Si bien es cierto el mundo ha tenido a lo largo de su historia la presencia de plagas y diversas enfermedades y pandemias, no es menos cierto que en esta oportunidad el coronavirus (covid-19) constituye una amenaza global, un desafío a la ciencia y gobiernos, un reto para la propia especie humana hoy en día totalmente afectada y trastocada en todos los órdenes (tiempo, espacio, movilidad, etc). Ahora bien, el coronavirus con todas sus variantes y mutaciones es sin dudas un virus entre otros virus de diverso espectro que afectan a la sociedad actual colmada o plagada de excesos, desajustes, anarquías y fenómenos que naturalmente tocan directamente a la especie humana. En ese sentido comentamos uno de los últimos libros de Jesús Rondón Nucete, profesor de nuestra Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas (Universidad de los Andes) quien es constitucionalista, ensayista, exgobernador del estado Mérida y autor de una docena de libros, estudios y ensayos dedicados a varias temáticas.
Memorias de un virus y otras pandemias. Una visión global del tiempo del covid-19. (Ediciones del Autor disponible en Amazon, Octubre 2021, 245 pag.) constituye el abordaje que Jesús Rondón Nucete (Tovar, 1941) hace de este virus y pandemia de covid-19 (SARS-CoV-2), que sin lugar a dudas sus efectos son globales o universales expresados en una diversidad de aristas y áreas, trastocando lo económico, lo físico, lo espiritual, lo financiero, lo educativo, lo deportivo, lo social, lo religioso, hasta en lo más mínimo que se pueda pensar. El covid -19 nos afectó y nos sigue afectando en sus variantes o mutaciones actuales y dicha pandemia se convierte en una dura prueba o examen para la humanidad, para los gobiernos en sus tomas de decisiones y por supuesto para los ciudadanos como víctimas o destinatarios de sus efectos.
De entrada debemos decir que, de acuerdo con el autor, el covid-19 es uno de otros virus presentes en la humanidad creados por la conducta errada de los ciudadanos. Señala Rondón Nucete (2021) que desde tiempos ancestrales, por ejemplo, desde la peste de Justiniano hasta llegar al presente, el mundo ha tenido un abanico de pestes y otras pandemias (de allí el acertado título del libro Memorias de un virus y otras pandemias). Y cuando decimos otras pandemias, nos referimos a esclavitudes viejas y otras más nuevas y más sofisticadas; a autoritarismos y totalitarismos que niegan y representan una afrenta a la condición humana; a radicalismos, fanatismos, talibanismos y sus semejantes, a un sinnúmero de fenómenos y hechos a todas luces regresivos para la especie humana y para los ciudadanos respectivamente.
Ciertamente este virus covid-19 (SARS-CoV-2) lo que hizo fue desnudar y revelar una serie de realidades, fenómenos, conductas, acciones y decisiones, algunas contra natura, impulsadas por particulares o colectivos, por individuos o gobiernos, el resultado es que este virus nos mostró la esencia controversial del ser humano, su bondad y altruismo y a la vez su maldad o fealdad a escala planetaria. El mundo entero tiene un largo catálogo en estos dos años de pandemia de hechos, decisiones, situaciones que exhiben la esencia controversial del ser humano, hoy expuesto como nunca antes a diversas enfermedades sociales, culturales, políticas, ideológicas.
Ciertamente, “el virus se impuso a las potencias y limitó las libertades de las personas. Obligó a todos a cambiar sus costumbres, determinó el cierre o la restricción de la actividad económica, llenó de enfermos los hospitales y de tumbas los cementerios. Dejó cientos de miles de huérfanos. En pocas semanas las escuelas quedaron sin niños, los templos sin fieles, los teatros sin espectadores, las fábricas sin trabajadores, las calles sin transeúntes… son las expresiones terribles de la realidad”.
Indiscutiblemente, el coronavirus trastocó al mundo entero, de Wuhan al Reino Unido, de Europa a América, del mar Caribe a Cabo de Hornos, esa extraña neumonía constituye junto a la actual deshumanización, la mayor amenaza que la humanidad hoy perciba junto a la precariedad espiritual o material, el hambre y diversas enfermedades hasta la violencia social que nos atraviesa y marcan estos lustros de historia. Acertadamente, Rondón Nucete precisa que “el virus nos mostró una humanidad oculta, adolorida, angustiada, amenazada, la que sufre y acumula esperanzas y rabias al mismo tiempo, que aguarda un despertar que nunca llega”.
Asimismo, la deshumanización es un fenómeno que describe ampliamente nuestro autor, no solo afecta a países y regímenes totalitarios, bajo distintas formas invade poco a poco las democracias más firmes y de mayor tradición… la deshumanización se manifiesta en el creciente desprecio por la vida. Hoy estamos observando una gama de situaciones como la eutanasia, muerte digna al disponer de la vida cuando no se puede mantener con la dignidad que ella misma exige (en el caso de enfermedad incurable o de sufrimiento intolerable o fase terminal) situaciones que replantean derechos, postulados e ideologías. Ya mucha agua ha corrido debajo del puente y desde las reflexiones de Cicerón o Montaigne, pasando por Swift, hasta Camus o Séneca, no debemos olvidar que la persona es siempre sagrada. Su valor es inalterable y no depende de circunstancias.
Insistimos en que el mundo entero ha visto en estos dos años de virus y otras pandemias una serie de hechos, situaciones y fenómenos. En simultáneo con las mutaciones del coronavirus alfa, beta, gamma, delta, lambda, ómicron, ihu, flurona y demás, se han sucedido golpes de Estado y elecciones, juicios y condenas, caída de bolsas, cierre de aeropuertos, museos y teatros, suspensión de conciertos, temporadas de ópera, juegos de fútbol o campeonatos de Fórmula 1 e incluso interrupción de Juegos Olímpicos…sin embargo, el virus y otras pandemias siguen pululando y produciendo daños de diversa naturaleza. El hombre necesita repensarse, el hombre y la humanidad deben volver a acercarse a Dios y recapacitar sus acciones y conductas.
Sin duda alguna, más allá del recorrido por temas y situaciones, algunas muy agrestes y tristes descritas en detalle en el lenguaje claro y la prosa limpia y culta de Jesús Rondón Nucete a lo largo de 14 capítulos y casi 250 páginas, queda en claro la naturaleza débil del hombre, los abusos y situaciones degradantes a las que hemos llegado en este siglo XXI globalizado, siglo y etapa que requiere moderación y la necesidad imperante de volver a colocar al hombre como centro de todo debate como punto de partida y de llegada del humanismo hoy venido a menos.
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