A medida que se aproxima el 28J crece la incertidumbre acerca de cuáles serán las marramucias que el régimen inventará para suspender, trampear o desconocer el resultado de una elección cuyo pronóstico no parece favorecerle según lo revelan las encuestas y, más aún, el ambiente que reina en la calle.
Hoy se percibe que las calles de Venezuela se han convertido en escenario irrefutable de lo que es la “tendencia irreversible” que gustaba invocar la finada Tibisay antes de anunciar la victoria del chavismo o el madurísimo bien entrada la noche de cada jornada electoral.
Entonces, como ahora, el fraude se cocinaba desde mucho antes del día de la elección y, de una manera u otra, el chavismo y el madurísimo conseguían imponer su triunfo con la consecuente legitimación internacional, excepto la elección presidencial de 2018, cuya manipulación excedió los límites que podían ser disimulables trayendo como resultado el desconocimiento de la cualidad presidencial del señor Maduro por muchos gobiernos extranjeros excepto, naturalmente, aquellos que fueron o son sus más acérrimos compañeros de ruta (Ortega, Kirchner, Díaz-Canel, Evo Morales, Correa, etc.) que, naturalmente, daban credibilidad a los resultados anunciados por el CNE.
Entre las cosas más relevantes que se comentan está el escamoteo de al menos un tercio de los votos consistente en no permitir a varios millones de electores que están en el exterior la posibilidad de registrarse y votar, tal como lo consagra la ley. Ese número se calcula en 4 millones, a los que hay que agregar 3 millones más que corresponden a quienes cambiaron de domicilio y a los jóvenes recién llegados a la edad legal.
Estas y otras irregularidades como la consecuente reducción del padrón electoral de 21 millones a 13 millones de electores saca de juego a 8 millones de electores cuyo perfil es casi que unánimemente opositor.
Sigue el uso irrestricto de bienes y fondos públicos sin vergüenza ni rendición alguna de cuentas. Ello no es un invento reciente, pero sí lo es el monto y la impunidad con que se hace, todo ello acompañado por las detenciones arbitrarias de quienes ofrezcan algún servicio al dúo MCM-Edmundo.
También hemos escrito antes sobre la manipulación selectiva del tema de los veedores internacionales elegidos y aceptables tan sólo entre quienes de antemano van a avalar cualquier resultado que se les presente. Pero… la cosa se complicó ahora cuando gobiernos extranjeros, otrora cómplices como Colombia y Brasil, han resuelto enviar representantes oficiales para observar los procedimientos porque intuyen o sospechan que no son ni libres ni limpios.
También está el tema de los veedores invitados por la oposición, entre los que existe un importante número de personalidades individuales que han sido invitadas -a su propio costo y riesgo- sin que se les vaya a proporcionar acreditación oficial. ¿Se imagina usted a alguno de los expresidentes democráticos del grupo IDEA (Lacalle, Hurtado, Chinchilla, Quiroga, etc.) o a la muy combativa diputada española del Partido Popular Cayetana Alvarez de Toledo ingresando sin inconveniente alguno por Maiquetía y desplazándose libremente por los centros de votación? ¿Tendrán las mismas facilidades que los invitados del régimen? ¿Viajarán en el mismo autobús? ¿Recibirán la misma seguridad? ¿Tendrán acceso a la misma documentación, software y procesos?
Es cierto que han llegado ya al país dos delegaciones importantes, como lo son la de expertos de la Organización de Naciones Unidas y la del Centro Carter. La primera se ha comprometido a mantener confidencial el informe que van a elaborar. Siendo así, ¿para qué sirve? La segunda (Centro. Carter) se vende como profesional, pero somos muchos los que aún recordamos maniobras no muy transparentes en las que se comenta que sucumbieron a las presiones del gobierno expresadas por la finada Tibisay Lucena, de quien la transparencia no parecía ser una de sus cualidades resaltantes.
Afortunadamente, ante las desventajas señaladas, se opone un ambiente político popular reflejado también en todas las encuestas y que también se palpa en la calle. Por eso cobra especial importancia la presión internacional que, aun cuando pueda ser temporalmente ignorada por Maduro & Cía, representa para el oficialismo un costo político tan alto que puede resultar en el no reconocimiento de quien haya hecho el fraude o la imposición de sanciones, lo cual se traduce en dificultad para gobernar, comerciar u obtener financiamiento, aunque hoy día el ingreso petrolero parece haberse incrementado significativamente.
Además de lo anterior, cabe preguntarse si dentro del país el público aceptará que se desconozca su voluntad tan determinante expresada como se presume ocurrirá. ¿Habrá resistencia civil, insurrección, violencia?
Si yo fuera Maduro, en estos días estaría recordando mucho la célebre frase de Luis Felipe Llovera Páez dirigida a Pérez Jimenez aquel 23 de enero de 1958, momentos antes de abordar el avión conocido como la “Vaca Sagrada” rumbo al destierro: “Mejor vámonos, Marcos, porque pescuezo no retoña”.
@apsalgueiro1
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