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QUERIDA SALSA In memoriam: Rubby Pérez, la voz más alta del merengue

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El mundo de la música tropical está de luto por el trágico fallecimiento del cantante dominicano Rubby Pérez tras el colapso del techo de la icónica discoteca Jet Set en Santo Domingo, República Dominicana. Conocido como «la voz más alta del merengue», Pérez dejó una huella imborrable en el género y en los corazones de sus seguidores, especialmente en Venezuela, donde su música resonó profundamente.

Nacido el 8 de marzo de 1956 en Haina, República Dominicana, Roberto Antonio Pérez Herrera, conocido artísticamente como Rubby Pérez, mostró desde joven un talento innato para la música. Como muchos dominicanos, puertorriqueños, cubanos, panameños y venezolanos, su esperanza por vivir una vida mejor, con menos aprietos económicos, estaba cifrada en el beisbol. Pero a los 15 años fue atropellado por un vehículo en un accidente que privaría a los diamantes de su talento, pero que afortunadamente para los amantes de la música, lo hizo agarrar una guitarra mientras estuvo hospitalizado iniciando una brillante carrera musical. Su hermano menor, Neifi Pérez, se encargaría de llevar posteriormente los genes de la familia a las Grandes Ligas, donde debutaría con los Rockies de Colorado en 1996.

La carrera de Rubby Pérez despegó en la década de 1980 cuando se unió a la orquesta de Wilfrido Vargas, una de las agrupaciones más influyentes del merengue. Con su potente voz y carisma en el escenario, Pérez rápidamente se convirtió en una de las figuras más destacadas del grupo.

Durante su tiempo con Wilfrido Vargas, Rubby Pérez participó en la grabación de éxitos que se convirtieron en clásicos del merengue, como «El africano» y particularmente, «Volveré». 

Sobre este tema que sería su sello de marca, Rubby contaba que durante una sesión de estudio con el maestro Vargas se le ocurrió preguntarle, porque no estaba haciendo nada en ese momento, si podía ir un momento a su casa a comer algo y volver, para así poder aguantar la maratónica sesión. El maestro Vargas, que no estaba del mejor humor, le dijo: “Sí, claro, vete, pero no vuelvas”. Así, sin anestesia, Rubby se había quedado sin trabajo y “con 200 pesos en el bolsillo” como él mismo relataba. Pero en otro punto de inflexión, tanto o más importante que aquel del accidente que le malogró la pierna izquierda, a las 3:00 de la madrugada recibió la llamada de quien es considerado -por el mismo Vargas- “El Rey Midas” de la música en República Dominicana, el productor Bienvenido Rodríguez. “Necesito que vengas al estudio, te mando al chofer para que te traiga”, le dijo Rodríguez, y las 4:00 am estaba Rubby Pérez en el estudio. Al llegar le hizo escuchar un tema que estaba supuesto a ser vocalizado por Jorge Gómez, el cantante de Wilfrido Vargas que popularizó “El jardinero”, con esa voz de soprano imposible que todos recordamos. Rubby dijo: “Maestro, eso está muy alto, yo no le voy a llegar”, pero Bienvenido Rodríguez, como buen productor, lo convenció de grabarla de atrás hacia adelante para que fuera calentando. Así fue, y así quedó “Volveré”, la canción con la que Rubby Pérez le daría la vuelta al mundo y que nunca podía dejar de cantar allá donde tuviera una presentación.

A partir de ahí, el brillo de Rubby fue tal, que en 1987 decidió emprender una carrera como solista. El lanzamiento de su primer álbum, Buscando tus besos, marcó el inicio de una exitosa carrera que lo consolidó como uno de los grandes exponentes del merengue. Canciones como «Enamorado de ella» y «Dame veneno» se convirtieron en himnos que resonaron en las pistas de baile de toda América Latina. Rubby Pérez no solo conquistó al público con su música, sino también con su presencia escénica y su capacidad para conectar emocionalmente con sus seguidores. Su estilo único y su voz poderosa lo distinguieron en un género que, en ese momento, estaba en plena efervescencia. El merengue tenía una audiencia gigantesca a su disposición, que había sido abandonada por la salsa, estancada y herida de muerte ante la imposibilidad de reinventarse y seguir vendiendo discos sin hablar de amor, sexo y episodios que ocurrían “entre sábanas blancas”. El merengue, en cambio, era fresco, joven, divertido y estaba lleno de energía. Una última reflexión para retomar este tema en una próxima entrega: el merengue, a diferencia de la salsa, no tenía connotación social. En Venezuela se escuchaba por igual en las fiestas de Petare, Caricuao y La Vega, así como en Prados del Este, El Cafetal y la Lagunita.

Hablando de Venezuela, el país ocupó un lugar especial en el corazón de Rubby Pérez, y su relación con el país fue profunda y significativa. Desde sus primeras visitas, el cantante encontró en el público venezolano una calidez y una admiración que lo hicieron sentir como en casa. Su música se convirtió en parte integral de la cultura popular venezolana, y sus conciertos en el país eran eventos esperados con ansias por sus fanáticos. Rubby incluso vivió en Caracas por 5 años, y tenía una orquesta conformada en su mayoría por músicos venezolanos. Rubby contaba cómo se emocionaba cuando los animadores de los programas sabatinos o los locutores de las emisoras de radio lo consideraban “talento nacional”. Lo de Rubby y Venezuela fue un amor incondicional y para siempre.

Además de su éxito en los escenarios, Pérez también colaboró con artistas venezolanos, lo que fortaleció aún más su vínculo con el país. Su música, cargada de ritmos contagiosos y letras románticas, se convirtió en la banda sonora de muchas celebraciones y momentos especiales para los venezolanos.

El legado de Rubby Pérez trasciende su música. Su dedicación al arte y su capacidad para unir a las personas a través del ritmo y la melodía lo convirtieron en un embajador cultural de la República Dominicana. Su influencia se extiende más allá de las fronteras de su país natal, dejando una marca indeleble en la historia del merengue y en los corazones de quienes tuvieron el privilegio de disfrutar de su talento.

En Venezuela, su música seguirá sonando como un recordatorio de los lazos culturales que unen a los pueblos latinoamericanos, y su memoria vivirá en cada nota y cada acorde que resuene en las fiestas y celebraciones. 

Rubby Pérez, «la voz más alta del merengue», ahora más alta que nunca, y para siempre.

Coda: Desde este espacio queremos enviar nuestras condolencias a los familiares de las 213 personas fallecidas aquella fatídica noche del 8 de abril de 2025, especialmente a los de los 10 venezolanos que perdieron la vida en el accidente. Tantas veces hemos estado en eventos y situaciones similares, escuchando a nuestra orquesta favorita en un local cerrado, que pensar que un momento de tanta felicidad y de tanta energía positiva termine de esa manera, es mucho más que paradójico.


Ale Marquis es músico, melómano y creador de contenidos. En su canal de YouTube se ha dedicado a resaltar el legado de los maestros pianistas de la llamada salsa. Creador junto a Luis M. Guzmán del podcast Querida Salsa, disponible en las principales plataformas de difusión.

www.alemarquis.com

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