Preliminares
En enero de 2003, después de varios años de investigación teórica en la Universidad Central de Venezuela y de tres años de experimentación en talleres, presenté por primera vez mi teoría del liderazgo comunicante en el curso de extensión «Oratoria, Liderazgo y Éxito», en la Facultad de Ingeniería de la UCV, orientado al ámbito gerencial. En aquel momento, la teoría ya estaba conformada con sus tres ejes, pero faltaba probarla experimentalmente.
Durante quince años (2003-2018) constituyó el contenido de dicho curso (dictado mensualmente) y del protocolo de investigación asociado al mismo, lapso en el que se formaron, al menos, 1.800 alumnos, solo en la UCV. Entre 2004 y 2014 decidí explorar el ámbito político impartiendo cursos a líderes de todos los niveles, con una cobertura total de unos 2.000 estudiantes. Fue una oportunidad para probar algunos postulados de la teoría en sus escenarios más exigentes. Todos los cursos impartidos, dentro y fuera de la UCV, entre 2003 y 2018, sin excepción, fueron laboratorios en los que rigurosamente se llevó registro de las hipótesis sometidas a investigación y de sus resultados.
Llegó, como en todo, el momento de parar y preguntar por el sentido de lo que hacía, el momento de la autocrítica, y el sistema se derrumbó: hizo aguas y ya no pude dictar un solo curso más. No era honesto hacerlo. Había pasado quince años de mi vida construyendo un modelo teórico de comunicación persuasiva con un enfoque cientificista, lingüístico, y ahora ese modelo estaba parcialmente en lo que los especialistas llaman una «caja negra», lejos, muy lejos de toda explicación científica.
Así que me retiré. El mejor modo de comenzar a entender lo incomprensible es verlo a la distancia, alejarnos mentalmente para regresar a ello más tarde. Me he dedicado estos dos últimos años (2018-2020), con intensidad y pasión, al estudio de otra forma de comunicación persuasiva, quizás la más sublime, sofisticada y críptica que exista: la poética. Abocado a la ontología y fenomenología del lenguaje poético entendí, desde la filosofía, lo que el cientificismo lingüístico no me permitía comprender del liderazgo comunicante. Podría decirse que el filósofo que hay en mí salvó al lingüista.
Entonces, estoy de vuelta en este edificio extraordinario que es el liderazgo comunicante, cuya estructura tiene aspectos científicamente comprensibles, otros que pueden explicarse solo filosóficamente, pero lo más increíble de todo es que hay habitaciones de este edificio que son inexplicables porque forman parte del maravilloso misterio de la vida, en el que estamos sumidos todos, y por medio del cual, de un modo también inexplicable, logramos avanzar hacia la perfección.
Nada haya quizás más difícil de explicar que el amor y, sin embargo, nada como él nos acerca a la expresión más perfecta de nosotros mismos. No hay ciencia ni filosofía que lo haya podido comprender a cabalidad, pero en el seno de su misterio está la luz de nuestra mejor versión. Lo mismo pasa con la comunicación: hay una dimensión de ella, personalísima, que escapa a toda teoría y en la que estamos perfectamente unidos a todos y al todo.
Hay un momento de la vida, exacto como el rayo que rasga la más profunda noche e ilumina todo por un instante, en el que sabemos para qué estamos aquí, justo en este aquí y en este ahora, y en el que no importa si todo vuelve a la oscuridad cuando el rayo ha cesado porque hemos «visto», por virtud de su luz, el todo que habita en el misterio de la noche y sabemos cómo y hacia dónde avanzar para despertar el alba, incluso si para el resto del mundo carece de sentido nuestro andar y empeño.
Es un instante iluminado, inexorablemente, por la palabra que hiende el silencio, después del cual dejamos de solo estar y empezamos a ser… Todo el silencio del mundo tiene un solo sentido: hacerse palabra… sonido musical… frase de colores sobre un lienzo… el llanto de un bebé o el chasquido de un beso… Ser signo y metáfora de lo humano. Comunicarnos es un modo de traducir el silencio. Los más elevados discursos fueron antes silencios sublimes, estuvieron ocultos en la noche de sus autores hasta que el rayo…
¿Qué es el liderazgo comunicante?
Entendemos por liderazgo comunicante la capacidad de comunicar persuasiva e integralmente en tres dimensiones: oratoria, comunicación no verbal y poder argumental, en el marco de una acción de liderazgo capaz de construir una comunidad de discurso. Se diferencia del liderazgo convencional, precisamente, por la presencia de una comunidad de discurso que genera vida en torno del proyecto inicial, incluso más allá de los límites de este y del propio líder.
Después de haber estudiado a los más grandes oradores de los últimos veinticinco siglos, he identificado un patrón —en algunos casos muy claro y en otros, no tanto— que he denominado liderazgo comunicante. Este patrón tiene tres ejes constantes que son las dimensiones arriba mencionadas, de las cuales estaremos hablando en los próximos artículos como un aporte a aquella aspiración de excelencia ciudadana que los griegos llamaron areté, y en la cual sigo creyendo como fundamento de nuestra civilidad occidental.