“Para combatir el extravío que supone un mundo sin nombre, los habitantes de Macondo liderados por José Arcadio Buendía colocan carteles con las denominaciones de los objetos y sus correspondientes funciones. No obstante, esta acción se observa como una caricaturización de la realidad, puesto que no hay interpretación ni reflexión. Este accidente (el olvido del nombre) se subsana con la llegada de Melquíades, quien le provee a José Arcadio Buendía una opción milagrosa que le permite recordar las distintas nominaciones”
Por OSCAR ELÍAS CORREA
Preámbulo: la nominación: un hecho humano
Podemos iniciar este artículo afirmando que necesitamos un nombre. Nos resulta imperativo, a los seres humanos, tenerlo o asignarlo a aquello que nos rodea. Si los objetos, los hechos o las personas no lo poseen, optamos por nominarlos para así dotarlos de presencia. Por lo tanto, una primera afirmación es que tener un nombre es existir. Para ejemplificar estas primeras apreciaciones, pensemos en tres eventos.
El primero corresponde a la llegada de los europeos a América. Cuando arribaron los barcos a estas desconocidas tierras, Cristóbal Colón denominó a la isla que pisaba por primera vez como San Salvador y a sus habitantes los llamó indios. Posteriormente, con las distintas expediciones se nominó a las tierras “descubiertas” el Nuevo Mundo, hasta que años más tarde se le adjudicó el nombre de América. De esta forma, los exploradores y posteriores conquistadores y colonizadores combatieron el desconocimiento de aquello que veían por primera vez con la asignación de un nombre, muchos de los cuales partieron de sus experiencias y conocimientos previos.
El segundo evento está referido al nombre de Venezuela. De acuerdo con las distintas fuentes como la aportada por el lingüista Ángel Rosenblat esta nominación proviene de Venecia cuando Alonso de Ojeda, Juan de la Cosa y Américo Vespucio navegaban por el lago de Maracaibo y observaron los palafitos construidos a las orillas. Estas edificaciones le recordaron a la ciudad italiana y así fue como surgió el nombre del país. De este modo, la nominación Venezuela se refiere a la Pequeña Venecia.
El tercer y último evento de nuestro ejemplo es el pasaje que se relata en la novela Cien años de soledad: la peste del insomnio. Esta enfermedad tiene como consecuencia que las personas que la padezcan comiencen a olvidar los nombres de los objetos, lugares y el propio ante la imposibilidad de dormir.
Para combatir el extravío que supone un mundo sin nombre, los habitantes de Macondo liderados por José Arcadio Buendía colocan carteles con las denominaciones de los objetos y sus correspondientes funciones. No obstante, esta acción se observa como una caricaturización de la realidad, puesto que no hay interpretación ni reflexión. Este accidente (el olvido del nombre) se subsana con la llegada de Melquíades, quien le provee a José Arcadio Buendía una poción milagrosa que le permite recordar las distintas nominaciones.
Los ejemplos que hemos referido en los párrafos anteriores nos han servido de excusa para indagar sobre el valor que posee la nominación. Esta se constituye, desde nuestro punto de vista, en un acto léxico, racional y motivado. Asimismo, se encuentra presente en todas las historias y los relatos reales o ficticios producidos por los seres humanos. De este modo, la asignación de nombres permite combatir el desconocimiento y sobre todo identificar o rotular a alguien o algo para evitar su inexistencia.
Con lo dicho hasta ahora, podemos afirmar que si los objetos que tenemos, las situaciones que vivimos, las emociones y sentimientos que experimentamos no tuvieran un nombre supondría estar en una suerte de limbo. Si esta premisa la trasladamos a una persona carente de nombre, esta se percibiría de forma vacua, nebulosa o nula. Para evitar esta visión se ha apelado a una nominación concreta que resulta imposible de imaginar que alguien no la posea: el nombre propio.
El nombre propio: reconocimiento e identidad
El nombre propio o de pila se encuentra intrínseco al ser humano. Permite identificar a la persona y con ello se evita la confusión o la exclusión de esta. No poseerlo sugiere vaciedad y un estado de inconsistencia permanente. Una imagen que ilustra lo que intentamos decir, es una escena de la película Bird box (A ciegas en español). En dicha cinta los niños que aparecen en la parte final son llamados niño y niña. Un rótulo de identidad que no dice nada porque esa es la forma en que se designa a las personas cuyas edades oscilan entre los 3-12 años. Hacia el final del filme, somos testigos de la alegría que experimentan los infantes al enterarse que tienen un nombre como sus pares.
Con este último ejemplo podemos ver varios aspectos. En primer lugar, el nombre propio es necesario. Es condición sine qua non para ser, estar y existir. Asimismo, este se constituye en la forma en que podemos ser reconocidos. En segundo lugar, es una marca de identidad que, a pesar de ser importante, no alude a un significado tal como lo han expresado Alarcos Llorach, Teso Martín y Marsá. Y, en tercer lugar, al no poseer un significado, no indica, no expresa, ni aporta ninguna característica de la persona que lo porta.
Las apreciaciones mencionadas en el párrafo anterior sugieren que el nombre propio tiene una función social y lingüística debido a que es de carácter universal y obligatorio. Por lo tanto, es una designación concreta y específica de la persona que facilita los procesos comunicativos porque permite reconocerla. Al constituirse en un rótulo de identidad sin ningún aspecto semántico, surge y se emplea su contraparte: el apodo.
El apodo: una creación lexicopoética
El apodo, también conocido como apelativo, remoquete o mote, se constituye en la otra cara de la moneda del nombre propio. Más que identificar a la persona, refiere y, en muchos casos, aporta algún aspecto o característica de ella. Por ejemplo, los rasgos físicos, la procedencia, las virtudes o los defectos. Estas características sugieren que este antropónimo es una suerte de acto lúdico y lingüístico mediante el cual renombramos y calificamos a una persona.
Esta última concepción nos permite aseverar que el apodo se presenta como un juego durante el proceso de denominación porque quienes fungen como apodadores apelan a su creatividad para trocar, cambiar y reasignar la identidad del apodado. De este modo, el apelativo se constituye en una suerte de renombre, rebautizo y sustituto del nombre de pila que ha de acompañar para siempre, en la mayoría de los casos, a quien lo porte.
Así como el apodo es el resultado de un juego lingüístico. También, podemos afirmar que es un signo poético. Nuestra premisa reposa en la capacidad de inventiva que poseen los hablantes para establecer y significar otra realidad a través del proceso de nominación que se encuentra en los linderos del léxico (componente lingüístico, cambiante, dinámico y al mismo tiempo el reflejo de los aspectos sociales y culturales de una comunidad de habla).
Esta última particularidad es lo que diferencia al apelativo del nombre de pila. Mientras que el segundo solo identifica, el primero aporta aspectos semánticos que nos permiten saber y comprender las características más relevantes del apodado en los procesos comunicativos gracias a la combinación de las distintas lexías (1) que se conocen y emplean.
La apreciación del apodo como una nominación con significado ha sido abordada por Lozano Ramírez, Olaya Aguilar y Blanco Correa, quienes han acometido este antropónimo desde diversas perspectivas: lexicológica, semántica, sociolingüística y lexicográfica-semiótica por solo nombrar algunos campos de estudio. A partir de estas parcelas, se ha podido referir el carácter semántico del apelativo. Esto sugiere que una persona al ser apodada no solo la renombran para identificarla, sino que el nuevo nombre transmite aspectos, peculiaridades y rasgos que la distinguen con respecto a otra. Se puede mencionar, de acuerdo con la investigación que hemos emprendido en el 2016 en el Instituto Pedagógico de Caracas, Glosario de apodos en Venezuela, que este antropónimo surge producto de la motivación fonética, morfológica y semántica de acuerdo con los preceptos de Ullmann.
En el caso de la motivación fonológica, el apelativo se origina cuando el nombre de pila resulta impronunciable, por lo que el apodador apela a una aproximación de sonido o bien de la escritura. Un ejemplo es el apelativo yugurú. Este apodo se refiere a una persona con nombre difícil de pronunciar.
En cuanto a la motivación morfológica, se puede originar por derivación, es decir, cuando se adjunta un sufijo a la lexía inicial y que puede originar los aumentativos o los diminutivos. Y, en segundo lugar, se refiere a la composición, a saber, cuando se une un sustantivo con un verbo o verbo con adjetivo. En el caso del apodo se cumple este último proceso cuando se forma o crea. Ejemplo de ello es el mote cerroprendío que es una variante de pronunciación de cerroprendido y se refiere a la persona de tez morena que posee el cabello crespo y de color rojo, lo cual alude a una montaña en llamas.
Por último, la motivación semántica indica que esta se refiere a los cambios de sentidos por semejanzas y asociaciones existentes entre una palabra con respecto a otra. En esta motivación se encuentran recursos como la metáfora, metonimia e hipérbole. Los rasgos comunes se comparten y se traspasan a otro elemento similar. Este proceso es, posiblemente, el más recurrente en el apodo. Ejemplo de ello es el apelativo barnie. Este mote se impone a la persona cuyas características físicas suelen ser robustas y corpulentas, además de guardar parecido con el personaje del programa infantil.
Los ejemplos dados hasta ahora evidencian que el apodo es un recurso léxico con el que cuentan los hablantes para comunicarse. Al mismo tiempo, muestra lo que hemos indicado en los párrafos anteriores, a saber, la capacidad inventiva, lúdica y poética para transmitir significados y sobre todo dar cuenta de los aspectos específicos que posee una determinada persona. Para mostrar la riqueza de este antropónimo, se ha dispuesto a continuación de un breve listado de apodos. La selección de estos apelativos proviene de la tesis de magíster en Lingüística Glosario de apodos del español de Venezuela y del libro Glosario de apodos usados por los estudiantes de la Universidad Simón Bolívar-Sede Litoral que se publicará en formato digital por parte de la Editorial CEIPA.
Breve listado de apodos empleados en español de la región central de Venezuela
Antes de la lectura de este breve listado es necesario indicar algunas pautas para su comprensión. Como todo texto lexicográfico, este posee algunas abreviaturas, marcas y símbolos que dan cuenta del tratamiento dado a los apodos. Así, las abreviaturas m., f. loc. nom. se refieren a las marcas gramaticales masculino, femenino y locución nominal respectivamente.
Por su parte, las abreviaturas hum., fest., form. rut., of., afect., son marcas pragmáticas que dan cuenta de humorístico, festivo, fórmula rutinaria, ofensivo y afectivo. Por último, la abreviatura obs. Se refiere a la observación que se ha empleado para dar una información adicional que se considera esencial para comprender el apodo, sobre todo aquellos que provienen de la farándula. Explicada estas directrices, leamos algunos apodos con sus definiciones.
A
alemán. m. Mote de persona con apellido de difícil pronunciación. ǀ 2. El que es procedente de Alemania.
apu. m. El que por sus características físicas tiene parecido al personaje hindú de la serie Los Simpson. ǀ 2. [Persona] De tez negra y cabello liso. Obs.: Los Simpson, serie de televisión animada que se transmite desde 1989 hasta la actualidad. Trata sobre la disfuncionalidad de una familia y los habitantes de un pueblo llamado Sprienfield.
ardilla voladora. loc. nom. hum. Respecto a la mujer parecido a este roedor, y cuyo vestido tiene forma de alas.
B
bachaco. m. [Persona] De cabello ensortijado o crespo y ojos claros.
barbie. f. Respecto a la mujer delgada de cabello rubio. ǀ 2. Flaca. ǀ 3. Mote de mujer que posee muchas muñecas de este tipo.
barnie. m./f. hum. El que por sus características físicas: Robusto y corpulento tiene parecido a este personaje infantil. ǀ 2. Gordo. ǀ 3. Apelativo de una persona obesa y tosca. Obs.: Barnie, serie infantil y animada transmitida en la primera década de 2000, cuyo personaje principal es un dinosaurio.
C
calamardo. m./f. El que por sus características físicas tiene parecido al personaje del comic Bob Esponja. ǀ 2. [Persona] De nariz curva. Obs.: Bob esponja, serie infantil que se transmite en la actualidad. Trata de un personaje en forma de esponja que habita en el mar.
cerroprendío. [var. de pron. de cerroprendido]. m./f. [Persona] De cabello crespo y color rojo que por su parecido se asemeja a una montaña en llamas.
D
dormilón. m. El que duerme en cualquier sitio y hora.
drooppy. m./f. hum. El que por sus características físicas: de baja estatura y blanco, tiene parecido al personaje del cómic del mismo nombre. ǀ 2. Mote de persona que aparece en un lugar sin ser invitado o por sorpresa. Obs.: Droopy, serie infantil animada que data de 1980 que todavía se sigue transmitiendo.
dumbo. m./f. El que por sus características físicas se parece al personaje del cómic del mismo nombre. ǀ 2. Respecto a la persona que tiene orejas grandes. Obs.: Dumbo, película animada que trata sobre un elefante del circo con orejas grandes y que le sirven para volar.
E
enano, a. m. [Persona] de baja estatura.
F
fido. m. fest. El que por sus características físicas: Flaco y alto, tiene parecido al personaje de una cuña publicitaria de la bebida gaseosa Seven up. ǀ 2. Mote de una persona alta, despeinada y despreocupada. Obs.: Seven up, comercial de una bebida gaseosa cuyo personaje principal tiene por nombre Fido Dido.
G
garza. f. Mujer de piernas largas.
gato. m. Hombre de ojos claros.
gocho, a. m./f. form. rut. El que tiene origen de los estados andinos (ǁ Trujillo, Mérida, Táchira y Barinas.). ǀ 2. of. Respecto a una persona que no comprende una acción. ǀ 3. of. De comportamiento enredado o desordenado.
H
hitler. m./f. Mote de persona que exige y ordena mucho.
L
loba. ~ siberiana. loc. nom. hum. Respecto a la mujer que es parecida a la cantante Shakira (ǁ Cantante colombiana cuyas características físicas son cabello rubio y ensortijado y contextura delgada.). ǀ 2. of. Hombre afeminado.
M
margariteño. m. El que es natural de la Isla de Margarita.
mery cortez. f. [Persona] que por sus destrezas y características físicas tiene parecido a la bailarina del mismo nombre. ǀ 2. Mote de persona que baila mucho. Obs.: Mery Cortez, bailarina venezolana y exponente del folclor.
micaela. f. Mujer que se enferma mucho. ǀ 2. m./f. Respecto a la persona que es lenta para pensar. Obs.: Micaela, personaje de ficción de la telenovela La mujer perfecta y quien padece de Asperger.
N
negro, a. m. form.rut. afec. Respecto a la persona que es de este color. ǀ 2. ir. Mote persona blanca que se reúne con sus pares negros.
nelson de la rosa. m. El que por sus características físicas: estatura baja tiene parecido al personaje del mismo nombre. ǀ 2. hum. Enano. Obs.: Nelson de La Rosa, personaje de farándula famoso por ser en su momento en hombre de estatura más baja del mundo.
O
oso. m. [Persona] De estatura grande y con mucho vello en el cuerpo.
P
paréntesis. m./f. Respecto a la persona encorvada.
peggy. f. La que por sus características físicas tiene parecido a uno de los personajes de la serie The Muppets. ǀ 2. hum. Respecto a la persona gorda y con nariz puntiaguda. Obs.: The Muppets, Serie infantil y animada, transmitida en la década de 1980 y cuyos personajes eran muñecos hechos a base de tela.
pitufa. f. Mujer que gusta de vestirse de color azul. Obs.: Los Pitufos, Serie de televisión animada y transmitida en 1980, cuyos personajes son de estatura baja color azul.
R
rosita. f. Mujer que gusta vestirse de este color.
S
sméagol. m./f. El que por sus características físicas tiene parecido a este personaje de El Señor de los Anillos. ǀ 2. hum. Desprovisto de belleza. ǀ 3. of. De baja estatura, flaco, sin cabello y ojos prominentes. Obs.: El señor de los Anillo, película transmitida entre la primera y segunda década de 2000, basada en las novelas de J.R.R. Tolkien cuyos personajes luchan por destruir un anillo con poderes malignos.
T
topo. m. Mote de persona con orejas cortas, estatura baja, dientes prominentes y bigote ralo.
V
virolo. m. y f. of. Respecto a la persona que tiene estrabismo. ǀ 2. El que confunde las cosas.
W
woody. m. El que por sus características físicas: alto y fornido, tiene parecido a este personaje de la película Toy Story. Personaje de Película. Obs.: Toy Story, película transmitida entre la primera y segunda década de 2000, cuya temática son la vida y aventuras de un grupo de juguetes.
Y
yugurú. f. Mote de persona con nombre difícil de pronunciar.
Conclusión
A modo cierre, podemos afirmar que el anterior listado de apodos evidencia lo que hemos afirmado en el artículo: esta nominación se constituye en un elemento valioso en los procesos comunicativos. Dicha apreciación sugiere que este antropónimo encierra dentro de su germen elementos poéticos y lúdicos que permiten mostrar como los hablantes crean otros modos de llamar a sus pares y con ello significarlo.
Queremos destacar, también, que la presencia del apodo en el español de Venezuela se halla extendido y es permanente usado por los hablantes de esta variedad lingüística. De algún modo, todos hemos sido apodados o hemos asignado un apodo a otra persona. Nuestra historia cotidiana, política, cultural, deportiva y en general nuestra existencia ha estado marcada por este antropónimo que posiblemente dice y evidencia más cómo somos y cómo actuamos. Una muestra es el listado presentado en este artículo. En ese sentido, es imperativo ahondar sobre esta forma de nominación desde distintas parcelas y con ello dar respuesta los modos de proceder que tenemos como sociedad.
Referencias:
1 En lexicología lexía es la denominación técnica para referirse a la palabra.
Alarcos Llorach, E. (2000). Gramática de la lengua española. Editorial Espasa.
Blanco Correa. O. E. (2016). Glosario de apodos del español de Venezuela. Trabajo de Magister en Lingüística. Tesis no publicada. Universidad Pedagógica Experimental Libertador.
Lozano Ramírez, M. (1999). Contribución al estudio del apodo en el habla bogotana. Instituto Caro y Cuervo.
Marsá, F. (1990). Vida del nombre propio, en E. Anglada y M. Bargalló (Eds.) El cambio lingüístico en Romania [Libro en línea] Disponible: http://www.https://books.google.co.ve/books?isbn=8478753265
Olaya Aguilar, V. (2014). El apodo en Cartagena: propuesta de una tipología semántica. Cuaderno de Lingüística Hispánica, 23, p.29-48.
Rosenblat, A. (1956). El nombre de Venezuela. Tipografías Vargas.
Teso Martín, E. (1989). La indeterminación de los nombres propios. Disponible: http://www. dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/97931.pdf
Ullmmann, S. (1967). Semántica. Introducción a la ciencia del significado. Aguilar.
*Oscar Elías Blanco Correa es Doctor en Lingüística, poeta Y lexicógrafo. Actualmente ejerce como Académico en la Universidad Autónoma de Chile-Sede Talca.
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