Las sociedades que esperan su felicidad
de la mano de sus gobiernos esperan
una cosa que es contraria a la naturaleza.
Juan Bautista Alberdi
El economista Alexis Aponte, notable hombre de trabajo y fervoroso estudioso de la realidad nacional, es optimista y me había comentado que cree la posibilidad de subir los salarios cuando un gobierno nuevo, honesto y convenientemente asesorado in con un plan de rescate de la economía. Al igual que las ganancias de las empresas ya sean grandes, o pequeñas y medianas, no es fácil crear ganancias por decreto. La ganancia empresarial no es producto de la suerte, se gesta trabajando, y sorteando riesgos y sabiendo contratar buenos empleados y una buena gerencia.
En el caso de los salarios mínimos estos han traído problemas, porque afectan a los menos favorecidos.
Es curioso como Venezuela se empieza a tratar el problema del salario mínimo a partir de 1974, un año de prosperidad económica en la nación. De acuerdo a un cuadro publicado en un libro escrito por Friedrich von Hayek, pp.142-143, (véase, la bibliografía), entre los años 1950-75, el bolívar venezolano apenas había perdido apenas un 82% de poder adquisitivo, mientras que el franco suizo lo había perdido en un 133% en el mismo lapso, y el dólar en 131%. Para qué hablar de Chile que lo había perdido la bicoca de 11.318.874% y Argentina en un 196.675%.
También en cálculos de crecimiento económico hecho por mi persona, entre los años 1950-75 Venezuela aumentó un 1,36% interanual su PIB por persona, cuando los precios del petróleo nunca excedían los 3 dólares. Mientras que en el lapso 1975-99, período en que prevalecieron precios elevados del petróleo el incremento de la economía ¡fue negativo -0,96%!
Caída del poder adquisitivo
Para el análisis de la caída del poder adquisitivo lo mejor sería los salarios promedios de la economía venezolana, dato que se puede obtener para un año, pero como no podemos tener una serie de salarios promedio, trabajaremos entonces con los salarios mínimos en dólares. En el cuadro de abajo, podemos apreciar que en 1974 era de 104,65 dólares y el país disfrutaba de un precio petrolero de 10,53 dólares el barril y un PIB en dólares (a precios de 2011) elevado de 15.043 dólares: era la época de la Gran Venezuela y primer gobierno de Carlos Andrés Pérez.
Luego, como desciende ligeramente el salario mínimo en 1989, primer año del segundo gobierno de CAP y tiempo de un ajuste macroeconómico que explotó una fuerte reticencia política y esto terminó saqueos en febrero de ese mismo año. Posteriormente, el PIB por persona en US$ desciende en un 20%, con respecto al de 1974.
Ya en el año 1999 primer año del gobierno del teniente-coronel Hugo Chávez ocurre un alza muy fuerte del salario mínimo, con un PIB p.c que ha aumentado. El populismo se ha incrustado en el país. Pero, en el año 2005 con un precio del petróleo muy superior al del año 1999, desciende en dólares el salario mínimo. Las políticas populistas y antieconomía de mercado empiezan a producir su efecto perverso. En el año 2010 baja ligeramente el SM, a pesar de que sigue subiendo el precio del petróleo y hasta el PIB se mantiene en alza. En el año 2017 ocurre la hiperinflación y realmente en los años 2020 y 2022 es uno de los salarios mínimos más bajos de América Latina.
Esto es, nuestro país ha exportado desde 1999 hasta el 2023 un millón de millones de dólares y nuestro país no ha atraído inversiones como siempre las ha buscado Brasil e inclusive Perú (tiene reservas internacionales por 70.000 millones de dólares). Todo lo contrario, miles de millones de dólares han salido del país a engrosar cuentas en paraísos fiscales, una fuente de buen olor marxista la ha calculado en 111.000 millones de dólares.
Por si fuera poco, existe un terrible desempleo, según el FMI (siempre el malo de la película) lo calculaba para 1999 en 14,5% y para el año 2018 en 33,3%. Ni hablar de la economía informal según un estudio del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales (IIES) de la UCAB la economía informal en el año 2014 rondaba el 40,5% de la población económicamente activa. El mismo informe del IIES nos dice además que en 1998 había 1,3 millones de empleados públicos y para el año 2015 su número había ascendido a 2,7 millones de empleados, la burocracia más grande de América Latina. Así como el sector privado no puede crear empleos el gobierno surgido de una “revolución” crea empleos artificialmente.
¿Qué hacer? ¿O qué no hacer?
Venezuela ha caído bajo los terribles estragos de la hiperinflación, en la época de la “malvada” cuarta república, los oficiales de las fuerzas armadas salían jubilados y a dar clases en algunas universidades o simplemente ejercían (los que habían estudiado otra profesión) a ejercer sus carreras. Esto es, las pensiones civiles y militares ya no valen nada.
La hiperinflación que se produjo en Alemania en el año 1923 como producto de las sanciones impuestas por el Tratado de Versalles al finalizar la I Primera Guerra Mundial, que además de sembrar de miseria y hambre al pueblo alemán, entusiasmó al mayor demagogo de todos los tiempos ¡Adolf Hitler! Cuando terminó la hiperinflación apareció de repente un gran desempleo como resultado de una expansión de las grandes industrias.
En el indicador Doing Business para el año 2020 Venezuela estaba en el puesto 188º de 190 países. En la clasificación (ranking) del World Justice Project está de última en el puesto 142. O sea, que hasta Afganistán está por encima de nuestra República Bolivariana de Venezuela. Y prácticamente, es un riesgo enorme para cualquier inversionista, ya sea un comprador de activos reales o incluso para un comprador de bonos de la deuda pública.
Significa que es uno de los peores países del mundo para instalar empresas. La tarea es dura, hay que cerrar de inmediato ministerios y privatizar las empresas de electricidad, la telefónica, y Siderúrgica, y activos no indispensables del sector público.
Llamar a formar un nuevo poder judicial sobre la base de concursos y credenciales. En el plano económico, es urgente dolarizar definitivamente al país y así desterrar para siempre a la inflación. Por supuesto, urgiría llamar a un concurso mundial para atraer empresas petroleras y darle concesiones. Por último, es imprescindible crear una comisión de desregulación para aligerar tantos trámites y bajar algunos impuestos.
Bibliografía
FERGUSSON, Adam: Cuando muere el dinero, Madrid, Alianza Editorial, 1984.
HAYEK, Friedrich: La desnacionalización del dinero, Madrid, Unión Editorial, 1983.
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