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La Amazonía se ha deteriorado en ocho años, muestra el análisis inédito realizado en nueve países [1]

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Vista aérea de garimpos ilegales en el TI Yanomami, cerca de la comunidad Ye’kwana, región de Waikás, Roraima, Brasil | Foto ©Rogério Assis, 2018

Remitido por Beatriz Bellorin [2] [email protected]

La deforestación, los incendios y la minería ilegal han aumentado en los últimos ocho años,  lo que indica el avance de la devastación en la región y una tendencia que no muestra  signos de revertirse, según el nuevo Atlas de Raisg.

El avance de las actividades extractivas, los proyectos de infraestructura, así como los  incendios, la deforestación y la pérdida de carbono indican que la Amazonía está mucho  más amenazada que hace ocho años. El nuevo Atlas Amazonía [3] Bajo Presión de la Red  Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada (Raisg) fue lanzado el 8 de  diciembre- y enviado a El Nacional el fecha 10 del mismo mes, Día Internacional de los Derechos Humanos [4]- toma una radiografía de las principales amenazas al bosque tropical más  grande del mundo y el avance de su deterioro. La buena noticia es que los territorios  indígenas y las áreas naturales protegidas siguen siendo un escudo contra la devastación.

Según el Atlas, 7% del territorio amazónico está bajo presión “muy alta” y 26%, “alta”. Las áreas de mayor presión se ubican en las regiones periféricas del bioma, en áreas  montañosas y piamontesas ubicadas en la Amazonía Occidental, especialmente en  Ecuador, en el norte de Venezuela y en el sur de la Amazonía brasileña. La información generada en este Atlas puede facilitar su manejo a través de políticas públicas integrales  que tomen en cuenta la conectividad ambiental y climática de todo el territorio,  conectividad que trasciende las fronteras de los países que la contienen. Esta es la primera vez, desde 2012, que la Raisg ha decidido reunir todos sus grupos técnicos para trabajar en un retrato completo de la situación de la Amazonía. El Atlas ahora se actualiza tras el trabajo de 10 grupos técnicos que han generado 23 mapas que muestran la situación en toda la región, aparte de decenas de gráficos y cuadros informativos que facilitan la  comprensión de la complejidad socioambiental de la región, sus conflictos, presiones, amenazas, así como su importancia para Suramérica y el planeta.

El principal síntoma: la deforestación

A pesar de que 2003 sigue siendo el peor año para los bosques de la Amazonía desde  2000, con una pérdida total de 49.240 km2, la deforestación se ha acelerado a partir de  2012, después de haber alcanzado un mínimo en 2010 (17.674 km2). La superficie que se  pierde cada año se ha triplicado entre 2015 y 2018. Sólo durante 2018 se deforestaron  31.269 km2 en toda la Amazonía, la mayor deforestación anual desde ese máximo de  2003.

Entre 2000 y 2018, el avance de la  deforestación en la región amazónica acumuló la pérdida de 513.016 km2 de bosque  nativo, un territorio equivalente a la superficie de España, 8% de la superficie total de 6.3  millones de km2 de bosque que existía en 2000.

La realidad regional puede diferir de la nacional en cada país amazónico. La tendencia  descrita para toda la Amazonía está fuertemente determinada por la situación de Brasil,  que contiene 61,8% del territorio de la Amazonia. Además de Brasil, Bolivia y Colombia  son los países que más cercanamente imitaron estas tendencias para los últimos años, con  una deforestación total de 425.051, 31.878 y 20.515 km2 respectivamente. El resto de los  países no presentan tendencias claras al aumento o disminución.

Escudos contra la deforestación

La Amazonía cuenta con figuras nacionales y locales de gestión sostenible de sus ecosistemas. Estas figuras varían de país a país en cuanto a su funcionamiento legal y grado de reconocimiento por parte de los Estados. La Raisg las clasifica para su análisis en Áreas Naturales Protegidas (ANP – destinadas principalmente a la preservación de los ecosistemas) y en Territorios Indígenas (TI – con intenciones de preservación de culturas amazónicas nativas). La efectividad de estas figuras de gestión como barreras frente al avance de la deforestación puede ser evaluada en base a los hallazgos de la Raisg.

A nivel regional, la mayor parte de la deforestación (87,5%) detectada entre 2000 y 2018  tuvo lugar fuera de las mencionadas figuras de gestión. Esta tendencia se mantiene en  todos los países. Estos hallazgos son evidencia a favor de que las figuras de gestión  territorial con propósitos de conservación y el manejo indígena de los bosques  constituyen mecanismos efectivos para la conservación de la Amazonía.

Sin embargo, existen diferencias en la efectividad de decretar áreas bajo algún tipo de protección entre países, destacando la necesidad  de políticas transfronterizas para el manejo de la Amazonía. Brasil, Bolivia, Colombia y  Venezuela deben prestar particular atención a sus ANP y TI amazónicas, pues presentan  un aparente debilitamiento a partir de 2015 en la medida que la deforestación, la minería  ilegal y los incendios se hacen más comunes dentro de sus linderos.

Auge de la minería ilegal

La minería ha sido una presión constante para la Amazonía desde hace varias décadas y es  una de las causas de deforestación, contaminación y conflictos sociales que más preocupa. Amazonía Bajo Presión también presenta un reporte actualizado hasta 2020 de la minería en la Amazonía, el cual da cuenta de una tendencia al aumento de la actividad minera en  el suelo amazónico, especialmente de la minería ilegal. Se han identificado 4.472  localidades de esta actividad ilícita. En su mayoría (83%) presentan afectaciones de varias  hectáreas o directamente sobre los ríos de la Amazonia. Más de la mitad de estos puntos  se encuentran en Brasil (53,8%), pero cabe destacar que 32% de ellos se encuentra en Venezuela, país que apenas contiene 5,6% de todo el territorio de la Amazonia. Venezuela  también es el país con mayor proporción de TI y ANP afectados por minería ilegal. En toda  la Amazonía, existen 664 TI y 129 ANP con penetración de actividades mineras ilícitas.

Incendios

Si bien un incendio no implica deforestación, el aumento en la incidencia anual de quemas  e incendios aumenta la presión en este sentido. En el Atlas se hace un recuento de este  proceso que revela la vulnerabilidad de la región, si se considera que 13% de la superficie  de la Amazonia ha experimentado quemas, al menos una vez, desde 2001; es decir, 1,1  millones de km2 han sido afectados. Esta área es equiparable, en extensión, al territorio de toda Bolivia, país que casualmente es el más golpeado por el fenómeno, con hasta 27% de su territorio amazónico afectado. En promedio, cada año, desde 2001, se han quemado 169.000 km2 de Amazonia, 26.000 de ellos dentro de ANP y 35.000 dentro de TI.

Trabajo de largo aliento

Estos análisis de la Raisg forman parte de un trabajo ininterrumpido de evaluación de las  presiones y amenazas a la Amazonía. Así, constituyen una de las series de datos más precisas publicada hasta el momento, sobre la pérdida de la cobertura vegetal del  conjunto de ecosistemas tropicales terrestres más extenso y biodiverso del planeta.

Los estudios se realizan, con una metodología estandarizada, por profesionales dentro de  los países amazónicos, capaces de adecuar los procedimientos mientras consideran las  realidades locales. Las evaluaciones sistemáticas, que incorporan la experticia local, son claves para el conocimiento del estado del patrimonio ecosistémico de la región amazónica, así como para la formulación de políticas públicas conservacionistas basadas en evidencias. La conservación de la Amazonía implica la preservación de los beneficios ambientales que presta a todo el continente, favorece el bienestar y el desarrollo  sostenible de sus 35 millones de habitantes.

Los datos se pueden consultar públicamente y con mayor detalle en las siguientes  direcciones:

– Atlas Amazonía bajo presión:

https://www.amazoniasocioambiental.org/es/publicacion/amazonia-bajo-presion

– Mapa de minería ilegal:

https://mineria.amazoniasocioambiental.org/

– Datos cartográficos para download:

https://www.amazoniasocioambiental.org/es/mapas/#!/descargas

Sobre Raisg

La Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada es un consorcio de  organizaciones de la sociedad civil de los países amazónicos, orientado a la sostenibilidad  socioambiental de la Amazonía, con apoyo de la cooperación internacional. La Raisg  genera y difunde conocimientos, datos estadísticos e informaciones socioambientales  geoespaciales de la Amazonía, elaborados con protocolos comunes para todos los países  de la región; hace posible visualizar a la Amazonía como un todo, las amenazas y presiones  que se ciernen sobre ella y la búsqueda de oportunidades para la conservación de la  región.

Sobre Wataniba

El Grupo de Trabajo Socioambiental para la Amazonia-Wataniba fue fundado en 2005 para la promoción y defensa de los Pueblos Indígenas de la Amazonía venezolana. Promueve procesos de gestión territorial socioambientalmente sostenibles, fortaleciendo la capacidad técnica e identitaria de los pueblos que habitan la Amazonía, diseñando conjuntamente con ellos políticas públicas coherentes con los derechos sociales y  ambientales ampliamente reconocidos en la legislación venezolana.

Sobre Provita

Es una asociación civil sin fines de lucro, fundada en febrero de 1987. Busca combatir la pérdida de la biodiversidad de Venezuela, y demostrar que el desarrollo del ser humano es compatible con la conservación de la naturaleza. En casi 3 décadas, han ejecutado cientos de proyectos que van desde la recuperación de especies amenazadas emblemáticas, hasta ensayos de alternativas de desarrollo para comunidades rurales e indígenas. http://www.provita.org.ve


[1] La prioridad personal del coordinador de esta columna Pablo Kaplún en publicar este artículo es muy alta, esto porque la situación la Amazonía hoy se maneja entre mitos y verdades. Mucho se publica sobre ella en los medios, pero es muy poco lo realmente documentado. En general, tenemos todos los preocupados por el ambiente, la idea de que en esta región el daño ecológico es muy severo, mientras que en el otro extremo hay gobernantes y gerentes que le restan total importancia a esto. Pero es muy poco el material que permite medir, evaluar y, a partir de ello, comprender la problemática real de esta enorme extensión territorial. Tuve el honor de ser invitado al lanzamiento del Atlas Amazonía Bajo Presión, pero, como bien señaló uno de los ponentes de la jornada internacional virtual, da satisfacción anunciar que se cuenta con esta precisa herramienta, pero da tristeza ver el estado real demostrado por la radiografía obtenida. Esperamos poder brindar en adelante nuevos artículos sobre esta herramienta digital. Como ambientalista, me importaba sobremanera que en el 33  aniversario de “Geografía Viva”, la ONG a la que pertenezco, cuya fecha es el 11 de diciembre, el material a presentar fuese un artículo de calidad. Doy gracias a “Observatorio Wataniba” y “Provita” por su encomiable esfuerzo.

[2] Este texto es producto de aportes de las diversas organizaciones que componen la  RAISG,  Red Amazónica de Información Socioambiental Georreferenciada, pero en este caso fue remitido por Beatriz Bellorín como responsable de prensa del “Observatorio Wataniba”, una de las organizaciones venezolanas que integran esta red.

[3]  El área de estudio considerada por la Raisg como Amazonia va más allá de la cuenca  del Río Amazonas y corresponde a una superficie de 8.470.209 km2 que incluye los límites  del bioma amazónico en Colombia y Venezuela, los límites de la cuenca amazónica en  Ecuador, Perú y Bolívia, los límites de la región administrativa amazónica de Brasil (que  incluye pero no se limita a la cuenca del Río Amazonas) y todo el territorio continental de  Guyana, Guyane Française y Suriname.

[4] O, más bien, como hizo notar Alejandro Álvarez, día para destacar y recordar a los defensores de los derechos humanos, que están cada vez más acorralados. En el caso de la temática de esta columna, son días donde deberíamos  valorar especialmente a los defensores de los derechos ambientales.

 

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