Las dos ciudades más importantes de Venezuela son Caracas y Maracaibo. Esas dos ciudades deben estar comunicadas por una gran autopista que podría llevar el nombre de uno de los héroes más admirables, por su rectitud, por su lealtad al Libertador y por su honestidad: Rafael Urdaneta, maracucho de pura cepa.
Una autopista como la que hemos descrito hacia el oriente, hacia Barcelona. Con cuatro canales de cada lado, con hombrillos, con una isla en el medio llena de hermosa vegetación tropical, con mantenimiento constante, sin huecos, con iluminación adecuada y con señalamiento de primer mundo que indique con claridad las diferentes salidas y los accesos. La distancia y otras informaciones pertinentes para beneficio de los viajeros.
Una autopista que permita a los usuarios subirse en Caracas y bajarse en Maracaibo. O viceversa, subirse en Maracaibo y bajarse en Caracas. Autopista con un sistema de mantenimiento constante. Que no se permitan huecos ni deterioro de la vialidad o de las facilidades en la vía. Autopista sembrada a todo lo largo de facilidades para los viajeros: estaciones de servicio, restaurantes, cafeterías, pensiones, hoteles, fuentes de soda, baños impecables, etcétera.
Autopista construida y financiada por el sector privado. Firmas especializadas existen en todo el mundo: en Estados Unidos y en China y en Europa y en los Emiratos Árabes Unidos. Sería una autopista como la que une a Dubái con Abu Dabi. Sin un solo hueco. Con iluminación y señalización impecables.
Estaríamos construyendo una Venezuela del futuro bien comunicada. Acercaríamos a la Región Zuliana a la capital de la República. Estaríamos generando una enorme cantidad de empleo para superar la pobreza y estaríamos obligados a promover un sistema de educación para el trabajo que contribuya a generar empleo y oportunidades a miles de jóvenes venezolanos que hoy solo piensan en abandonar a Venezuela porque sienten que aquí no tienen oportunidades.
Seguiremos conversando.
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