En la entrega anterior habíamos quedado en la discusión entre el presidente del estado Carabobo, general Santos Matute Gómez y el coronel Félix Celestino Hernández porque este no obedeció la orden de sacar las tropas a la calle para aplacar a la población argumentando que eso era una manifestación civil.

En vista de que la presión social aumentaba y las arengas contra Matute Gómez iban en aumento, este decidió salir de Valencia con un grupo de amigos a altas horas de la noche hacia la ciudad de Maracay.

En vista de ello, el coronel Hernández asumió el control completo de la ciudad y del estado a todo nivel, a excepción del Poder Judicial. Pero tenía que resolver un serio problema, pues tanto la policía como la llamada “Sagrada” estaban con actitud de no reconocer la autoridad militar y pretendían actuar por su propia cuenta.

Reporta el coronel Hernández que entre la policía del presidente del estado tenían 300 fusiles y 40.000 cápsulas, lo cual era un verdadero peligro porque representaba el preámbulo a un inmenso baño de sangre en la ciudad.

Lamentablemente, un capitán llamado Neptalí logró salir con “La Sagrada” disparando al pueblo. El resultado fue de varios heridos y lamentablemente y un muerto: un joven de apellido Codecido perteneciente a una familia valenciana de muchos años de tradición.

En ese sentido, se ordenó al teniente Rafael Villarroel que con un pelotón fuese a neutralizar a “La Sagrada” y este logró hacer el trabajo y se produjo el acuartelamiento de la policía y “La Sagrada”.

Al coronel Vegas (quien era jefe de la policía) se le comunicó que “La Sagrada” había cesado en sus funciones y que él debía hacer entrega del parque de armas a lo que se resistía y sabiendo el coronel Hernández que el Dr. José Antonio Cordido Freites era una persona amiga del jefe de la policía, le pidió el favor para que fuera hasta allá y tratara de convencerlo para así evitar un desenlace fatal dentro de las instalaciones de ese cuerpo de seguridad.

El Dr. Cordido Freites fue muy persuasivo con Vegas y le informó que su amigo el general Eustoquio Gómez había sido asesinado en la Gobernación de Caracas y Vegas les dijo: ”¿Cómo, mataron al general Eustoquio?” y Cordido le contestó: “Sí, porque a los tigres también les entra el plomo”. Con esta frase el coronel Vegas decidió poner a la orden su cargo y entregó el parque de armas y el mando de la institución.

A todas estas, en el Cuartel Anzoátegui ya no solo estaba el personal militar y los que habían reducido, sino que también habían ido hasta allá familiares de los funcionarios de la gobernación que no sólo utilizaron dicho cuartel, sino también las casas de amigos como refugio.

Sobre el caso de los miembros de “La Sagrada” el coronel Hernández se comunicó con el general López Contreras para solicitar de él su decisión sobre estas personas y este ordenó que fueran trasladados a Puerto Cabello, por lo que de forma muy discreta se contrataron los servicios de la línea de autobuses del señor Avelino Rodríguez para trasladarlos a Puerto Cabello de forma disimulada en horas de la noche y allá fueron entregados al general Aurelio Amaya, jefe del Castillo de Puerto Cabello.

Con esta acción se dio un paso muy importante en la consolidación del control de la ciudad y del estado con el menor número de bajas posibles gracias a una acción sensata, con sentido común y con mucha nobleza y respeto al pueblo carabobeño.


Bibliografía: Apuntes inéditos del Gral. Félix Celestino Hernández pertenecientes a mi familia.


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