Lunes 27 de septiembre de 2010
«No estoy haciendo esta huelga por lo material, la hago por la dignidad y la justicia porque pienso que son los valores más grandes de los seres humanos».
Franklin Brito
Han transcurrido varios años desde que ocurrió esa muerte distinta, la de Franklin Brito. Sólo fallecieron sus músculos y sus huesos en protesta contra el Estado más obeso y poderoso que haya tenido Venezuela en los últimos 66 años. Remueve nuestros más profundos sentimientos cuando analizamos las pruebas contundentes de este luchador solitario, que en el fondo sólo pedía el respeto a su dignidad y libertad.
El gobierno, como en un episodio más del totalitarismo, no escuchó, no respondió. ¿Qué orden nefasta emanó de Miraflores? Quizás fue algo como: «callen a ese hombre al precio que sea, corremos el peligro de que se vea claro que la propiedad privada no es un capricho o vicio de los escuálidos». Era el temor al reconocimiento de que la propiedad va unida intrínsecamente al humanismo, a la posibilidad de la persona humana de crear, de transformar, de hacer uso de su voluntad de poder. A Franklin Brito, indoblegable, fue imposible callarlo con dinero u ofertas engañosas, sólo pidió justicia clara y transparente. Los errores jurídicos del Gobierno fueron muchos: venderle las tierras a título oneroso y luego concederles Cartas Agrarias a otros sobre parte de los mismos terrenos. El INTI hasta el final negó los hechos, allí no valió GPS ni nada. Las Cartas Agrarias fueron revocadas al final, pero en el mismo texto se señaló que no había solapamiento y que el INTI utilizaría todos sus recursos para hacer valer los derechos de los ocupantes.
Todos los agricultores de este país saben, con amarga experiencia, que una Carta Agraria respaldada por el Gobierno puede demoler la empresa mejor cuidada y mantenida. Allí la ley se hace añicos. Franklin Brito sabía que se quedaría sólo frente a la jauría y al poderosísimo INTI, si aceptaba estos términos. Al final, y consumada su muerte, la Fiscal, ¡oh dolor de género!, acusa a su familia como instigadora de un supuesto suicidio.
Cuesta a veces interpretar las señales: la épica de Franklin Brito, un hombre frente al Estado totalitario o el valor de la persona humana frente a los fetiches del comunismo. No quedan dudas, lo que el gobierno quería destruir era el espíritu, la resistencia de las personas en defensa de sus inalienables derechos, en este caso fueron 290 hectáreas, pero pudo haber sido una fábrica, grande o pequeña, una casa, hasta un invento. Lo que este gobierno necesita mostrar, sin piedad ni contemplaciones, es que la defensa de la propiedad no es más que un apego pequeño burgués que tiene que ser destruido por la revolución. Lamentablemente, Franklin Brito tuvo que ofrendar su vida para mostrar la perversidad del comunismo.
Pero Franklin Brito también mostró a los que creen en la libertad que esta no vale nada sin el valor de luchar por ella, de defenderla hasta el último soplo de aliento. La lección es para todos, para los que hoy están amenazados, callan porque temen ser aplastados por el comunismo, y para el gobierno que quedó desnudo en su injusticia.
Hoy quizás se perciba el gran esfuerzo desplegado por Cedice en su defensa del derecho de todos los ciudadanos de este país a ser propietarios. La oposición a los proyectos de Ley sobre la Propiedad Social, la Ley de las Comunas, la Economía Popular, y a todos los que aluden directamente a la sustitución de la propiedad de los ciudadanos por la propiedad del Estado, en total violación de lo pautado en el artículo 115 de nuestra Constitución.
El único resultado de la confiscación de los bienes de los ciudadanos ha sido el crecimiento de la propiedad del Estado, favorecido por la toma de tierras, empresas y fábricas en plena producción. Usurpar propiedades y estatizarlas no es democratizar; al contrario, es retroceder hacia un totalitarismo incapaz de oír los reclamos legítimos de los ciudadanos, tal como los de Franklin Brito y otros miles de personas que hoy ven perdido el esfuerzo de sus propias vidas y de las generaciones que los han precedido.
La firmeza y valentía de Franklin Brito y su familia constituye un emblema para todos los que hoy, desde este pequeño y gran mundo, aspiramos a vivir en una sociedad de respeto. A pesar de todas las amenazas, su indoblegable lucha nos llena de fuerzas para resistir con nuestro airado reclamo en defensa del derecho de todos los ciudadanos de este país a ser propietarios.
La firmeza y valentía de Franklin Brito y su familia constituye un emblema para todos.
*Este artículo lo reproduzco todos los años como símbolo de lo que no podemos olvidar.
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