
Foto: Euronews
Por Ambiente: situación y retos
Revisando la prensa en estos días encontramos un artículo sobre las políticas que ha anunciado Donald Trump, quien ha tomado posesión como el 47º presidente de Estados Unidos, y el mundo observa con expectación lo que sucederá en su administración, especialmente en el ámbito climático y medioambiental. Su llegada a la Casa Blanca marca un cambio radical en las políticas que se habían implementado bajo la administración Biden.
Desde su primera presidencia, Trump ha estado decidido a desmantelar las regulaciones y políticas climáticas que considera perjudiciales para el crecimiento económico. En su primer día en el cargo firmó una serie de órdenes ejecutivas que deshacen las iniciativas climáticas que habían sido restauradas por la administración Biden. Estas acciones incluyen la eliminación de restricciones sobre la producción de combustibles fósiles y la reactivación de proyectos que habían sido paralizados.
Trump ha dejado claro que su política energética se basa en el lema «Perforar, baby, perforar». Su objetivo es reducir los costos de energía en 50% durante su primer año, y para ello, se propone eliminar regulaciones que él considera innecesarias, facilitando así la producción de combustibles fósiles. Estados Unidos, que ya es el mayor productor de gas natural, verá un impulso adicional en la exportación de gas natural licuado (GNL). Aunque la administración Biden había frenado nuevas aprobaciones de exportaciones, Trump busca reactivar y ampliar estas exportaciones, especialmente a través de la controvertida técnica del fracking.
La decisión de Trump de retirarse del Acuerdo de París en su primer día en el cargo, una acción que repitió de manera simbólica, provoca alarmas en todo el mundo. Expertos advierten que su desregulación podría desbaratar la gobernanza global sobre el cambio climático y desincentivar a otros países en sus esfuerzos por reducir emisiones de CO2. Esta falta de liderazgo de Estados Unidos, como segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero, podría tener consecuencias devastadoras para los esfuerzos globales de mitigación del cambio climático.
Mientras Trump inicia su mandato, su retórica y políticas podrían influir negativamente en la percepción pública del cambio climático. A pesar de la evidencia abrumadora del calentamiento global, Trump y su nuevo director del fracking, Chris Wright, han minimizado la gravedad del problema, lo que podría llevar a un escepticismo generalizado sobre la crisis climática.
Con la expectativa de que Trump firme más de 100 órdenes ejecutivas en su primer día, se anticipa que la energía y el clima estén en el centro de su agenda, junto a otros temas como la inmigración y la economía. Sin embargo, aunque estas órdenes puedan marcar el inicio de un cambio radical, el camino hacia la implementación de estas políticas requerirá negociaciones con el Congreso y enfrentará desafíos legales que podrían retrasar o incluso descarrilar sus planes.
La dirección que tome Trump en sus políticas climáticas tendrá impactos significativos, no solo para Estados Unidos, sino también para la comunidad internacional. Con un enfoque que prioriza el crecimiento económico a expensas del medio ambiente, la administración Trump podría empujar a otros países a reconsiderar sus propios compromisos climáticos, creando un efecto dominó que podría obstaculizar los avances realizados en la lucha contra el cambio climático.
Pero una orden ejecutiva, aunque suene bastante grandiosa y oficial, no es una política. Muchas de las promesas de Trump a los votantes requerirán meses, quizás incluso años, de negociación con el Congreso. «Una orden ejecutiva es solo el comienzo de un proceso. Sí, puede ser una indicación de la dirección que pretende tomar, pero no significa necesariamente que vaya a suceder», explica Dunn. Por ejemplo, el primer día de la presidencia de Obama, firmó una orden ejecutiva para cerrar la bahía de Guantánamo y reubicar a los detenidos. Eso fue el 22 de enero de 2009. En enero de 2018 el campo de detención todavía estaba abierto.
«Estados Unidos sigue siendo un país regido por leyes y abogados», señala Dunn. «Habrá impugnaciones en los tribunales sobre todos sus planes ambientales que pueden –y esa será la intención– retrasar y hacer descarrilar sus acciones». El retraso y el descarrilamiento no son un gran consuelo, pero al menos son un rayo de esperanza para el clima.
Ambiente: Situación y retos es un espacio de El Nacional coordinado por Pablo Kaplún Hirsz.
Email: movimientodeseraser@gmail.com, web www.movimientoser.wordpress.com
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