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May 10, 2025


A 10 años de su deceso

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Gustavo Amador López en compañía de su esposa, que hoy tiene 100 años

Hoy transcribo las palabras que pronuncié en la Basílica Menor Inmaculada Concepción de Mérida, en la misa  funeral con motivo del fallecimiento de mi padre, Gustavo Amador López, el 28 de febrero de 2015. 

«Amigas y amigos, gracias por haber venido. Todos los que aquí estamos por alguna razón somos parte de la siembra que hizo mi padre. Y como su siembra fue buena, la cosecha ha sido extraordinaria. Seguramente ustedes pensarán que estoy loco por decir que me siento feliz. Pero, es que tengo una concepción muy distinta de lo que es la muerte para lo cual en esta sociedad a nadie se prepara para recibirla  cuando de las mas diversas maneras se hace presente. Déjenme decirles que en mi familia sobre todo mis hermanos me toman el pelo cada semana preguntándome:  a cuantos velorios o sepelios fue esta semana, porque me encanta acompañar a los amigos en momentos como estos. Por cierto, que lamento no haber podido acompañar a la familia de Rafaelito Marquina y de Doña Bertha de Lobo, pero estábamos atendiendo a Papá.  A las personas más cercanas siempre les he dicho por qué llorar cuando alguien muere y la mayoría me decía porque no es su papá o su mamá, y hoy tengo la oportunidad de ratificarlo, ¿qué vamos a hacer con llorar? Es posible que la emoción nos embargue y asomen algunas lágrimas y se nos quiebre la voz, pero no por la muerte, porque esta es parte de la vida, que al igual que un tren que debe recorrer muchas distancias tiene numerosas estaciones. La primera, cuando se es concebido, la última a la que casi todo el mundo teme pero nadie puede evadir y a la que Gustavo Amador López hoy llega. Y es tan complejo que muchísimos de la primera estación van directo a la última por aborto, por nacer muertos, o porque nacieron vivos y a las pocas horas fallecen. Porque luego de nacer, cada día es una estación. Pero en el caso de mi padre todo ha sido tan perfecto que pudo recorrer a lo largo de sus 90 años todas las estaciones. Cuando llegó a la segunda estación se encontró con que no había padre porque él fue producto de un amor prohibido y perseguido en aquellos  años  y no de una unión  legal. Pero tuvo la suerte de tener como padre y madre a una mujer excepcional que con el oficio de costurera lo formó y lo convirtió en un gran hombre. Creo no pecar si digo que fue un verdadero patriarca.  Cuando vamos a un acto como este y abrazamos a los familiares del fallecido, les decimos acompañándolo en la pena,  mi sentido pésame o, lo acompaño en su dolor. Y debo expresar  por lo menos en mi caso que no hay pena, no hay pesar ni mucho menos dolor. Porque, felizmente, mi Papá no tuvo que esperar morir para que alguien dijera que fue un hombre bueno, o un buen hombre, porque muchísima gente se lo dijo en vida, reconociendo su obra. No dudo que aquí habrá alguien que alguna vez haya dicho que se graduó gracias a una beca que le dio el profesor López o que está jubilado porque el profesor López le dio o le ayudó con el trabajo. Y hasta he escuchado decir: «Todos los días le doy gracias al maestro Gustavo». 

Porque él hizo de la política un apostolado a través del cual impulsó el desarrollo y progreso de Mérida y ayudó a todo el que pudo sin importar quién era ni cómo pensaba ideológicamente, además de ser un practicante ortodoxo de la democracia comenzando por su hogar. Tuvo siempre claro que su misión era servir. Por eso, es un ejemplo de moralidad republicana, nunca aprovechó su protagonismo partidista o gubernativo para enriquecerse. Puedo contarles dos anécdotas: siendo secretario general de Gobierno, una empresa de Caracas ganó una licitación para la dotación de uniformes y equipos para la Policía del estado, a la semana siguiente una persona le solicitó una audiencia y cuando estaba frente a él sacó un metro y comenzó a tomarle las medidas y al preguntarle Papá qué estaba haciendo, le respondió que la empresa ganadora de la licitación lo había enviado para obsequiarle 12 fluxes, de inmediato llamó al jefe de seguridad y ordenó su detención por pretender sobornarlo, y al director de Administración, Toñito Picón, le instruyó que anulara el resultado de la licitación, convocara una nueva, excluyendo a la empresa Mambel. Y el día que entregó la Gobernación, le pidió prestado un bolívar a su comadre Marina Rodríguez (a lo mejor está aquí) encargada del cafetín de la Gobernación para pagar el pasaje del por puesto que lo llevaría hasta la casa donde vivíamos en la Avenida 2 Lora, en la que alguno de ustedes lo recordarán  en amena tertulia con los vecinos y amigos en la puerta de la casa. Porque así sí es que se gobierna.

Y cómo no sentirnos privilegiados, si mi padre tuvo la oportunidad de llegar a todas las estaciones; en ellas conoció la pobreza, los sacrificios, el esfuerzo para superarse. La templanza para imponerse a persecuciones, cárcel y confinamiento  por no estar de acuerdo con el gobierno y querer sembrar la Democracia. En todas entregó mucho amor, pero sobre todo en aquella cuando siendo monaguillo conoció a una muchacha con cierta holgura económica que cuando iba a misa le aceleraba los latidos del corazón hasta convertirla en su esposa con quien vivió 69 años. Todo ha sido tan perfecto que muere a los 90 años y  mi madre también con 90 años no solo continúa viva sino en excelentes condiciones. Todos sus hijos, nietos y bisnietos vivos. Es decir, que se fue sin cicatrices, porque cuando muere un descendiente se abre una herida que nunca desaparece. En este caso sin heridas ni resentimientos porque a nadie le hizo daño.

Como no voy a estar feliz, si todos mis hermanos y en el caso de mi morocho Gustavo Orlando y yo, pudimos disfrutar y amar a nuestro Padre durante 68 años, porque no solo se lo decíamos con palabras sino con nuestro comportamiento diario. Que sabio mi papá, que hasta decidió en que momento moriría, eso solo lo hacen los grandes hombres, los que son capaces de desprenderse de todo por los demás, hasta de su vida. 

Dos cosas me tienen hoy y estoy obligado a pedir perdón. Y es que en la invitación oficial se me quedó por fuera nuestro amado tío Rodrigo Cadenas, el único hermano que vivió con Papá y con nosotros y que le pedía la bendición a Gustavo Amador y a quien amamos profundamente, y a mi tía Celina Briceño Ferrigni, a quien le colocaron una cruz y ya el miércoles de ceniza pasó. Y lo peor de todo, dejé por fuera a mis tíos, los hermanos de Mamá pre muertos, Hugo, Fabio y Kike, le pido a mis primos Rondón Vivas, Rondón Velásquez y Rondón Arias, acepten mis disculpas. Todo fue un olvido involuntario.

No puedo dejar de mencionar que en la noche del viernes llevamos a su lecho a un joven sacerdote de la orden las carmelitas descalzas, y allí los 10 hermanos alrededor de la cama le dimos la más cálida, sincera e inolvidable despedida. Y el sábado en la mañana Papá nos tomó de la mano a mi Mamá y a mí y jamás había sentido tanta emoción como cuando le dije: Papá,  ya está bueno váyase a descansar tranquilo que como hijo mayor le prometo que asumiré la conducción de la familia como usted lo hizo y que velaré por mi Mamá y por mis hermanos. 

En nuestra familia existe una norma no escrita, que nos obliga a todos los hermanos que aquí vivimos  y a quienes estén de visita a reunirnos en el Salado todos los domingos, nunca habíamos podido estar los 10 hermanos y papá nos reunió a los 10 este domingo en la funeraria para hacernos saber que esa norma está mas vigente que nunca. Tanto, como la unión y el amor de todos

De nuevo se impone la sabiduría de Papá, comprendió que él debía marcharse antes que mi Mamá ¿y saben por qué lo hizo? Primero porque quiso darnos la oportunidad de que ahora le paguemos a mi Mamá todo lo que ella nos dio cuando siendo niños tuvo que asumir el rol de padre y madre porque el maestro Gustavo andaba huyendo, escondido o preso y a veces no teníamos ni qué comer. Y en segundo lugar, porque hasta el día de su muerte ella le pedía permiso hasta para ir a la esquina. Convencido de que todavía le quedan muchos años por delante quiere que los años que le quedan a mi mamá los dedique a ella, sobre todo a viajar que a todas partes irá con usted en sus recuerdos y en su amor. Es verdad que mi padre es algo grande,  pero no puedo concluir sin reconocer la inmensidad de mi madre, un ser excepcional para quien solicito el aplauso de todos. Madre te amamos y admiramos tanto como a él. Bendición Mamá». 

 

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