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Una labor con un mérito como el nivel de una alta montaña, aunque semeja submarina

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Mensaje gráfico promovido por ORCA (Organización de Conservación y Rescate Animal) de Mérida

 

Por Dr. Pablo Kaplún H., asesor ambiental de Geografía Viva

Mérida tiene altas montañas, cosa que contradice el tamaño promedio de sus habitantes con raíces más originarias, quienes son más bien chiquitos de altura. Bien allí en medio de tanta negatividad nacional estructural, siguen existiendo enormes valores de esperanza.

Conozco a una familia de apellido que insinúa cotidianidad. La familia Díaz. Está María Gabriela Díaz quien tiene esa característica de la pequeñez corporal pero tan luchadora que su labor se pierde en el horizonte. Es una incansable luchadora por la ecología y por la libertad de expresión. Aunque su voz nunca sale al aire, hace factible que una radio plural todavía exista en este país. Ella es la operadora estrella de la Radio Comunitaria Horizonte, y por sus micrófonos cada quien dice lo que desee opinar.

En esa emisora sale al aire varios programas críticos –en tanto buscan la pluralidad y respeto a la libertad de expresión– y un tema central son los graves problemas ambientales de este país, cada vez más devastado.

Uno de los mejores programas que conozco (Zona Verde) lo coordina su hermano: Juan Carlos Díaz. Este otro personaje entrañable hace una labor por la montaña y los animales tan extraordinaria que fue quien me llevó a elaborar el título de este artículo. Juan es un montañista como pocos. Conoce la Alta Montaña como nadie y ha ayudado a todo el mundo. Pero a la vez, es la figura central de ORCA… Sí, así como uno de los animales más respetados en el mundo marino y hasta submarino… Pero esta ORCA es la sigla de la Organización por el Rescate y la Conservación Animal. A través de ORCA se atiende en Mérida a la enorme mayoría de mascotas de quienes no tienen cómo pagarle a un profesional veterinario, con un ojo clínico increíble y se hacen campañas públicas por la salud animal de un inconmensurable valor.

Hay que reconocer que fue de allí que se creó la Coalición Antitaurina de Mérida, la unión de decenas de grupos ecologistas locales que quieren desterrar esa absurda y bárbara práctica que solo enriquece a unos pocos y aliena a unos muchos, en tanto hace sufrir y mata animales que tienen derechos reconocidos a nivel internacional. También fue clave Juan –merece ser reconocido también– en la defensa de Bailadores frente a quienes quieren explotar las minas de cobalto y otros minerales que hay allí. Hoy esa población andina espera otra vez una magia para ahora vencer a unos depredadores más voraces que antes. Hoy les mando desde aquí mi más solidario abrazo.

¡Ah!, ¿les extrañó leer una buena noticia? Pues sí, en Mérida –como en otras partes de Venezuela– hay gente haciendo cosas poco conocidas a nivel nacional… tanto que pareciesen trabajos submarinos, pero tienen el mérito más alto que podamos imaginar. Transfieren una esperanza tan fresca como la brisa de los Andes o el agua fresca del mar.

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