezuela, inesperados cortes de internet, única vía libre de comunicación en nuestro país, la descripción por parte de nuestros jerarcas de que lo que ocurre en Cuba es un hecho mediático, y el paralelismo con el cual Diaz Canel responsabiliza de las protestas a la acción externa.
Cuba está destruida, sus habitantes están movidos por el deseo de cambio, la sociedad de la comunicación pone en aprietos el sostenimiento de la falsa idea de normalidad, las desigualdades sociales cada vez más marcadas entre los jerarcas del régimen conjuntamente con los asociados al mismo y el resto de la población, literalmente han partido en dos a la sociedad cubana, los que tienen acceso a euros y dólares y las grandes mayorías atadas al peso cubano, las tensiones de la pandemia y el reconocimiento de la inviabilidad llevaron a toda la isla a protestar desde San Antonio hasta Maisí, a levantarse contra décadas de ignominia; son sus hombres nuevos, los que a gritos, empellones y bajo la seguridad del arresto se exponen, pues el hambre les obligó a comerse el miedo.
Estos hechos, aunque no logren cambiar los destinos de la isla, suponen un hito en el desarrollo histórico y social de Cuba, atrofiado y amputado por la tiranía de los Castro, protestas masivas en la isla del silencio, la tortura y el horror suponen al menos cierto grado de cualidad indemne que aun reside en medio del daño antropológico denunciado por Aguilar León, daño que persiste pero que esta vez, insuflado por el hambre y la comprobación fáctica de la estafa revolucionaria, hicieron que toda Cuba, cual fuente ovejuna se echara a las calles. La libertad se encuentra aún lejos, la omisión cómplice de los organismos internacionales, salvo la postura valiente del uruguayo Almagro, han sido comunes, sin embargo, el valiente secretario de la OEA, como siempre se ha hecho dueño de su relato y de manera clara, ha manifestado que no cohonestará las violaciones a los derechos humanos cometidos en Cuba.
“Por ahora” bajo esa providencial frase pronunciada por el perpetrador de nuestra desgracia colectiva quien entrega nuestra soberanía a los designios de Fidel Castro, situación que se mantiene hasta el punto de que el propio Diaz Canel fue investido de una banda presidencial por las manos de Nicolás Maduro, con el tricolor patrio en el pecho de un extranjero, trascendiendo del plano simbólico al factico y tangible; Venezuela es un satélite cubano, y así lo demuestra la brutalidad y similitud en sus actos represivos.
Finalmente, es muy probable que las protestas sean reprimidas, pero Cuba no será la misma, sus habitantes perdieron el miedo o no tienen nada que perder, tal vez no se llegue al Cenit, pero el eclipse que ha durado sesenta y dos años sufrió un importante movimiento, el movimiento de liberalización es expansivo, explosivo y absolutamente impredecible. Los cubanos quieren Patria y Vida, anhelos de libertad y superación, dignidad y progreso, decencia y bienestar. Que la libertad se imponga y si no, que sea esta el comienzo de un proceso de liberalización que pueda llevar a una transición, aún es muy pronto para esperar que la misma sea progresiva, pero al menos el hecho de la protesta masiva es un parte aguas en la historia cubana, la crueldad del régimen los describe en maldad, es su impronta y su marco común de pensamiento, este hecho inédito subyace en la capacidad y el deseo de vivir en dignidad, de procurarse y de desarrollar capacidades para la libertad.
La simple pregunta ¿Cuba del eclipse al cenit?, nos lleva a incorporar esta variable en nuestros marcos de análisis, y por ahora Cuba no será jamás igual, tendrá que resolver y ocuparse de temas internos importantes para subsistir, y tal vez deje huérfano a Maduro y su tiranía siamés, vienen tiempos convulsos de represión y brutalidad pero seremos testigos de este inédito hecho en una tiranía monolítica, que al parecer tiene fisuras importantes.
Pueblo que se somete, perece.
José Martí
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