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May 12, 2025


Por alguien que no se ha rendido

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Foto: AFP / GETTY IMAGES

 

Hay madres que aún ponen un plato más en la mesa… aunque su hijo ya no esté.
Lo mataron por soñar con un país distinto; y ese plato vacío como el país entero se volvió altar, cicatriz y silencio.

Lo sé porque lo he visto.
Porque yo también he puesto platos para ausentes, mis padres.

Porque yo también he perdido hermanos que no eran de sangre, pero sí de lucha, Porque yo también he tenido miedo de que me maten por decir la verdad.

He estado preso.
He sentido en la piel la humedad de una celda, la frialdad y el olor de la injusticia, el eco de los gritos detrás de los muros.
Y aún así… sigo aquí.

En las calles, el silencio es más fuerte que las balas.
No porque cesaron, sino porque ya nadie grita; porque no los dejan.

La gente aprendió a callar, a fingir que no duele.
Pero duele. Duele cada segundo, a cada instante de la vida.

Yo no hablo desde afuera, yo hablo desde la herida.
Desde el exilio forzado o la celda impuesta; desde el hambre compartida y el dolor colectivo.

He visto a niños rebuscando entre la basura, He oído a una madre decirle a su hijo que la barriga vacía es parte de crecer.

He caminado por barrios donde el agua llega cada quince días,
y la luz se va más de lo que vuelve.

He sido golpeado, humillado, señalado.
No por robar, ni por matar,
sino por denunciar a los que sí lo hacen desde el poder; en fin por luchar por Venezuela.

Y sin embargo, todavía creo. Porque mientras haya un corazón que no se rinde, Venezuela no está muerta.

Algún día, cuando Venezuela vuelva…
Volverán los hijos al regazo de sus padres y madres, algo que no podré hacer yo por más que lo sueñe.

Volverán los abrazos sin miedo, Y las canciones sin censura.

Ese día, lloraremos otra vez… pero de alegría. Nos reencontraremos con los que se fueron. Sepultaremos dignamente a los nuestros, a los que no volvieron, a los que quedaron en una selva buscando un sueño o a los que murieron a manos de un extraño, en un extraño país, haremos justicia por los que callaron para siempre.

Yo no escribo esto por nostalgia. Lo escribo por deber; porque si algo me ha enseñado este camino de lucha y dolor es que rendirse no es una opción cuando hay tanto por salvar.

No escribo para que me admiren, yo escribo para la gente no olvide.

Y para que cuando Venezuela vuelva…
Sepamos todos quiénes la resistieron.

Quiénes la amamos aún cuando dolía y quiénes la cargaron sobre los hombros mientras se caía a pedazos.

Porque el país puede estar roto. Pero nosotros aún estamos vivos.

Y eso ya es suficiente para reconstruirlo.

 

Alejandro Zerpa
Ex-preso político venezolano.

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