Puertas de la percepción
Una puerta. Hay libros que no quieren ser narrados ni tampoco acumularse en poemas. Hay historias, sensaciones, momentos que necesitan romper la barrera de los géneros para decir lo que realmente necesitan decir. Hay libros que son mundos y no países, relatos rotos, cristales dispersos, calidoscopios, viajes donde la luz busca batientes o umbrales. Delirios que existen mejor que las realidades. Delirios lúcidos.
Este es uno de esos libros.
Otra puerta. Bienvenidos a una historia de amor en tres partes que pueden ser mil. A un amor oculto, secreto —y por lo tanto imposible. Bienvenidos a una gran escapatoria.
Una en medio del desierto. Bienvenidos al desamparo. Al lugar donde nos decimos una y otra vez que todo estará bien.
Aquella que estuvo y ya no está. Este es un libro que practica el vacío. No sé si decir un libro zen, pero sí un libro que practica el vacío de alguien que se ha vaciado de todo. Un libro del vacío como dolor que ya no duele pero que sigue siendo dolor. Un libro de caída en el vacío. Un libro que eleva la caída.
Puerta no-puerta. Este libro intenta abolir el Tiempo. Al final eso intenta la escritura, ¿no? Y el amor. Y las drogas. Y la búsqueda de la belleza. El Tiempo como el gran adversario que amplifica demasiado la materia y no al Ser. Un libro disco, un libro álbum que suena para que todo lo demás haga silencio y vacío.
Nick Drake, Syd Barrett, Cocteau Twins.
Puerta bajo el agua. En este libro está el mar, y las olas y el color del mar.
Paraguas, máquina de coser, mesa de disección. Este libro nace de los lugares más profundos, de fuentes que manan hacia arriba. Es azar surrealista, encuentra imágenes y las une, tal como lo quería Bretón, en un juego interminable de belleza onírica. Las palabras se encuentran y se abren a los símbolos, como flores extrañas, como amantes que se saben extraños. Y allí se hacen luz que busca oscuridades iluminadas.
Lautréamont, Rimbaud, Baudelaire.
Y esta puerta al final de las puertas que es la primera puerta. Este libro se llama Ultra-marina, y está firmado por José Antonio Parra, o por alguno de los José Antonio Parra que se ha quedado en el vacío, o en el naufragio del amor, o detrás de una de las puertas, en la sombra de la luz, en alguno de los mundos, o en el sitio oculto que es el amor y el despecho.
Por FEDOSY SANTAELLA
Poemas de JOSÉ ANTONIO PARRA
Salvaje: momento en el que me condenso en esta silla de la cual emano y me convierto en signo, uno que nos une en diversos planos. Experiencia que trasciende los límites de la temporalidad, de la vida y la muerte. Estado de escritura que se asume y se contesta y se tacha y se repite, estado en el cual huyo hacia corredores interminables. Entonces la paradoja se transforma en laberinto, momento para decir que estos son los días.
***
Tarde en la noche transcurren peces. Percibes sus palabras y las conviertes en nadas, nadas que golpean, que rasgan donde debe haber el unísono escape de un momento. Y el instante está en todos lados.
Despiertan indecisos y sus atmósferas yacen completas, acabadas. Este es el tránsito por la soledad. Y nadie responde, excepto el oleaje.
***
Singularidad: en términos de lo que podría ocurrir, es lo menos esperable. Un grado ínfimo dentro de la realidad insólita.
No obstante, aparte de todas las significaciones que a ésta se le pudieran dar —bien como la singularidad Dios dentro del acontecer universal o el propio momento del estallido primigenio— no dudamos en afirmar que no hay nada imposible. Sin embargo, para los comensales debo aclarar que en este caso se debió a ella este revuelo en el lugar de los encuentros, en el momento cuando silbó contra un cielo esmeralda. Y sus ojos miran.
***
Una cosa vertiginosa me lleva consigo y su único fin es la muerte. Viene la idea. Vienen las preguntas. Ellas saltan desde las profundidades oceánicas. Estas son las circunstancias que podrían llevarnos a ser parte de este universo de palabras. Es el canto del monje, es el emperador en su estatua, una inmensidad que se derrama, es el lugar donde se refleja lo que ves.
***
Al aceptarnos nos dimos cuenta de que nos estábamos rindiendo.
Una hilera de personas camina de forma simultánea cuando —de repente— todas abren sus respectivas sombrillas haciéndolas girar al unísono frente a tus ojos.
Un resplandor irrumpió cuando aparecía en el celuloide el nombre de Morris.
***
Una burbuja es esa delicada porción de la realidad donde se suelen juntar para conversar. Entonces se miran, bien sea de día, de noche o en cualquier circunstancia de la ensoñación. Suprimen los tiempos. Se interrogan y eligen una melodía incapaz de romper el pequeño refugio, espacio que los une en todas las direcciones y que los conecta y los trepa por las azoteas.
Ahí el mundo es convexo.
*Tanto la presentación de Fedosy Santaella como la breve selección de textos pertenecen a Ultra-marina (Oscar Todtmann editores, Caracas, 2020) el más reciente libro del poeta y narrador José Antonio Parra.
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