Es oportuno recordar que el conflicto que hoy afrontamos tiene sus hondas raíces en el pasado. Es formado por la lucha despiadada en América de dos imperios históricos, de desigual fuerza, de desigual fundamentación moral y de desiguales ejecutorias éticas.
A la América uno de esos imperios, España, la descubrió, la conquistó, la pobló, la colonizó, la llevó al mundo de la civilización y de la fe católica, se cruzó con ella, la sembró de pueblos y de ciudades, etc.
El otro, Inglaterra, llenó los mares de piratas, se acercó a nuestras costas, entró en nuestras ciudades para matar, incendiar y destruir. Fue así como perdimos las islas de Jamaica, en 1670 y Trinidad en 1797, que pertenecían a la Capitanía General de Venezuela.
La presencia de tropas inglesas en la lucha de nuestra independencia es vista por muchos historiadores como evidente intención de anexión y extorsión.
La historia del despojo del Esequibo comienza con la intervención del agente británico Daniel F. O’Leary, quien estuvo al lado de Bolívar y que llegó a figurar como uno de los próceres de nuestra independencia y ejerció el Consulado británico en Caracas.
Para acabar con las pretensiones de Guyana es necesario denunciar, por fraude procesal, el Tratado de Arbitraje suscrito con Inglaterra en Washington el 2 de febrero de 1897, y el Laudo de París de fecha 3 de octubre de 1899. Pues de ese instrumento, fruto de la extorsión, derivan las pretensiones de ese incómodo vecino. Y aunque sea declarado nulo el fallo Arbitral de París, el Acuerdo de Ginebra y el Protocolo de Puerto España, como en su oportunidad señaló el Dr. Pedro José Lara Peña, siempre quedará en pie como espada de Damocles la intención anexionista contenida en el Tratado de Arbitraje citado.
Sin la denuncia del Tratado de Arbitraje suscrito con Inglaterra en Washington el 2 de febrero de 1897, no puede alegarse ni obtenerse la nulidad del Laudo de París. A decir del Dr. Lara Peña, nuestra Cancillería desde los tiempos de Marcos Falcón Briceño, ha seguido la línea de invocar solamente la nulidad del Laudo de París, dejando intacto el Tratado de Arbitraje de 1897, por temor a irritar a Estados Unidos.
El Frente de Defensa de la Integridad Territorial y de la Soberanía Nacional, con su fundador el Dr. Pedro José Lara Peña a la cabeza, su para entonces secretario general el Dr. Eduardo Hernández-Cartens y mi persona, en ocasión de la disputa con Colombia por el Golfo de Venezuela, en el gobierno de Luis Herrera, recorrimos el país dictando conferencias en una labor concientizadora sobre los derechos de Venezuela en el Golfo que lleva su nombre y en el Esequibo.
Para ese entonces censurábamos la política seguida por la Cancillería a partir de 1960, de haber abandonado el principio establecido por las Cancillerías anteriores, de oponerse al reconocimiento de Guyana, mediante la tesis del “no reconocimiento sin devolución previa”, cambiándola por el enunciado de la Cancillería del presidente Leoni, de “reconocimiento condicionado o reconocimiento con reserva”.
En su oportunidad nos referimos al insólito acuerdo de la Cámara de Diputados de fecha 4 de abril de 1962, de “apoyar sin reservas la independencia de Guyana” y enfatizaba el Dr. Lara Peña, que el gobierno de Leoni abandonó la política sensata de no reconocimiento sin devolución, para convertirse en líder impulsor del movimiento independentista guyanés, sirviendo en esta forma a los más cálidamente deseados intereses del Foreign Office.
El Tratado de Arbitraje suscrito entre nuestro país y Gran Bretaña el 2 de febrero de 1897 es el que debe ser denunciado y demandar ante la Corte Internacional de Justicia su nulidad por el evidente Fraude Procesal cometido por Gran Bretaña.
Ese adefesio jurídico benefició a Gran Bretaña en complicidad con jueces norteamericanos y soviéticos.
La moderna Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados, en su artículo 52, establece:
“Es nulo todo tratado cuya celebración se haya obtenido por la amenaza o el uso de la fuerza, en violación de los principios del Derecho Internacional”.
¿Qué han hecho los gobiernos que hemos tenido?
¡NADA!
En el gobierno de Caldera, cuando se firmó el Protocolo de Puerto España que congelaba las negociaciones por 12 años, este dijo que era lo recomendable pues de esa manera Venezuela tendría tiempo para prepararse.
¿Para prepararse? Nos preguntábamos en el Frente…
¿Para prepararnos y diseñar las estrategias pertinentes a objeto de ocupar ese territorio, poblarlo y cedular a sus habitantes?
¿Para que nuestros organismos de seguridad diseñaran planes disuasivos y repeler la invasión guyanesa?
¿Para que nuestras “gloriosas” Fuerzas Armadas cumplieran con su obligación de preservar nuestro territorio y soberanía?
¡Nada se hizo!… ¡Nada!…
El Frente sugirió en su oportunidad que debíamos instalar centros penitenciarios en nuestra frontera, en nuestro Esequibo, para delincuentes de mediana y alta peligrosidad, pues ello obligaría, necesariamente, a la construcción e instalación de puestos de la Guardia Nacional, la construcción y adjudicación gratuita de viviendas rurales para los familiares de esos presos que quisieran instalarse allí y trabajar la tierra, para que esos presos tuvieran un incentivo para quedarse allí una vez cumplida su pena.
Pero… ¡Nada se hizo!
¿Qué debe hacer Venezuela?
Recuperar de inmediato, manu militari, nuestro Esequibo, pues los derechos se ejercen, no se discuten.
Solicitar a Rusia su apoyo y reconocimiento de nuestros derechos arrebatados fraudulentamente.
Exigir a Gran Bretaña el reconocimiento de nuestros derechos arrebatados fraudulentamente, so pena de romper relaciones inmediatamente.
Retirar de los monumentos conmemorativos de nuestra gesta independendista, el nombre de Daniel O´Leary, agente de Gran Bretaña que se infiltró dentro del círculo de nuestro Libertador Simón Bolívar, para así mantener al tanto a su gobierno de lo que acontecía con relación a nuestra Guayana Esequiba.
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