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Los nombres pasaron a ser números

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Desde el 2014, en una década, el régimen de Venezuela ha tenido a 18.000 presos políticos, además de 9.000 sujetos a medidas restrictivas.

Foto: AFP

No hay que decaer en la lucha por la justicia, la libertad y la democracia. Lo hicimos y afirmamos el 28 de julio, por decisión soberana de sumar solidariamente y conformar una contundente y enorme manifestación de la voluntad popular, a favor de la alternabilidad democrática en el poder.

En 25 años de ignominia, nos hemos resteado y sufrido graves consecuencias por intentar el restablecimiento del orden constitucional.

Una de las derivas demoledoras de la lucha constante contra el mal que implica la fea realidad de un ecosistema criminal fincado en la violación sistemática de los derechos fundamentales, son el drama de los presos políticos sin justicia.

Cada caso es una aberración producto de cualquier señalamiento o antojo de la arbitrariedad hecha poder, a lo cual se añade la falencia de un sistema de justicia decente que garantice el derecho de la defensa y la protección de los derechos humanos. En Venezuela no se imparte justicia.

Nos corresponde un esfuerzo diario en no permitir que los nombres de nuestros presos políticos se conviertan en número, lo cual tiende a suceder cuando el volumen supera los 2 millares. La realidad comprueba que la familia está presa junto al detenido, por las vicisitudes de todo tipo que tiene que sortear para brindarle un mínimo apoyo humanitario. Sabemos que las condiciones de reclusión son dantescas.

En no pocos casos el preso de conciencia es sustento de familia y huelgan los comentarios. Cada nombre es una vida digna de ser vivida.

Los poderes están coludidos para hacer daño y al no existir independencia ni autonomía se hace imposible obtener justicia. Condenan al ser humano sin ninguna evidencia. La situación es de completa vulnerabilidad y por eso el país tiene sed de justicia.

El poder absoluto corrompe la capacidad, no hablemos solo del subhombre moral que alberga, sino de la pobrísima gestión que despliega.

No existe gobernabilidad, predomina una alta volatilidad cambiaria, incertidumbre, incapacidad del BCV por contener el tipo de cambio, destrucción del poder de compra del venezolano, presión sobre los precios, aumento de la pobreza multifactorial e informalización forzada. No tiene vínculo el gobernante con el gobernado, sino por vía del miedo. La falta de alternabilidad y la reelección indefinida destruyen la democracia.

El premio Nobel de Economía afirma que las instituciones generan prosperidad sobre la sociedad. Aquí destruyeron las instituciones.

Muchas veces el entorno externo luce insoportable, lo cual no nos debe llevar al desconcierto, sino al cambio propio, individual. Nos referimos al cambio de la eticidad, asumiendo otras formas de relacionarnos. Somos dueños de nuestro relato.

Nota: Wilder Vásquez Velásquez cumplió la pena el 13 de octubre de 2023 y sigue detenido.

Pedro Luis Garrido Guillén cumplió la pena el 11 de enero de 2024 y sigue detenido en Ramo Verde.

¡Libertad para Javier Tarazona, los policías metropolitanos, los comandos de Vente, Rocío San Miguel, Dignora Hernández, Henry Alviarez, Carlos Julio Rojas, los menores de edad presos, y los hermanos Guevara! ¡No más prisioneros políticos, torturados, asesinados ni exiliados!

 

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