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Covid-19: hay que enfocarse en el origen del problema

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Por Alejandro Luy, gerente general de Fundación Tierra Viva

Las noticias en torno a la epidemia del coronavirus covid-19 dan cuenta de los efectos que esta ha tenido en términos de enfermos, fallecidos, alteración de la dinámica de países y por supuesto de la economía.

En una entrevista de BBC a Peter Daszak, ecólogo de enfermedades y presidente de EcoHealth Alliance, señala que su organización ha estimado que la epidemia del covid-19 ha costado más de 100.000 millones de dólares. Industrias paralizadas o trabajando a media máquina, disminución de vuelos aéreos, cancelación de reservaciones en hoteles y cruceros, suspensión o reprogramación de eventos masivos incluyendo congresos, reuniones técnicas y eventos deportivos, suspensión de actividades comerciales y escolares, “paralización” de regiones o países, son una pequeña muestra de cómo la economía –y la vida misma– ha sido trastocada por una enfermedad en pleno siglo XXI, que apenas empieza.

La abundante información que se transmite por los medios de comunicación y redes sociales luego de dos meses de iniciada la epidemia está enfocada en la expansión, los afectados, los países que empiezan a reportar casos o las estrategias que se implementan para primero prevenir y luego contener la enfermedad, así como sus consecuencias.

Mientras esto pasa, se hace necesario recordar cuál es el origen de este gran problema de efectos mundiales, y allí volvemos a la entrevista mencionada anteriormente. En ella, a la pregunta: ¿Por qué las enfermedades como el coronavirus son cada vez más frecuentes? Peter Daszak señala:

Las causas subyacentes de las enfermedades emergentes están determinadas por lo que hacemos en el mundo, en el medio ambiente cerca de la vida silvestre. La mayoría de los animales salvajes portan virus, y algunos de ellos pueden infectarnos y volverse letales.

A medida que hacemos más contacto con la vida silvestre en nuestras actividades cotidianas, como la construcción de carreteras, la tala de bosques, el comercio de especies silvestres o la agricultura, estamos expuestos a estos virus.

Entre las enfermedades nacientes de esa situación se encuentran el VIH, el ébola, el SARS, y el covid-19.

Entonces, es necesario alertar a los gobiernos de la necesidad de –entre otras– regular efectivamente el comercio y consumo de fauna silvestre legal e ilegal, la fuente de origen a un problema mundial que está asociado mayoritariamente a prácticas “culturales” que deben ser erradicadas pero que requieren un serio compromiso de los países con relación al cumplimiento de las leyes para la conservación de la diversidad biológica.

Las noticias dicen que China ha empezado a cerrar mercados de animales silvestres, como el de Wuhan, el foco del covid-19. Pero, efectivamente, habrá cerrado todos los mercados. Y qué pasa con los otros mercados de animales silvestres que abundan en los países asiáticos, africanos y americanos.

Si los gobiernos “acusan el golpe” económico que ha representado el covid-19 (y que aún no acaba) quizás se tomen más en serio el combate al tráfico de fauna silvestre como estrategia no solo para la prevención de la pandemia sino para la conservación de la biodiversidad frente a una de sus principales amenazas. Pero la mayor preocupación, a la cual también se refiere Daszak es que “tenemos una amnesia colectiva: olvidamos las pandemias después de que suceden”.

Serán 100.000 millones de dólares en pérdidas, un buen antídoto contra la falta de memoria.

 

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www.tierraviva.org

Alejandro Luy es biólogo con maestría en Gerencia Ambiental.

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