Pareciera que ya tampoco va la consulta. Esa que le trajo la desavenencia mayor a Guaidó con María Corina. Cuando esta le ripostaba: ¿Consultar cuánto más? ¿Consultar qué? ¿No se percibe hace años la necesidad de aplicar los instrumentos internacionales de detención de esta desgracia? La idea surge a propósito de la «intervención» del guaireño en la ONU, en la que solicita al mundo la aplicación de la responsabilidad de proteger a los venezolanos.
Lució como una petición extemporánea, aprovechada, que debió ser realizada hace, por lo menos, unos dos años; si bien el mundo desconocía tanto detalle y no tenía visible la demarcación de las responsabilidades, así como tampoco la sistematicidad de los crímenes, que muy bien fundamenta y esclarece la Misión ONU con el informe, acá adentro era inocultable el padecimiento de la situación continua, prolongada, extenuante, exterminadora. Era cuestión de proponérselo y de convencer al orbe de observar más detenidamente nuestra realidad. Así: el TIAR, la R2P, el 187 numeral 11, han debido agilizarse en atención a la tragedia inmensa que no ha descansado con los criminales en el poder. Pero no: eran precisos los diálogos, las intervenciones «negociadoras» de Noruega, las comiquitas de La Carlota, las recepciones a Rodríguez Zapatero, la mesa en aras de la «unidad», que no resultó tal, privilegiada sobre la inmensa necesidad de la gente, sobre el hambre de la gente, sobre la muerte de la gente.
Los amigos de ANCO, entre ellos el exministro Colmenares Finol y tantos otros deben andar bastante molestos por esta nueva salida de Guaidó. ¿No será excluyente ya la idea de una consulta al «poder originario», cuando Juan se adelantó a solicitar que intervengan para protegernos de los crímenes sistemáticos de lesa humanidad, propiciados desde el Estado venezolano? Obviamente no tenía otra propuesta de impacto que lanzar ante la ONU y se echa al pico la consulta. Dirá que el informe impone un nuevo rumbo, más cónsono con la realidad, que, por cierto, no es novedad para él ni para nadie.
Excelente que aproveche la coyuntura del devastador informe de la ONU sobre la devastación, el exterminio nuestro. Pero se le ven las costuras de la improvisación, del tanteo «a ver qué pasa» ahora, así; la falta de claridad de él y de sus asesores, la falta de reconocimiento, gallarda, a una postura firme en función de desenmascarar la camarilla de criminales y desalojarlos del poder a la fuerza de paz y estabilizacion, esgrimida por Machado, nuestro partido Vente Venezuela, y la fracción 16 de Julio de la Asamblea Nacional, hace años, desesperadamente.
Es otro paso político internacional, relevante, en procura de la libertad. Deja, sin embargo, el ingrato sabor de la miseria humana rampante en todo el accionar político desleal de estos últimos años, por parte de los llamados opositores, algunos de ellos más rojos y desteñidos que Biden. Es tiempo de recomposiciones. Siempre lo es. Las miserias tienen siempre posibilidad de ser recogidas y limpiadas. No sin inmensos daños colaterales. Dos años de saltos suman mucho a la desgracia. La orientación, desestimada, hasta con sonsonete de burla desestimada, estuvo siempre allí, machacona. El tiempo continúa su corroer.
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