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La mala inversión

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Uno de los grandes problemas de todas las economías contemporáneas es el del llamado ciclo, el cual se desarrolla en varias etapas o fases: crecimiento o expansión; auge; crisis; depresión; y la ansiada recuperación. Generalmente, la fase de crecimiento se logra con una expansión artificial del crédito bancario, o con un déficit fiscal. En la Venezuela contemporánea han existido tres grandes crisis: la causada después del auge en el gobierno dictatorial de Pérez Jiménez, la causada por el agotamiento de las reservas internacionales en el gobierno de Lusinchi y que fue combatida durante el segundo gobierno de Carlos Andrés Pérez, la crisis bancaria en el segundo gobierno de Rafael Caldera y la actual que estamos viviendo.

Un concepto difícil de digerir por la mayoría de los economistas formados bajo la tradición keynesiana y estructuralista son las malas inversiones. En este contexto, después del gran crecimiento económico entre los años 1950 y 1957 se presentó la triple crisis, bancaria, económica y política. Entre las malas inversiones que todavía perduran tenemos el Hotel Humboldt, construido por los mejores arquitectos e ingenieros en una cima de la montaña del Ávila y que estuvo cerrado durante más de sesenta años, ¡ni las pirámides de Egipto! También tenemos la construcción de El Helicoide por parte del sector privado, que hasta ha sido convertido en sede de la policía política de varios regímenes. Por si fueran pocas, estas malas inversiones, el BCV recibió una cantidad enorme de activos (acciones bancarias, terrenos, edificios, etc). Años después con la creación del Fondo de Garantía de los Depósitos Bancarios, el BCV se deslastró de estos activos improductivos.

Pero siguieron estando en manos del Estado.

Posteriormente, la crisis bancaria en 1994-1995 que se desató durante el segundo gobierno de Rafael Caldera le costó al país la suma de 7.300 millones de dólares, según Ruth de Krivoy (Colapso, Caracas, Ediciones IESA, 2002, p.213) equivalentes a 10,8% del PIB.  Según esta misma fuente, al gobierno y al Banco Central le traspasaron activos por la suma de 810.000 millones de bolívares, si calculamos esta inmensa cifra al dólar de 1998, 548,24 bolívares por unidad de dólar, nos dará la cantidad de 1.477 millones de dólares. Activos estos seguramente constituidos por oficinas invendibles, participaciones en otras empresas, terrenos de escaso atractivo en el mercado inmobiliario. Posteriormente, entre los años 2009-2010 se originó la llamada minicrisis bancaria, la cual implicó a 20 instituciones bancarias y le valió a Fogade la suma de 683 millones de dólares. Esta crisis implicó 13,90% de los depósitos bancarios y hubo hasta 27 autos de detención.

En los actuales momentos la espantosa gestión fiscal de los gobiernos de Chávez (1999-2013) y Maduro (2013-2021) ha dejado un cementerio de obras sin terminar en todo el territorio nacional, 18 obras ha contabilizado el magnífico portal argentino Infobae, en las cuales se han gastado 46.000 millones de dólares. Entre las obras inconclusas se encuentra una represa, el tren Tinaco-Anaco, el tren Caracas-Guatire, la ampliación del sistema de acueducto que surte de agua a la sedienta ciudad de Caracas, el segundo puente sobre el lago de Maracaibo, un tercer puente sobre el Orinoco y pare usted de contar. En un extenso informe (216 páginas) sobre el sector eléctrico venezolano realizado por la Asamblea Nacional (la elegida en 2015) en los años 1950-1998 se invirtió en el sistema eléctrico nacional la suma de 48.250 millones de dólares (incluida la Electricidad del Caroní), mientras que en los años 1999-2015 se habían invertido 87.724 millones de dólares, cuando se han sucedido una serie de interrupciones de la energía eléctrica casi permanentemente en el interior del país, y esporádicamente en la ciudad de Caracas.

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