Por Ambiente: situación y retos
Pienso mucho en mi gente en estos días. Venezuela vive momentos decisivos y uno no haya cómo participar, más allá de citas por el honor nacional convocadas en casi todas las grandes concentraciones de venezolanos por el mundo. Ya que es muy poco lo que puedo hacer, envío contribuciones a El Nacional como una forma de decir “presente”. Encuentro información relevante en diferentes medios en momentos que sé que en Venezuela las cosas se juegan el todo por el todo y me parece que acercarlas al país, en tiempos de gran desinformación, resulta relevante.
El País de Madrid, periódico en sí muy riguroso y prudente en todo lo que publica con merecida fama de seriedad, publica un artículo sobre un caso en Panamá que creo que es bueno que todos los ecologistas y ambientólogos lo tengamos en cuenta.
Básicamente, El País, según explica Noor Mahtani, el archipiélago de Guna Yala, situado en la costa caribeña de Panamá, enfrenta un desplazamiento inminente debido al incremento del nivel del mar. Conocido por sus 365 islas, este territorio podría ser inhabitable para 2050. En respuesta, el gobierno panameño ha comenzado a trasladar a sus habitantes a una nueva comunidad en tierra firme llamada Isber Yala. Este proceso de reubicación incluye 300 familias inicialmente y se ha encontrado con desafíos, como la pérdida de tradiciones y la insensibilidad cultural en las viviendas nuevas.
El archipiélago ha experimentado un aumento significativo en las inundaciones, forzando a la comunidad Guna a buscar un lugar seguro. La nueva localidad, situada a 15 minutos en lancha de la costa, se ha preparado con infraestructura moderna, incluyendo una escuela, un centro de salud y viviendas con servicios básicos. Sin embargo, algunos habitantes expresan su preocupación por la adaptación a un entorno desconocido y la preservación de su identidad cultural.
El proyecto de reubicación, aunque aplaudido como una respuesta necesaria al cambio climático, también enfrenta críticas por la falta de participación comunitaria en el diseño de las nuevas viviendas. Las estructuras, construidas en su mayoría con bloques de cemento y techos de zinc, contrastan con las tradicionales chozas de palma de los Guna, lo que ha generado malestar entre los residentes.
A pesar de estos desafíos, la comunidad se esfuerza por adaptarse y mantener sus costumbres vivas en Isber Yala. Las mujeres siguen confeccionando las coloridas molas, una artesanía tradicional, y los líderes comunitarios trabajan para asegurar que las futuras generaciones comprendan y valoren su herencia cultural.
El caso de Guna Yala se observa con atención en toda América Latina, ya que se considera un precedente para la gestión de los desplazados climáticos en la región. Con el cambio climático intensificando los desastres naturales y amenazando comunidades costeras, otros países podrían enfrentar situaciones similares en un futuro cercano.
Hasta aquí la información de El País, no dudo en absoluto de la veracidad de lo dicho por este reconocido periódico en cuanto a los hechos narrados, pero sí temo que refugiados climáticos ya existen en América como resultado de grandes tragedias como el caso de los sucedido con el huracán Katrina en 2005 en Estados Unidos o nuestros refugiados de sucesos como el de Vargas (1999) y todos los que siguieron luego (Tejerías, recientemente Cumanacoa y muchos más. No me refiero a quienes perdieron todo en los eventos en sí, sino a quienes hubo que reubicar (o decidieron por motivación propia abandonar sus casas por temor a ser alcanzados por un nuevo alud). Claro que quienes perdieron todo son también refugiados climáticos pero ya eso es fuerza mayor; en cambio quien deja su casa todavía no afectada por un impacto de este tipo y lo hace con fines preventivos sí es comparable con lo descrito por El País para esta isla panameña.
Hasta aquí la información de El País; no dudo en absoluto de la veracidad de lo dicho por este reconocido periódico en cuanto a los hechos narrados. Sin embargo, temo que los refugiados climáticos ya existen en América como resultado de grandes tragedias, como el caso del huracán Katrina en 2005 en Estados Unidos o nuestros refugiados de sucesos como el de Vargas en 1999 y todos los que siguieron luego (Tejerías, recientemente Cumanacoa y muchos más). No me refiero solo a quienes perdieron todo en los eventos en sí, sino también a quienes tuvieron que ser reubicados o decidieron abandonar sus casas por temor a nuevas tragedias. Claro que quienes perdieron todo también son refugiados climáticos, pero eso ya eso es obviamente fuerza mayor. En cambio, aquellos que dejan sus casas que aún no han sido afectadas por un desastre climático y lo hacen con fines preventivos sí son comparables con lo descrito por El País para esta isla panameña.
Mando un abrazo a todos los venezolanos que sueñan con una nación reconstruida por todos y para todos.
Ambiente: Situación y retos es un espacio de El Nacional coordinado por Pablo Kaplún Hirsz
Email: [email protected] y web: www.movimientoser.wordpress.com
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