En el libro de los premios nobel Daron Acemoglu y James A. Robinson, ¿Por qué fracasan los países?, se dan unas razones por las que unos países fracasan y otros no. Básicamente se da cuenta de que hay países que desarrollan instituciones extractivas, donde la élite en el poder absorbe los recursos de la nación y otros desarrollan instituciones inclusivas, donde esta élite está al servicio del pueblo.
En términos generales estamos hablando de si existe democracia, libertad o si por el contrario el régimen en cuestión es oligárquico o dictatorial.
En Venezuela, en estos momentos, la oligarquía chavista ha demostrado que las instituciones que la gobiernan son extractivas. No aceptan la alternancia en el poder a pesar de que las elecciones que tuvieron lugar no hace mucho indican que debería existir.
Acemoglu y Robinson, además, afirman que el desarrollo económico que tenga un país dependerá del tipo de instituciones que tenga. Las inclusivas harán que el país se desarrolle y dan ejemplos a lo largo de la historia donde esto ha ocurrido.
El principal objetivo de la oligarquía chavista es mantenerse en el poder, defender su propio interés y así extraer la riqueza del país para ellos mismos.
En el libro ¿Por qué fracasan los países? también se dan ejemplos en la historia de cambios de instituciones extractivas a instituciones inclusivas. Por ejemplo, argumentan que el feudalismo, basado en instituciones extractivas, cayó debido a la peste negra, que hizo que disminuyera la población y diese mayor capacidad de negociación a los campesinos.
Las instituciones venezolanas han fracasado, su Constitución fracasó desde el momento en que aplica unas normas que permitieron a Hugo Chávez y a su sucesor Maduro hacerse con el poder absoluto. ¿Cómo cambiar esta situación?
Es difícil pensar que la oligarquía chavista se vaya a hacer el harakiri, aún cuando esta ha sido la voluntad del pueblo venezolano expresada en las urnas.
Sin embargo, las cosas suelen ocurrir por una combinación de factores. La presión internacional, una posible huelga general, la expresión popular en las calles y los posibles factores de disgregación internos, pueden ayudar a que este cambio se produzca.
En cualquier caso, Venezuela tendría una gran ocasión para crear unas instituciones inclusivas, en forma de una constitución con separación de poderes y representación, siguiendo el espíritu de Montesquieu y el ejemplo de la constitución americana, que asegurase el futuro del país en las próximas generaciones.
Un futuro que también debería incluir opciones de izquierda, con alternancia en el poder, pero respetando unos principios constitucionales inquebrantables (como la independencia judicial) y, sobre todo, asegurando que la voluntad popular, la democracia, fuera, no ya respetada, sino asumida y acatada.
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