Quizá junto con Adam Smith y David Ricardo, Keynes haya sido el economista más famoso de la historia del pensamiento económico. En 1983 el mundo festejó el nacimiento de dos de los economistas más grandes del siglo XX, John Maynard Keynes y Joseph A. Schumpeter, y registró también que indicaba el centenario de Karl Marx, su más famoso socialista. Marx, murió en Londres el 14 de marzo de 1883, aproximadamente un mes antes del nacimiento de Schumpeter en una ciudad provinciana de Austria. Keynes nació en la placentera ciudad de Cambridge el 5 de junio del mismo año.
John Maynard Keynes, poseía un apellido antiguo que se remontaba hasta 1066 cuando vivió un tal William de Cahagnes. El padre de J.M Keynes era John Neville Keynes que fue por derecho propio un economista brillante.
Estudios
A los catorce años solicitó una beca para Eton. En contraste con las historias horribles que se narraban como sucedidas en los colegios privados ingleses, a Keynes nadie le atropello o maltrató, ni lo anuló intelectualmente. Se distinguió, sus notas eran inmejorables. Remó y llegó a ser un fuerte polemista en los debates públicos. Cuando su padre le pidió su opinión sobre Eton dijo:
“Debemos demostrar nuestro agradecimiento; tener presente el honor del colegio; que si hacemos algo, que sea perfecto, igual que se ha hecho siempre en Eton. “
En 1902, ingresó en el King’s College en la Universidad de Cambridge, donde estudió matemáticas y teoría de probabilidades, orientándose luego hacia la economía por consejo de sus maestros Alfred Marxhall y Arthur Pigou.
Durante su permanencia como estudiante universitario en Cambridge, se reunía con el grupo de los llamados Apóstoles de ahí pasó al denominado Círculo de Blommbury, grupo intelectual y artístico que proponía un nuevo orden social, contrario a los principios victorianos y del que formaban parte entre otros el escritor Lytton Strachey, Virginia Woolf y el pintor Duncan Grant con quien Keynes mantuvo una buena relaciión durante varios años. La fascinación homoerótica de Keynes por Serguei Diàguilev lo llevo a conocer en octubre de 1918 a Lidia Lopujova una bailarina rusa de su compañìa Ballets Rusos con quien después contrajo matrimonio.
Carrera profesional
En los años 1913-14 fue miembro de la Royal Commission on Indian Finance and Currency conocida también como Comisión Chamberlain. Y en el año 1913 escribió su tratado sobre Moneda y finanzas de la India. En 1915 ingresó al Tesoro británico donde pasó en seguida a ocupar cargos importantes y al concluir la I Guerra Mundial, participó en la Conferencia de Paz de París. Como resultado de su desacuerdo con el Tratado de Versalles por sus exageradas reparaciones de guerra exigidas a Alemania y a otras naciones derrotadas, publicó sus Consecuencias económicas de la paz (Economic Consequences of the Peace) 1919. De acuerdo con Robert L. Heilbroner (p.337) este libro obtuvo un éxito rotundo. La impracticabilidad del Tratado se impuso de manifiesto casi desde el mismo instante de firmarlo; pero fue J. M. Keynes quien así lo vio primero, y también fue el primero que sugirió una revisión ipso facto del mismo.
El tiempo demostraría, desgraciadamente, que sus previsiones eran acertadas. Keynes volvió sobre el tema en Una revisión del tratado (1922); las cuestiones monetarias siguieron atrayendo su atención en el Tratado sobre la reforma monetaria (1923) y el Tratado sobre el dinero (1930), en donde criticó respectivamente la adhesión al patrón oro y la teoría cuantitativa de la moneda.
Pero su obra decisiva fue la Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero (1936), conocida también con su nombre abreviado La Teoría General, con la que dio una respuesta teórica a la grave depresión económica desencadenada en todo el mundo a partir del crash de la Bolsa de Nueva York de 1929. Retomando intuiciones olvidadas de los teóricos del subconsumo (como Thomas Malthus), Keynes señaló que la causa de la crisis era la insuficiencia de la demanda, debida a la creciente propensión marginal al ahorro de las sociedades desarrolladas. Esto es: a medida que se incrementa el ingreso, es mayor la parte de éste que se reserva al ahorro y menor la que está dedicada al consumo, con el resultado una parte de la producción no encuentra comprador).
En su opinión, el desempleo así originado no podía remediarse únicamente con medidas monetarias. La debilidad del consumo privado sólo podía remediarse incrementando el gasto público en periodos de recesión, haciendo que el Estado incurriera en un déficit para crear demanda adicional. La importancia de los puntos de vista contenidos en aquel libro fue tal que estableció toda una rama de la teoría económica moderna, la macroeconomía, dedicada a explorar las relaciones entre los grandes agregados de la renta nacional.
En los años finales de la vida de J.M Keynes, este participó como jefe de la delegación británica a la Conferencia de Bretton Woods donde se fundaron tanto el Fondo Monetario Internacional como el Banco Mundial para mantener un sistema monetario internacional sin grandes problemas y evitar que las crisis de balanzas de pagos se transmitieran de una nación a otra. Murió en 1946 en Sussex.
Crítica
La Teoría General está dirigida a atacar el problema del desempleo en primer lugar, y opera en el corto plazo. En efecto, así nos recuerda nuestro profesor de Cambridge: “but this long is a misleading guide to current affairs. In the long run we are all died” . Pero este largo plazo es una guía desorientadora para los actuales negocios. Puesto que en el largo plazo todos estaremos muerto” (véase Tract on monetary Reform (1923).
También su centro de atención se dirige a las economías de los países desarrollados como Estados Unidos e Inglaterra. Harry Johnson en “Keynes y los países en desarrollo” (véase en Robert Skidelsky) en El fin de la era keynesiana, nos lo aclara al respecto:
Si se define el “desarrollo” en sentido amplio más bien económico que político, como el logro del crecimiento económico, sus fuentes y sus políticas para estimularlo, Keynes ciertamente tenía ideas influyentes sobre el tema. Pero estas ideas eran sociales, acientíficas y distractoras en el peor sentido del término. Se derivaban y estaban condicionadas por, la euforia opulenta de la profunda estratificación de la clase británica de finales del siglo XIX, mezcla del desprecio de las personas cultas elegidas para una carrera de dirección social de responsabilidad (el catedrático y el funcionario) hacia gentes intelectualmente inferiores que viven de su trabajo y de ganar dinero organizando el trabajo de otros. (p.138) negritas nuestras.
El economista Juan Ramón Rallo es autor de otro libro en el que hace una fuerte crítica a los postulados keynesianos, cuyo título es Los errores de la vieja economía. Así, de buenas a primeras, en su página 14, nos manifiesta que nada menos que John Kenneth Galbraith en su libro Economía y Subversión:
Para él Keynes, sobre todo el Keynes de la Teoría General, influyó tanto porque era tan oscuro que no se entendía nada. La Teoría General, a diferencia del resto de la obra no estrictamente económica de Keynes, es un libro ininteligible que requiere de mucho esfuerzo de comprensión. Es contradictorio, mal estructurado y escrito en un lenguaje económico nuevo trufado de expresiones abstractas creadas por el propio autor y constituye una tortura para el lector, incluso para el profesional académico de la economía. Esto originó toda una industria de seminarios y libros en los que se trataba de explicar en un lenguaje más claro lo que quería decir (…)
También explica Henry Hazlitt en su libro The Failure of The “New Economics” que Paul Samuelson comenta sobre La Teoría General lo siguiente:
Es un libro mal escrito, mal organizado; cualquier profano que, seducido por la reputación previa del autor, haya comprado el libro, ha sido estafado con sus 5 chelines. No es adecuado para su uso en clase. Es arrogante, malhumorado, polémico y no demasiado generoso en sus agradecimientos. En resumen, es una obra de genio. Traducido por nosotros (p.2)
La aplicación de las doctrinas de J. M. Keynes exige muchos cambios de formas ortodoxas o apegados a los principios de la escuela clásica de economía. En primer lugar, considera a la inflación ligera como un beneficio al permitir un descenso de los salarios reales en vista de cierta ilusión monetaria que tienen los trabajadores en cuanto a sus salarios. Desde luego, un rechazo al patrón oro para permitir devaluaciones, y la puesta en marcha de una inflación. También Keynes y los keynesianos son proteccionistas. El problema es que cuando todos lo son, la eficacia del proteccionismo desaparece y aparecen sus defectos: baja del consumo (productos malos y caros), y reducción de la producción. Cabe destacar que fue la Ley Smoot-Hawley (promulgada en 1929) la que cerró el mercado norteamericano al comercio internacional y como contramedidas los países europeos elevaron sus aranceles también.
Robert Heilbroner, en su texto Vida y doctrina de los grandes economistas, cita el hecho de que durante el gobierno de Roosevelt con su New Deal para contrarrestar la depresión, el gasto público había pasado a 10.000 millones de dólares, se elevó a 12.000 millones de dólares, 13.000 millones y después hasta 15.000 millones el año 1936. De modo que estaba actuando según el recetario keynesiano. Bajo este ambiente, según Heilbroner (p.356).
La inversión privada se levantó desde el suelo y recobró dos tercios de su pérdida: para 1936 las empresas privadas invirtieron 10.000 millones de dólares. Al cabo de 3 años de inyecciones gubernamentales, la renta (ingreso) nacional se recuperó en un 50 por 100. Pero el problema del empleo seguía subsistiendo; era ya manejable, pero el número de parados se elevaba a los nueve millones de hombres. Esto distaba mucho de poderse tomar como exponente de una nueva era económica (negritas nuestras).
Después de la segunda guerra mundial, la economía no cayó en recesión y prácticamente se manejó con criterio keynesiano empleando la palanca del gasto público para el crecimiento. Así el gasto público en Estados Unidos pasó de 10,4% sobre el producto interno bruto (PIB) en 1937 a 35,0%. En Inglaterra, el gasto público se incrementó pasando de 24,2% en 1928 a 57,9% en 1975. (véanse los cuadros 1 y 3 del libro de Richard Musgrave El futuro de la política fiscal.)
El deterioro de la política keynesiana sobrevino con el choque de los precios del petróleo con su estrepitosa alza en 1974. Así se originó el extraño fenómeno económico de la estanflación, en donde convivieron alzas de precios con aumento del desempleo, de esta forma en Estados Unidos la inflación llegó a 8,6% en el lapso 1974-79, mientras que la tasa de desempleo fue de 6,7%. También el nivel de endeudamiento ha alcanzado cotas elevadísimas, en 1987, año en que gobernaba Ronald Reagan la deuda pública de Estados Unidos alcanzó 59,27% del PIB; luego en el año 2011, cuando gobernaba Barack Obama, alcanzó 99,48% del PIB; finalmente, en el año 2022, siendo Joe Biden presidente de Estados Unidos, ha alcanzado 121,31%.
En América Latina, las ideas de Raúl Prebisch seguidor también de la ortodoxia keynesiana, influyeron por muchos años en esta región, provocaron una inflación en muchos países, y el proceso de sustitución de importación hizo un mercado cautivo de bienes finales caros y de mala calidad. También dentro del gran intervencionismo económico que hubo en la región, se expropiaron empresas como compañías telefónicas, empresas de generación eléctrica, y de verdad que jamás Keynes recomendó la estatización de empresas.
Bibliografía
FERNANDEZ, Tomás y Tamaro, Elena. «Biografía de John Maynard Keynes». En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea [Internet]. Barcelona, España, 2004. https://www.biografiasyvidas.com/biografia/k/keynes.htm [fecha de acceso: 16 de enero de 2024].
HAZLITT, The Failure of The “ New Economics”, New Jersey, D. Van Nostrand Co,1959.
HEILBRONER, Robert L.: Vida y Doctrina de los grandes economistas, Madrid, Aguilar S.A de ediciones. 1972.
HESSION, Charles H.: Keynes, Buenos Aires, Javier Vergara Editor, S.A, 1985.
JOHNSON, Harry: “Keynes y los países en desarrollo” en Robert Skidelsky El fin de la era keynesiana. Ensayos sobre la desintegración de la economía keynesiana. Barcelona, Editorial Laia, 1977.
KINDLEBERGER, Charles: La crisis económica, 1929-1939, Barcelona, Editorial Crítica.
MUSGRAVE, Richard A. : El futuro de la política fiscal, Instituto de Estudios Económicos, 1980.
RALLO, Juan Ramón: Los errores de la vieja economía, Madrid, Unión Editorial S.A, 2012.
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