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Siglo XXI: nuevo orden mundial

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El siguiente tema trata de sistemas políticos, ambos por antonomasia de la esfera de los antisistemas, que siguen vigentes en pleno siglo XXI; que la humanidad aún no ha podido cerrar el capítulo de los sistemas destructivos de la civilización, bien sea por ignorancia, traición, por conveniencia de los gobernantes o gobernados, mutis o alguna otra actitud de animadversión o de afinidad, que sus prosélitos llaman la clase explotadora o explotada.

Habría que decir también sistemas destructivos por su carácter rígido, sistemas cerrados y concentrados sobre el control de los bienes y medios de producción; sistemas sometedores de conciencia, opuestos al carácter natural de propiedad y libertad, es precisamente esta la visión de hoy día ante el imperio del globalismo con su agenda 2020 y 2030.

Causa estupor el cómo las sociedades en su afán de libertad rechazan, niegan, luchan y combaten los regímenes antisistemas con sus hábitos naturales, como el de familia, vivienda, alimentos, fe,  trabajo, intereses económicos, propiedad, salud,   educación, tradiciones, interrelaciones personales, entre otros,  que los políticos ruines y truhanes en los gobiernos de la naciones vienen destruyendo, y con ello la civilización.

Aunque el asunto es que las personas, la sociedad toda, desorientada por causa de la dirigencia política, reincide en combatir los males de los antisistemas con sistemas nacionalistas, y los combate de manera muy pintoresca, folklórica, que raya en lo burlesco, como comidas típicas, deportes, tradiciones, religión, razas, credos, colores, banderas y culturas.

Nunca abordando los males donde comienzan, desde lo cívico, ideológico, filosófico, lógico y real, sino que disputan contra los males del modelo político con deducciones que no son universales, sino que son propias de contextos localistas que no tienen cabida en otros tiempos ni en otros lugares.

La solución, es abordar la causa causorum del mal, trascendiendo el modelo político y económico, sustituyéndolo por otro; es decir, lo que hay es que derogar, reformar o rescindir del modelo político, del sistema de Estado, de convivencia y de interrelaciones personales y gubernamentales.

¿Cómo cambiar el sistema? Derogando, reformando las leyes que perjudican la vida natural, pasando a la esfera privada  muchas instituciones del Estado, muchos controles económicos sobre los bienes y medios de producción que tiene subrogado el modelo de Estado megalómano; es decir, que no existan controles sobre los mercados.

Por ejemplo, todo lo relacionado con el comercio, el trabajo, se debe dirimir por el Código de Comercio y el Código Civil; por contratos entre las partes, por leyes mercantiles y civiles; no como pretenden hoy los gobiernos del mundo, con sus lobbies & trust, creando nuevas leyes que penalizan el mercado.

Llegados a este punto, es una pena cómo las religiones justifican las atrocidades de regímenes tiránicos que vienen demoliendo la sociedad mundial –para empezar las guerras–, dentro de sistemas totalitarios, autoritarios y depravados,  regímenes explotadores, corruptos, asesinos, con excesos de cargas fiscales y de explotación laboral, que no se ajustan a los preceptos espirituales y naturales de ninguna sociedad libre.

La izquierda política, el globalismo, con sus distintos matices igualitarios e inclusivos han venido socavando el sistema de garantías, libertades y derechos universales de las personas y empresas, como auténticas mafias, enquistadas en todos los centros de poder mundial.

Por ejemplo, los gobiernos, a través de los Parlamentos, crean un ordenamiento jurídico acorde con sus ideología que penalizan a las personas, las empresas y los trabajadores de manera injustificada, además de penalizar el derecho a “rechistar” contra los excesos del régimen totalitario; al mismo tiempo que califican muchas veces el comercio de contrabando o mercancías ilegales que no paga impuestos, que crean los mismos regímenes para su sostenimiento.

Es necesario comprender que el globalismo, como su pensamiento internacionalista, se mimetiza en todos los países y culturas con su ardid de libertad, igualdad y fraternidad de la Revolución francesa de 1789, por el cual se han desatado las más ensangrentadas revoluciones, empezando por la Revolución bolchevique.

En particular, valiéndose de muchos elementos inexplicables: de narrativas, tácticas y estrategias para socavar los pilares de la sociedad occidental, como por ejemplo los desenlaces en el pasado de las dos guerras mundiales, la guerra de Corea, la guerra de Vietnam y otras.

Por tanto, a través de colonizaciones externas a la civilización occidental, permitiendo así debilitar los pilares en los que se sustentan el orden de las naciones, creando todo el desorden necesario para arruinar la sociedad.

Por esto se viene desarticulando familias, rompiendo los símbolos de la pareja hombre-mujer, permitiendo los matrimonios del mismo sexo, para terminar de destruir la nación desde la célula fundamental de la sociedad que es el matrimonio, la familia, con todas las tendencias, proaborto, eutanasia activa y pasiva, leyes garantista al delincuente, leyes de desarme, creando una megaadministración burocrática y con ello los innumerables procesos administrativos.

 

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