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Candidato de Perú a la OEA promete sacar a Venezuela del centro de la agenda

Por EFE
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La excesiva presencia de Venezuela en el debate regional y la ausencia de la OEA en las crisis latinoamericanas de este año son dos factores cruciales que el diplomático peruano Hugo de Zela promete cambiar si llega a liderar el organismo continental.

Así de contundente se declara De Zela en una entrevista con Efe, tras anunciar que entra en la contienda por el liderazgo de la Organización de Estados Americanos, frente al actual secretario, Luis Almagro, y la ecuatoriana María Fernanda Espinosa, quien también manifestó recientemente su aspiración al cargo.

De Zela, que ha ejercido como vicecanciller, jefe del Servicio Diplomático peruano y embajador en Argentina, Brasil y Estados Unidos, afirma que, de ser elegido, se centrará en descomprimir la agenda y dar prioridad a otros temas de interés regional que, a su juicio, la organización ha dejado en segundo plano por atender la crisis venezolana.

En la entrevista, el diplomático peruano, que considera que va por un buen camino para lograr el respaldo necesario de 18 de los 34 Estados que son miembros activos de la OEA, detalló sus prioridades y los retos de la organización ante la convulsa situación en Latinoamérica.

Hay que descomprimir la agenda regional

—¿Por qué presenta su candidatura a la Secretaria General de la OEA?

—Tengo varias razones. La primera es que creo que la organización tiene que recuperar el papel de foro de concertación, de encuentro entre los países de la región para buscar soluciones a los problemas. Ese es un papel de la OEA que no está siendo muy activo en los últimos años y yo quisiera contribuir a que eso cambie.

Se necesita también reactivar el diálogo entre la Secretaría General y los países miembros para fijar los objetivos de trabajo.

La tercera razón tiene que ver con la necesidad de combinar el trabajo de la promoción y defensa de la democracia y los derechos humanos con los temas de desarrollo y seguridad.

—Bajo ese marco, ¿cuál sería la agenda que propone si llega a ser el titular de la OEA?

—La agenda es bien simple. No tengo una agenda propia, tengo la que tienen los países. Necesito hacer viable un mecanismo para que los países sean escuchados, puedan expresarse y sean ellos los que fijen los objetivos de la organización. Eso no está ocurriendo ahora y esa es una de las razones por las que la OEA recibe tantas críticas.

—En ese camino, se ampliaría la agenda.

—Sí, definitivamente hay que descomprimir la agenda. Se necesita dar atención a otros temas. No puede ser únicamente Venezuela. He percibido que ya hay un cansancio en la región.

Por ejemplo, los países del Caribe han alertado que constituyen un grupo que también tiene necesidades y no podemos continuar con una organización que solo se dedique a un tema, con un monotema.

En la convulsa Latinoamérica

—Son tiempos convulsos en Latinoamérica. ¿Ve un patrón en la situación al que deba responder la OEA?

—Un patrón común es la violencia. Lo segundo común es que la forma de solucionar los problemas es a través del diálogo y para eso la organización debe ser líder. Se habrá visto que en varios de esos casos la organización ha estado ausente y eso no puede ocurrir. No quiero que pase en mi etapa.

En Ecuador, por ejemplo, estuvo Naciones Unidas (con un equipo que viajó al país entre octubre y noviembre para investigar presuntas violaciones de derechos humanos cometidas durante las recientes protestas), no el organismo regional. Eso es una pena.

—Con ese panorama, ¿cuáles serían los retos?

—Bueno, hoy lo que está ocurriendo es un esquema en el que hay una polarización excesiva. Normalmente los posicionamientos de los principales actores políticos son en un extremo o en el otro del espectro. Lo que quisiera es tratar de colaborar para tener más puntos de encuentro. Eso es lo que falta hoy en día en la región.

El problema es que no tenemos un liderazgo que busque puntos de encuentro sino más bien contribuciones a esa polarización.

—Entonces, ¿básicamente quiere ser el candidato del consenso?

—Por supuesto que sí. A veces me preguntan que si estoy postulando contra Almagro y yo no estoy postulando contra él, sino a favor de un cambio en un método de trabajo, a favor del diálogo y del encuentro entre los países. En las conversaciones que he tenido con gran parte de los países miembros se siente la necesidad de que la organización impulse el diálogo y el encuentro, y yo voy en respuesta de esa necesidad.

Reforma

—En los últimos años se ha hablado de una crisis de credibilidad en la OEA, ¿cree que se necesita una reforma en la organización?

—No tengo duda de que se necesita una reforma que requiere tres elementos: establecer un mecanismo que permita que los países, que son los dueños de la OEA, fijen los objetivos de la organización.

La OEA sirve para que las naciones se pongan de acuerdo, fijen objetivos y la Secretaría debe proporcionar propuestas de acción y liderazgo para que esas metas se concreten. Eso no está pasando en la actualidad y es algo que tiene que ocurrir.

En segundo lugar, se necesitan objetivos que, en última instancia, sean en beneficio de la población. No se puede continuar pensando que la democracia se defiende solo haciendo declaraciones. Se necesitan resultados, la gente tiene que darse cuenta de que la organización tiene utilidad para ellos.

Una cosa importante en ese sentido son los proyectos de desarrollo. Por ejemplo, los países del Caribe sufren constantemente por el cambio climático y por los desastres naturales, y ese es un tema que ni siquiera se está discutiendo en la organización y allí tenemos algo concreto, directo, para el beneficio de un grupo importante de países.

Venezuela, Cuba y Nicaragua

—En el caso puntual de Venezuela, ¿cuáles son las acciones inmediatas que se deben tomar?

—Debemos procurar crear unas condiciones para una solución que tenga estas características: que sea una solución venezolana para un problema de los venezolanos. No podemos pretender imponerles una solución.

Segundo, una solución que plantee el uso de la fuerza es absolutamente inviable, porque lo único que provocaría es más muertes y violencia.

En tercer lugar, el punto de partida es que el pueblo venezolano pueda expresarse y elegir a quién quieren ellos que gobierne su destino.

—Usted fue dos veces jefe de gabinete en la OEA, una de ellas con José Miguel Insulza (2005-2015), con quien se levantó la suspensión a Cuba. ¿Continuará el proceso de integrar a la isla en la OEA?

—La situación específica de Cuba es que los países miembros de la OEA decidieron invitar a Cuba a volver a la organización y Cuba no mostró ningún interés en hacerlo. Si no hay voluntad de una de las partes, pues no hay nada que hacer.

—Otro de los países en un proceso vinculado con la OEA es Nicaragua. Con el objetivo de hallar una solución pacífica a la crisis, el organismo creó una comisión que ya anunció que el gobierno se había opuesto a dialogar, lo que abre la puerta a la aplicación de la Carta Democrática Interamericana para suspender al país del organismo. ¿Qué se espera sobre esa nación?

—En Nicaragua hay evidentemente dos tipos de preocupaciones: la violencia reciente, por manifestaciones reprimidas, uso excesivo de la fuerza, es un tema que hay que atender, un tema sobre el que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ha expresado preocupación, que es muy válida.

Y lo otro es el proceso político interno, que tiene permitir la expresión de la voluntad popular. Lo que no se puede pretender es que un país se gobierne sin atender lo que el pueblo piensa.

Bolivia y el papel de la OEA

—Bolivia atraviesa un crisis tras las elecciones del 20 de octubre, que se acentuó con el informe de la OEA sobre irregularidades en esos comicios y la renuncia del presidente Evo Morales.

—Yo veo dos etapas en esa crisis. Una primera en la que se estimuló a Evo Morales a presentarse a la reelección, y una segunda, cuando hubo los problemas electorales.

En la segunda fase la OEA obró bien, se produjo un informe que puso en evidencia ciertas irregularidades.

Hoy en día estamos en una situación correcta y positiva porque tenemos un gobierno de transición que está haciendo lo que tiene que hacer: convocar elecciones y asegurar que se lleven a cabo bajo todos los estándares normales internacionales y por lo que tengo entendido va a haber una misión de observación electoral.

—¿Entonces en la primera etapa se cometió un error al respaldar la reelección de Morales?

—Eso fue lo que ocurrió. Y creo que los acontecimientos demuestran que no fue la mejor idea.

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