Por aquellos lejanos tiempos
de mi aldea fluvial
yo bogaba con agónico
ardor y denuedo insospechado
contra viento y mareas
vadeanado las tercas
corrientes de mis dulces Leteos
Navegaba a brazo partido
bajo los influjos de una luna
decrépita aquejada por el lancinante
dolor de una melancolía incurable
Bogaba sin descanso día y noche
apartando de mí los mosures tupidos
de abrojos y seductoras boras que
abrían surcos implacables sobre
la piel fluvial de un río disecado
en mi memoria de niño anciano
aventado a lejanos exilios de
concupiscencias imposibles
Inminentes naufragios
desmantelaban mis endebles
barcazas abatidas contra los
cayos e islotes improvisados
por inesperadas contingencias
de las fluviales aldeas aborígenes
negadas a morir.
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