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El Chigüire Bipolar: sátira para entender un país

La página de parodia se ha convertido en una referencia para ilustrar las circunstancias extremas de Venezuela. Creada en 2008 por Juan Andrés Ravell, Oswaldo Graziani y Elio Casale, muchas de sus publicaciones han rozado de tal manera la realidad que a veces sus lectores se las creen. En otras ocasiones hasta se han adelantado a situaciones que terminan por ocurrir. Casale cree que esto se debe a que son un medio satírico en un país en el que no se respetan los límites, entonces la línea entre realidad y ficción se desdibuja
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Si bien es una página satírica, en sus 16 años El Chigüire Bipolar se ha convertido en una referencia para entender la Venezuela de hoy. Hay chistes que pueden ser muy graciosos y, a su vez, ilustran la situación extrema de un país que, casi tres meses después, aún no tiene resultados oficiales de la elección presidencial en la que Nicolás Maduro fue proclamado ganador con incontables pruebas en contra.

El tema principal de El Chigüire Bipolar es la política, aunque al pasearse por su página y redes sociales —Instagram es, hoy día, quizás la más popular de las que manejan— hay temas que van desde el deporte hasta la tecnología o eventos importantes del entretenimiento como los premios Oscar. En su feed se pueden encontrar, una tras otra, publicaciones con titulares contrastantes. Algunos ejemplos recientes: “Gobierno busca romper relaciones con España para afectar a muchos venezolanos y a cero españoles”, “Ohtani hace historia al convertirse en el primer pelotero que no ha ido a un burdel” o “Tren de Aragua inaugura el call center más grande de Latinoamérica”.

Muchos titulares, por más absurdos que parezcan, han llegado a ser golpes de realidad, porque por medio de la risa y el sarcasmo también se puede reflexionar en medio de un contexto autoritario en el que se intenta imponer normalidad. Algunos de ellos podrían ser “Seniat multa a señora que no está borracha con ponche crema en octubre” o “Maduro contrata grupo de gaitas para que toquen durísimo cuando alguien pregunte por las actas del CNE”.

 

 

Sátira, pero la realidad muchas veces se parece o ha superado las publicaciones de El Chigüire Bipolar. Lo demuestran hechos como que, en un país que tiene más presos políticos que Cuba y Nicaragua, plazas, avenidas, calles o edificios del sector público están, en octubre, vestidos de Navidad. En San Bernardino, por ejemplo, justo frente a Corpoelec se instaló un arbolito enorme que deja poco espacio para que los peatones pisen la acera y, unos metros más allá, se erigió una estatua del fallecido presidente Hugo Chávez.

Ganador en 2017 del Premio Václav Havel a la Disidencia Creativa, El Chigüire Bipolar fue creado en 2008 por Juan Andrés Ravell, Oswaldo Graziani y Elio Casale, bajo la agencia Plop Contenido, de la que también han surgido producciones como Isla presidencial o Nada que ver para Sony Entertainment Television. Los tres coinciden en que, en efecto, la realidad ha superado la ficción o, en otras ocasiones, la página satírica se ha adelantado con sus chistes a situaciones que luego ocurren. Algunos de esos adelantos, que Graziani compara con las “premoniciones” de Los Simpson, han sido la separación de Chyno y Nacho, la conversión al chavismo de Winston Vallenilla o la aparición de billetes de altísimas denominaciones que sirven para comprar muy pocas cosas.

“La Venezuela de estos últimos años es una Venezuela en la que no hay respeto por la forma. Tú ves que hay diputados que van a la Asamblea en mono o como si fueran profesores de educación física”, explica Casale en una conversación por Zoom junto a Ravell y Graziani. “Cuando la realidad te demuestra que no respeta las formas, y nosotros tampoco las venimos respetando, la línea entre lo que escribimos y lo que pasa se vuelve súper tenue”, añade el guionista y humorista que actualmente trabaja en una novela que espera publicar a finales de año.

 

El Chigüire Bipolar adelantó la aparición de billetes de altísimas denominaciones para comprar pocas cosas | Cortesía

 

Graziani recuerda que ya hay una frase icónica venezolana en Internet para referirse a la extrañeza de una publicación: “Esto parece una noticia de El Chigüire Bipolar”. Es algo, dice el director creativo, que ahora conduce el podcast Chiste interno, que como editores de la página no pueden controlar. “El otro día El Chigüire publicó un post sobre que los venezolanos íbamos a necesitar visas para entrar a Venezuela. Lo leí y dije que este es el típico post que en dos o tres años diremos que es verdad. No es algo que controlamos nosotros. Como dice Elio, la realidad nos supera a veces”.

Quizás el caso más disparatado para referirse a la línea entre realidad y ficción ha ocurrido con la portada de El Nacional del 5 de febrero de 1992 que El Chigüire Bipolar intervino para criticar la tibieza de la democracia ante el intento de golpe de Estado de Chávez. Tal imagen tiene titulares como: “Ismael García: ‘Chávez es lo más parecido a Dios que existe” o “Admite Caldera: ‘Si yo fuera presidente soltaría a esta gente de inmediato”. La portada intervenida fue luego publicada en un libro de historia de Venezuela distribuido por el Ministerio de Educación y es habitual que alguien en redes sociales la difunda como verídica, pero siempre aparecen internautas que explican su origen.

“Dependiendo del momento en que estoy, me siento sumamente mal de que eso haya pasado o sumamente bien. Un debate que suelo tener con amigos, los mismos de El Chigüire, es sobre si eso el gobierno lo hizo a propósito o si fue simplemente porque se creen su propia realidad y están tan aislados de la verdad que leen algo así y se lo creen”, reflexiona Graziani, que hizo el ejercicio de buscar en la Hemeroteca Nacional la portada original y se dio cuenta de que es muy diferente.

 

Portada de El Nacional del 5 de febrero de 1992 intervenida por El Chigüire Bipolar

 

“Es súper sangrienta”, subraya Ravell. “Es una portada muy trágica”, añade  Graziani.

El momento de seriedad en El Chigüire ocurre solo una vez al año, el 28 de diciembre, Día de los Inocentes. Como en los medios impresos existía la tradición de publicar chistes en esta fecha, la página satírica ha hecho todo lo contrario al lanzar editoriales que, aunque están en un medio de comunicación humorístico, contienen opiniones que resuenan mucho entre los lectores y que podrían convertirse en documentos para entender la Venezuela de hoy. El del año pasado, titulado “Cuando los culpables fueron inocentes”, es una crítica a la investigación que realizó la Fiscalía sobre el caso Canserbero y la opacidad alrededor del caso del exministro Tarek el Aissami, detenido, según la información oficial, en abril de 2024 por desfalco a Pdvsa.

“La justicia, cuando solo es narrativa en reacomodos políticos, no es justicia, es una transacción de poder. La Justicia, cuando es narrativa de coyuntura electoral no es justicia, es campaña. En el subsuelo quedan aún cientos de casos de corrupción y muchos otros crímenes impunes; pero el timing político no favorece esta ‘justicia express”, dice parte del texto.

Ravell confiesa que los artículos del Día de los Inocentes requieren más trabajo y debate que una publicación normal, por eso prefieren mantenerse en “el mundo de la joda el resto del año porque si no terminaremos degastados”.

“Requieren mucho debate, muchas conversaciones, ponerse de acuerdo en temas complejos y hasta un poco de investigación. Son posts para los que nos preparamos mucho y creo que es una forma de decirle a la audiencia que si quisiéramos podríamos hacer esto, pero preferimos no hacerlo”, explica el director del documental Una pauta peligrosa: descubriendo la corrupción en la Venezuela de Maduro, que narra los detalles del trabajo investigativo de Armando.info sobre el caso Álex Saab.

 

El caso Canserbero fue uno de los temas que El Chigüire Bipolar abordó en su editorial del año pasado | Archivo

 

Casale, para referirse a cómo se percibe El Chigüire Bipolar, afirma que en los últimos años se le han acercado corresponsales extranjeros que se toman muy en serio la página y que la usan como termómetro de la opinión pública venezolana. Ravell considera que, en serio o no, al final lo que publican son artículos de opinión y no géneros periodísticos más enfocados en la objetividad como el reportaje o la crónica. “Es opinión y es un poquito populista. Porque siempre es apuntar hacia el pulso de lo que la gente siente”, dice.

En el fondo, lo que realmente están parodiando, suma Graziani, es el periodismo: “Recuerdo que al principio nosotros queríamos escribir un artículo y buscábamos uno real para entender realmente la estructura. El párrafo inicial, el desarrollo, el cierre, y mantener esos elementos periodísticos casi intactos”. “Creo que por eso mismo mucha gente se los toma como ciertos y caen por inocentes. A fondo son artículos de humor escritos con la estructura de una noticia clásica: lead, presentando el quién, el qué, cuándo, dónde. Todo eso”, advierte Casale.

El Chigüire Bipolar, referencia del humor político

El Chigüire Bipolar no es solo la página que convirtió al chigüire —un roedor que, con distintos nombres, habita varios países de Suramérica— en un ícono por medio del humor y la sátira, también ha sido un espacio por el que han pasado comediantes hoy de renombre como Led Varela, Víctor Medina “Nanutria” o Chucho Roldán. De algún modo se ha convertido en una suerte de escuela de humor en el país, algo en lo que Graziani coincide.

“Creo que también es crédito de Plop, la agencia, y los múltiples proyectos que hicimos. Todo nace un poco del proyecto de Sony que hicimos. Experimentamos con humor político. También por el éxito en las redes sociales. Porque al final, aunque no fue controlado, vimos cómo los videos se viralizaban en YouTube en el año 2007, cuando estaba muy nuevo. Vimos ese potencial”, describe el director creativo.

Se refiere Graziani a proyectos como la serie Nada que ver, creada por él y Ravell, animada por la productora argentina Encuadre y transmitida por Sony. Aunque era humor político, el enfoque era muy regional y ellos querían trabajar con temas locales que luego desarrollaron en Isla presidencial, que contó también con la escritura de Casale. “Recuerdo que solíamos conversar sobre que queríamos hacerlo más local, o sea, hacer un chiste de (Antonio) Ledezma y que la gente lo entendiera. En cambio, para Sony tenía que ser más regional”, explica Graziani.

 

 

El piloto de Isla presidencial, que salió hasta 2014, se hizo antes que el El Chigüire Bipolar. Por eso al ver los episodios de la exitosa serie, disponibles en YouTube, es notable un estilo que ha atravesado las publicaciones de la página satírica: la irreverencia, la gracia, el absurdo, el humor político y la denuncia. “Nosotros teníamos la idea equivocada de que era un programa de televisión. Entonces yo iba a ferias de televisión. Nos reuníamos con MTV, HBO, qué sé yo, para tratar de vender este show de presidentes en una isla. Nadie lo quería comprar. En paralelo empezamos a hacer El Chigüire”, cuenta Ravell.

Hoy día parecería obvio que Isla presidencial era un producto de El Chigüire Bipolar, explica Ravell, pero en ese momento no lo veían. Graziani recuerda que incluso tenían guardadas ilustraciones que nunca salieron. Supuso un proceso largo comenzar la idea y lanzarla, al final, a través de El Chigüire: “Eso fue casualidad. Como dice Juan, no fue un plan macabro de nadie, fue simplemente suerte, casualidad. Entender en algún momento que era nuestra oportunidad de poner la serie en El Chigüire. Creo que a Isla le va así de bien porque El Chigüire la presentó”.

Casale cree que El Chigüire Bipolar ha logrado su posición actual gracias a la constancia del equipo incluso en los momentos más difíciles, y además porque se han ido refrescando con el paso del tiempo. Aparecen nuevas herramientas y en la página procuran adaptarse. En 16 años han pasado por los inicios de YouTube, la viralidad en Twitter (ahora X), el posicionamiento en Instagram, donde la gente se desahoga compartiendo sus posts en las historias, hasta tener más de 150.000 seguidores en el frenético mundo de TikTok. En un país, subraya el guionista, en el que ya existía un gusto tradicional por la parodia.

Graziani apunta: “Hay mucho de lo que Elio dice. Había una base de una sociedad que ya estaba acostumbrada a la parodia. Para mí El Camaleón —encartado satírico de El Nacional que salió hasta 2003— fue importantísimo. Esperaba todos los viernes para leerlo. Ver que hay gente que se refiere a El Chigüire de ese modo creo que habla un poco de que esto era una tradición que se perdió por muchas razones, la crisis política, la crisis de los medios”.

 

Foto de Messi intervenida por El Chigüire Bipolar para el texto «Messi lesionado tras chocar contra tonina en el Monumental de Maturín»

 

“Nos acompañaron la suerte y estos cambios trascendentales en temas de medios como la llegada del blogging o las redes sociales. Que se nos diera la oportunidad de hacer algo, escribirlo, montarlo y que lo viera una audiencia de inmediato. Obviamente más el contenido, no es que cualquier cosa hubiese funcionado”, añade.

Ravell menciona el problema de la censura. El hecho de que se desmantelara el humor político hizo que, estando bien posicionados, pudiesen llenar ese espacio de otro modo. En ese momento, sin embargo, no eran tan conscientes de lo que estaban haciendo. Consideraban el blogspot de El Chigüire Bipolar, la manera en que comenzaron, muy poco profesional. Incluso acudieron a una reunión en El Nacional para intentar ser un encartado y no fue fructífera. “No salimos tristes o deprimidos, pero pensamos que no iba a pasar, que seguiríamos siendo la nada, un blogspot y ya porque no somos impresos. Con el tiempo resultó ser que estábamos bien posicionados para lo que venía”.

Trabajo en equipo

En El Chigüire Bipolar cada uno de los fundadores y el equipo ha dejado huella con su talento para sostener el proyecto. Si bien no hubo un plan sobre la función de cada quien, Casale recuerda que Ravell tuvo la estrategia desde el principio,  Graziani tiene una gran capacidad para generar ideas y él las escribía o hacía los montajes.

“Y nos pisábamos en el buen sentido. Por ejemplo, yo era un enfermo de hacer coberturas en vivo. Pero de repente un día no podía y estaban Oswaldo y Elio montados en ese Twitter haciendo la cobertura de alguna cosa que estuviese pasando, como un Miss Venezuela”, responde Ravell.

Entre todos también se encargaron de la búsqueda de talentos. Tienen una filosofía que consiste en contratar personas talentosas sin importar si está clara la función que va a cumplir. “No sabes dónde va a estar. No sabes si existe el cargo. Si ves a alguien talentoso lo contratas y ahí se ve qué se hace con esa persona. En la Venezuela de ese momento la economía permitía tomar esos riesgos”, explica.

Graziani pone como ejemplo el episodio de “La pesca” de Isla presidencial para referirse a cómo entre todos suman a los proyectos. La historia la lanzaron urgidos porque el primer episodio de la serie se viralizó y no tenían listo el segundo. Tuvieron que producirlo, por tanto, en un solo plano. “Yo me puse a buscar el primer draft que escribí antes de que Elio lo agarrara y es el perfecto ejemplo de cómo es el trabajo en equipo. Estructuralmente el guion estaba muy bien, tenía la historia que queríamos. Pero Elio metió detalles en color. Fue el trabajo colectivo. Emilio Lovera con su acting. O el hecho de que uno de los mejores chistes de ese episodio, el pescado cometiendo harakiri, lo metieron los animadores sin pedir permiso y nos gustó”.

 

 

Ese episodio, por su redondez o por el hecho de que se hizo con poco presupuesto, es el favorito del humorista, que destaca asimismo el trabajo en detalle que le dio Ravell, quien considera que, aunque no lo sabían todavía, el trabajo que estaban haciendo era el de showrunners. “Yo de cierta forma estaba dirigiendo y estaba metido en la animación. Lo que pasa es que nos poníamos como creadores y nos sentíamos muy importantes”, afirma el director. “Exacto, eso era suficiente, eso resolvía todo”, agrega Graziani.

A la hora de enfrentar la censura también han procurado, dice Ravell, ser astutos e inteligentes en cuanto a estar atentos al timing de la política. Saber qué líneas no cruzar y esperar el momento para hacer las cosas: “Por ejemplo, con la muerte de Chávez nosotros no nos íbamos a burlar de eso. Hicimos un post un poco más neutro. Era algo así como ‘Planeta tierra continúa su movimiento de traslación y rotación”.

En cuanto a si les ha afectado la cultura de la cancelación, Graziani considera que  El Chigüire Bipolar ha estado blindado porque, como nadie firma, quién va a cancelar a un chigüire dibujado. “Eso nos da poder. No fue planificado. Pero nos permite salirnos con la nuestra en otras cosas”. Pero sí han recibido críticas o acusaciones con temas como el de la diversidad sexual, pero es una “cancelación al revés”, señala Ravell, porque los acusan de “progres”.

Graziani explica que cuando El Chigüire Bipolar nació el humor político estaba de moda, pero con el paso de los años la política se volvió más traumática con noticias que no daban risa, entonces concluyó que para que el humor político funcione es necesario que haya algo de esperanza, porque si no lo que se está promoviendo es el cinismo. “Si me preguntas el apetito que había con el humor político antes del 28 de julio te diría que era muy poco. Lo que vino después fue un renacer, relativamente efímero, porque la esperanza había vuelto. Hay un tema sobre la relación entre esperanza y el humor político”.

La comedia venezolana está en su mejor momento

En su podcast Chiste interno, Graziani ha tenido la oportunidad de compartir con muchos humoristas de distintas generaciones y su conclusión es que la comedia venezolana está en el mejor momento de su historia. Las razones, sin embargo, no son precisamente positivas. “La diáspora es una. Porque de alguna forma internacionalizó el comercio de la comedia venezolana y eso lo he hablado mucho en el podcast, lo de la diáspora transformó todo”, afirma.

“Emilio (Lovera) te cuenta que antes de 2010 había dos o tres comediantes venezolanos que viajaban al exterior a presentarse en vivo, y era Miami y una que otra ciudad más. Ahorita vemos que Emilio se presentó en Omán. ¡Omán! Tuve que buscar en el mapa. Hay un grupo de venezolanos suficientemente grande para que Emilio se monte en un avión y vaya a Omán”, añade.

 

 

Cree también que hay una combinación de una buena época que tuvo la comedia venezolana de 2008 en adelante, de la que El Chigüire Bipolar formó parte, así como la movida del stand up. Lo que surgió de a partir de allí, argumenta el director creativo, fue una “camada variopinta” que ofrece una enorme cantidad de tópicos.

Ravell suma los motivos económicos: “Hubo una contracción económica a partir de 2014, jodida hasta 2018, 2019. Toda esa gente se va y de repente no hay tanto dinero para ir a un show o pagar un Patreon. Al irse esa gente hay un mercado y puedes cobrar por un show, un Patreon y se genera una economía para la comedia que antes estaba muy deprimida”.

Quizás, dice el cineasta, si la crisis no hubiera ocurrido el auge de la comedia se estaría desarrollando en el país. Pero, advierte, eso no se podrá saber. “No hay una versión alternativa de la historia”.

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