Un fractal es una forma de ver el infinito
Benoit Mandelbrot
El término fractal viene del latín fractum, esto es, ‘roto, fraccionado’, y se emplea para designar un objeto geométrico que matemáticamente tiene una estructura en un rango infinito de escalas. En otras palabras, se trata de un ente autosemejante en forma recursiva, algo parecido a las cajas chinas o a las matrioskas, pero todavía más complejo. Si, por ejemplo, se toma un segmento fractálico, se encontrará repetido tanto a escala mayor como menor, en algunos casos de manera idéntica y en otros no.
Un clásico ejemplo de fractal en la naturaleza es la estructura ramificada que podemos observar en la nervadura de las hojas, en la raíz y copa de los árboles, en el rayo, los copos de nieve, los cristales de hielo o en el florete del brócoli. El universo tiene una dimensión fractálica que apenas se empieza a entender; por consiguiente, cabe preguntarse: ¿cuáles son los principios que regirían la fractalidad poética? Estas líneas son fruto de una interrogación personal a la poiesis.
Hay en toda creación fractálica dos principios esenciales: 1) autosimilitud y 2) recursividad, ambos complementarios. Una estructura fractal se repite a escala cuasisemejante, es decir, que una figura está contenida en otra mayor con la que guarda cierta semejanza que, en ocasiones, puede ser exacta. En el ejemplo de la ramificación de la copa de un árbol, cada rama derivada es similar a la principal, pero en una proporción menor. A veces las progresiones no son lineales, como en el caso mencionado, sino cíclicas, tal cual sucede con algunas galaxias elípticas (Andrómeda, la Vía Láctea, etc.), de modo que el carácter recursivo podría ser lineal o espiral.
Ahora bien, ¿cómo trasladar estos dos principios a la creación poética? Podría decirse que a dos niveles: retórico y estructural. En este artículo, solo se abordará el primero. En la dimensión retórica, se consigue la fractalidad esencialmente por medio de las figuras de repetición (subtipo de las de dicción) y de amplificación (subclase de las de pensamiento); valga advertir que la complementariedad entre autosimilitud y recursividad excluye todos los recursos retóricos reiterativos que no son escalables, puesto que dejan de ser recursivos, tales como la rima y la reduplicación.
Entre los recursos retóricos que sí son recursivos porque se constituyen —por decirlo de una manera técnicamente lingüística— en marcadores textuales de alguna expansión estructural autosemejante, están los siguientes:
Anadiplosis: Repetición al final y comienzo de versos consecutivos; por ejemplo: «Y su sangre ya viene cantando; / cantando por marismas y praderas» (Federico García Lorca).
Anáfora: Repetición de una o varias palabras al inicio de cláusulas consecutivas; por ejemplo: «Verde nativo, / verde de yerba que sueña / verde sencillo /verde de conciencia humana» (Miguel de Unamuno).
Epanadiplosis: Repetición de una o más palabras en los extremos de una cláusula; por ejemplo: «Verde que te quiero verde. / Verde viento. Verdes ramas» (Federico García Lorca).
Epífora: Repetición exacta de una o varias palabras al final de varias cláusulas; por ejemplo: «Compañera usted sabe que puede contar conmigo / no hasta dos o hasta diez sino contar conmigo» (Mario Benedetti).
Gradación: Repetición aumentativa o diminutiva de la cantidad o la intensidad semántica; por ejemplo: «Porque no han de vencer las ansias mías / horas, días, semanas, meses y años» (Pedro Calderón de la Barca).
Paralelismo semántico: Repetición, con palabras distintas, de una misma idea en cláusulas contiguas; por ejemplo: «Luego piensa: “Dios lo olvida; / aparta su rostro y nunca ve nada”» (Salm. 10, 11).
Paralelismo sintáctico: Repetición, con variaciones, de una misma estructura sintáctica en cláusulas contiguas; por ejemplo: «La tierra más verde de huertos / la tierra más rubia de mies / la tierra más roja de viñas» (Gabriela Mistral).
Polisíndeton: Repetición de una conjunción; por ejemplo: «Ni nardos ni caracolas tienen el cutis tan fino, / ni los cristales con luna / relumbran con ese brillo» (Federico García Lorca).
Expolición: Expansión semántica de un texto por medio de sinónimos, enumeraciones o explicaciones minuciosas que, en su conjunto, dan la impresión de estar tratando aspectos diferentes de un mismo asunto: «¡Que aquel día se convierta en tinieblas! Que Dios se despreocupe de él desde lo alto y no brille sobre él ni un rayo de luz. / Que lo reclamen para sí las tinieblas y las sombras, que un nubarrón se cierna sobre él y lo aterrorice un eclipse de sol. / ¡Sí, que una densa oscuridad se apodere de él!» (Job, 4-6).
No se trata, en definitiva, de un catálogo exhaustivo de figuras literarias con las cuales poder construir poemas fractálicos, pero sí se ofrece un panorama bastante claro de cómo operan determinados recursos retóricos que generan la expansión autosemejante del texto poético. Si se mira con atención y una cierta apertura semiótica, la realidad circundante está poblada de tropos fractálicos que, a su manera, nos hablan de una poesía infinita.