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Opiniones cuánticas

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I

La «Interpretación de Copenhague» es una colección de reflexiones sobre el significado de la mecánica cuántica, que se derivan del trabajo de Niels Bohr (1885-1962), Werner Heisenberg (1901-1976), Max Born (1882-1970) y otros. Si bien «Copenhague» se refiere a la ciudad danesa, su uso en la frase fue aparentemente acuñado por Heisenberg durante la década de 1950 para referirse a las ideas desarrolladas en el período 1925-1927, pasando por alto sus desacuerdos con Bohr quien vivía, precisamente, en Copenhague. 

Entre las características comunes a las distintas versiones de la interpretación de Copenhague se encuentran la idea de que la mecánica cuántica es intrínsecamente indeterminista, con probabilidades calculadas utilizando la regla de Born, y el principio de complementariedad, que establece que los objetos tienen ciertos pares de propiedades complementarias que no pueden observarse o medirse simultáneamente (¿Recuerdan el principio de incertidumbre de Heisenberg?). Además, el acto de «observar» o «medir» un objeto es irreversible, y no se puede atribuir ninguna verdad a un objeto excepto de acuerdo con los resultados de su medición. 

En otras palabras, la interpretación de Copenhague rechaza la certeza contra fáctica: todo acontecimiento o toda situación que no ha sucedido en el universo actualmente observable por la investigación humana pero que, sin embargo, “podría” haber ocurrido. Las interpretaciones de tipo Copenhague sostienen que las descripciones cuánticas son objetivas, en el sentido de que son independientes de las creencias personales de los físicos y otros factores mentales arbitrarios o sesgos.

Entonces, vista la situación nacional y conociendo que una cosa es simple opinión y otra es investigación, la interpretación de Copenhague me llevó a preguntarme: ¿Es toda reflexión sobre la situación política de Venezuela vertida en los medios, útil para conformar expectativas?

Sabemos que tales reflexiones son, básicamente de dos tipos: valoraciones subjetivas y hechos objetivos. El asunto no es trivial porque entre valoraciones subjetivas y hechos objetivos, media eso que se llama el método científico, aquel difícil, caro también en términos de tiempo y dedicado “proceso” que sustenta la reflexión de alguien que, a modo de ejemplo, se haya especializado en transiciones políticas, tal y como lo hicieron aquellos en mecánica cuántica. 

II

Erwin Schrödinger (1887-1961) fue un físico austriaco naturalizado irlandés y ganador del Premio Nobel por desarrollar resultados fundamentales en la teoría cuántica. Lo recibió en 1933, antes del comienzo de la segunda guerra mundial, junto a Paul Dirac (1902-1984).

La ecuación de Schrödinger (Dirac también tiene la suya) proporciona una forma de calcular la función de onda de un sistema y cómo cambia dinámicamente en el tiempo. Acuñó el término «entrelazamiento cuántico» y fue el primero en analizarlo, en 1932.

La importancia del experimento mental de Schrödinger es que permite al experimentador, imaginar lo que puede ocurrir en el futuro, así como las implicaciones de cursos de acción alternativos. Si estuviéramos hablando de pensamiento crítico la pregunta detonante que iniciaría tal pensamiento seria: El gato, ¿está vivo o está muerto?

III

En la formulación original de Schrödinger –se trata en realidad de un argumento del tipo reductio ad absurdum– el gato, un frasco de veneno y una fuente radiactiva se colocan en una caja sellada. Si un monitor de radiación interno (por ejemplo, un contador Geiger) detecta radiactividad (es decir, la descomposición de un solo átomo), el frasco se rompe, liberando el veneno que, por supuesto, mata al gato. Cada «núcleo» de la sustancia radioactiva tiene la misma probabilidad de desintegrarse. La interpretación de Copenhague implica que, después de un tiempo, el gato está simultáneamente vivo y muerto. 

Sin embargo, cuando un observador mira dentro de la caja, ve al gato o vivo o muerto, y no “vivo y muerto” al mismo tiempo. Esto plantea la pregunta de cuándo exactamente termina lo «cuántico» y la realidad desenlaza en una posibilidad u otra.

Aunque originalmente era una crítica a la interpretación de Copenhague, el experimento mental de Schrödinger se convirtió en parte de la cultura ligada a la base de la mecánica cuántica. El tema a menudo aparece en discusiones teóricas sobre las interpretaciones de la mecánica cuántica, particularmente en situaciones que involucran el problema de medición. También, dicho experimento mental o argumento, ha aparecido en artículos sobre política, al menos, en Argentina y España. Como resultado, el gato de Schrödinger ha tenido un atractivo duradero en la cultura popular. 

IV

Entonces y en el caso que nos ocupa y habiendo considerando los antecedentes históricos, el derecho y el hecho, ¿Cuál será el desenlace?

Al momento, las reflexiones vertidas a los medios apuntan, en general y como mínimo, a dos posibles desenlaces: a) la autocracia actual se consolida y b) se reinicia la democracia. 

Ahora bien, unas reflexiones no mencionan la probabilidad de los desenlaces y otras, si bien la mencionan y la asignan a uno u otro desenlace, no explicitan el cuantificado de dicha probabilidad pues suministran probabilidades cualitativas. Colocaré seguidamente algunos ejemplos para explicarme mejor. 

Por allí es posible ubicar la lectura de las cartas de una “tarotista”. Sus cartas indican una transición. Si bien la tarotista no habla de probabilidades, la combinación entre la interpretación de la tarotista y el deseo de creer de quienes escuchan la interpretación, me permite asociar una alta probabilidad para el desenlace denominado “reinicio de la democracia”. 

En un extremo menos adivinatorio del saber humano, tenemos las reflexiones tanto de Oscar Vara, Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Autónoma de Madrid como las del reconocido periodista Andrés Oppenheimer, el primero haciendo referencia al caso de las elecciones en Bielorrusia en el año 2020 y el segundo apoyándose en el tema del posible aumento e impacto de la migración hacia países como Colombia y Brasil. Ambos se asumen “poco optimistas” con relación al caso Venezuela y ese poco optimismo bien se puede asociar a una baja probabilidad del desenlace denominado “reinicio de la democracia”. Sin embargo, Carmen Beatriz Fernández, PhD en Comunicación Pública por la Universidad de Navarra, expresa que el desenlace más probable es, precisamente, el reinicio de la democracia.

Ahora bien, ¿Cuánto, en cifras, es más probable?, ¿75%?, ¿60%?, ó ¿50,1%? 

Dese cuenta el lector: a medida que uno avanza en la secuencia, aumenta la desesperanza por aquello de la conformación de expectativas. 

Lo anterior me lleva a la última pregunta, ¿Cuáles de las anteriores cuatro reflexiones presentadas a modo de ejemplo (los puristas dirán que la primera no es una reflexión), expresan una valoración subjetiva y no hechos objetivos?, ¿Todas?, ¿Ninguna?, ¿Solamente dos?, ¿Solamente una?

V

Al final, si se quiere, hay dos mensajes. Uno es que el gato de Schrödinger nos advierte que no es posible aplicar las leyes de la mecánica cuántica al mundo macroscópico. Ergo y en el mundo macroscópico, el gato no puede estar vivo y muerto al mismo tiempo. 

El segundo es que cuando en medio de la avalancha informativa, de alguna manera, «promediamos» valoraciones subjetivas o hechos objetivos (la conocida esperanza matemática), todavía -y de manera previa- tenemos que determinar que es subjetivo y que es objetivo y los distintos sesgos humanos no nos facilitan el trabajo.

El caso es que, tener más información, no nos garantiza, necesariamente, tener ideas más claras y, por tanto, mejores expectativas. Lo anterior no deja de ser una paradoja.

 

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