Por Antonio Pou [1]
Recientemente publiqué en esta columna extractos de un supuesto informe sobre los humanos y el ambiente, realizado por visitantes extraterrestres[2]. En él se describe al género humano y a algunas de las características que lo diferencian más del resto de los animales de la biosfera, como la inteligencia o la intuición.
Debo confesar aquí que la idea y gran parte del contenido del artículo no era mía sino de un amigo de la infancia al que llamábamos el Sebas y con el que sigo en contacto. Habíamos mantenido una divertida y larga conversación telefónica, imaginando que unos extraterrestres, disfrazados de humanos, nos estuvieran estudiando al igual que nosotros estudiamos a los animales. ¿Por qué no lo publicas? Le pregunté, tratando de animarle, pero sabiendo de antemano que no lo haría porque siempre ha preferido pasar lo más desapercibido posible. Al final fue él quien me animó a mí y así lo hice, respetando la mayor parte de sus ideas. Para quitarle seriedad al texto, le añadí al final un breve diálogo entre dos extraterrestres, aficionados ya a nuestro vino, en el que uno de ellos lo confundía con una fruta.
Hace un par de semanas me llamó el Sebas, muy preocupado e inquieto. Al principio no entendía lo que quería decirme porque hablaba atropellando las palabras, pero después no es que no las entendiera, sino que no podía darles crédito. Aparentemente,estaba siendo víctima de alguna broma, o espiado por alguna organización, o algo así. Según me dijo, acababa de recibir un correo electrónico de alguien que había leído mi artículo diciendo, de forma un tanto seca,que él (o ella, o lo que sea, singular o plural) sabía que el vino salía de la uva y que ese estúpido diálogo jamás tuvo lugar. Además, por alguna de las frases, se deducía claramente que habían pinchado nuestra conversación telefónica y que adjudicaban a Sebas la autoría del artículo.
Pero lo más raro y espeluznante fue que el remitente anónimo, que muestra un extraño o nulo sentido del humor, parece estar convencido de que Sebas encontró el informe que, según el artículo, habían hecho los extraterrestres sobre los humanos y que se dejaron en el claro de un bosque. No solo eso, sino que le prohíbe, tal cual, que hable sobre ciertas partes de dicho informe y, para que no tenga dudas de qué partes son, el correo adjunta un archivo con un extenso documento —¡el verdadero informe!— con esas partes debidamente señaladas.Así que, por inverosímil que parezca, lo que empezó como un recurso literario se ha convertido en algo real.
La semana pasada, algo más calmado, el Sebas ha vuelto a llamarme. Está leyendo el informe y me ha dictado unos extractos del mismo y unos comentarios con la pretensión de que yo escriba sobre ello, a lo cual he accedido. Así que en las páginas siguientes no haré sino resumir y adaptar lo que Sebas me ha contado, sin aportar nada mío, por si acaso seguimos siendo vigilados. El texto de los extractos aparece entrecomillado y el resto corresponde a los comentarios de Sebas. Según él,todo ello está en la base de muchos de los problemas, ambientales o no, que afectan a la humanidad actual.
Extracto 2.1. “Al examinar a los humanos por medio del neurógrafo dinámico[3]se puede observar en directo la secuencia de eventos que van desde las percepciones que tienen de su cuerpo y de su relación con el ambiente, hasta la ejecución de acciones, pasando por las reacciones emocionales, sus intenciones y los pensamientos que generan las órdenes pertinentes. Es decir, lo que viene a ser la mente de esos organismos.El aparato ilustra por medio de imágenes dinámicas todos los pasos de la secuencia, lo cual proporciona información sobre la capacidad de reacción de esos seres y de su grado de inteligencia.
Como es lógico, el procedimiento puede aplicarse también al resto de los mamíferos, porque todos están construidos con los mismos juegos de piezas y mecanismos. Aun así, sorprende las diferencias que se observan en los humanos, siendo estos mucho más sofisticados y complejos. Poseen unas altas capacidades potenciales que apenas utilizan, excepto, de forma muy selectiva, cuando se trata de asuntos tecnológicos o militares.
Al ignorar sus propias capacidades, es habitual que los humanos distorsionenlas emociones y los pensamientos de forma caprichosa,hasta extremos absurdos, dando lugar a increíbles torbellinos mentales perfectamente inútiles e innecesarios. Al ser seres gregarios, esa ignorancia tiende a extenderse por todo el grupo social, el cual, en vez de tratar de remediarla, halla mérito en cultivarla, sublimando el valor de los disparates. Todo eso se traduce en que sus mentes emocionales e intelectuales funcionan de forma parcial, irregular y caprichosa, deformando la percepción de la realidad e influyendo a veces en sus propios sistemas vitales y en su salud.
Tecnología y disparates van frecuentemente unidos, por ejemplo, en una droga colectiva que llaman cine y que ha dado lugar a una multiplicidad de tecnologías. Suelen usarla mientras están quietos y se basa en abusar de la buena capacidad que tiene la unidad de visualización de sus mentes. Por medio de unos simples, pero ingeniosos procedimientos, reproducen imágenes fidedignas del mundo que les rodea, pero también generan otras completamente irreales y absurdas a las que otorgan el mismo grado de verosimilitud. Además, al presentar las imágenes, les encanta destruir el ritmo temporal: lo frenan, lo aceleran o lo trastocan sin orden ni concierto.
El objetivo general de la droga parece ser confundir a sus mentes para que momentáneamente ignoren la realidad en la que viven inmersos. El procedimiento se basa en el mismo mecanismo que utilizan para actuar ante estímulos externos: la unidad de visualización simula los diferentes posibles escenarios y las emociones descargan substancias al torrente sanguíneo para ejecutar las acciones. Pero con la droga, en vez de llevarlas a cabo —algunas de ellas ocasionarían la muerte del espectador— ellos permanecen quietos y las substancias no gastadas distorsionan el funcionamiento cerebral”.
Yo creo que estos párrafosresumen bastantebien la nada favorable opinión que tienen sobre nosotros esos seres supuestamente extraterrestres y que está presente a lo largo de todo el Informe. Evidentemente, al no ser como nosotros, no pueden entender la alta valoración que hacemos del compañerismo, de los sentimientos, de lo que significa para nosotros el “Tócala otra vez, Sam” de la película Casablanca, de la sexualidad y de tantas cosas que nos ayudan a soportar una existencia que no siempre es grata, fácil ni está garantizada.
Quizá estemos desaprovechando potencialidades, pero, al menos en mi caso, ignoro cuáles puedan ser porque yo ya intento hacer todo lo que se me ocurre. Incluso, si supiese cuáles son y supiese cómo ponerlas en funcionamiento, no me arriesgaría a que pudiesen cambiar mi personalidad,no fuera a ser que la empeoraran aún más. Por consiguiente, preferiría quedarme como estoy, siendo el Sebas de toda la vida.
Lo que me deja un tanto intrigado es lo del neurógrafo dinámico. Por las descripciones que el informe ofrece, parece que genera imágenes que recuerdan un poco a lo del aura que describían los teósofos del siglo XIX, gente excesivamente imaginativa cuyas fantasías hoy están totalmente desacreditadas y a las que nadie sigue, o eso creo. Pero me sugiere más que pueda ser una forma de visualizar otras cosas, como esa extraña y fina capacidad que muestran muchos niños para detectar, aparentemente por ciencia infusa, rasgos del carácter de los adultos que nos suelen pasar desapercibidos.
Incapaces aún de mentir, los niños rechazan o aceptan sin disimulos a una persona que les es desconocida, poniendo frecuentemente en apuros a los padres. La misma capacidad también está presente en muchos animales, luego algo debe haber que es susceptible de ser detectado. Al ir creciendo, esos mismos niños van dejando de percibir o de hacer caso a esas señales que advierten de posibles peligros o inconveniencias. La vida en sociedad protege y da muchas oportunidades, pero también quita otras.
Siempre se ha dicho que la cara es el espejo del alma. De hecho, tres cuartas partes del intercambio de información entre humanos se realiza en el campo de lo visual. Podríamos por tanto conjeturar que los niños vienen de fábrica sabiendo leer caras, pero no es verosímil que un niño pequeño, que apenas sabe hablar y cuya atención se centra en sus necesidades básicas y en sus juguetes, pueda haber desarrollado una capacidad que implicaría haber pasado por muchas experiencias vitales de interacción con diferentes adultos.
La interpretación de las expresiones faciales es una asignatura pendiente en muchos adultos. En parte se debe a que disfrazamos los rasgos faciales con maquillaje —ahora también con cirugía estética— y a que ciertas culturas consideran que dejar que los rostros reflejen las emociones es una falta de educación, pero principalmente porque nadie te enseña a relacionar las emociones con las posiciones corporales y las expresiones de la cara. Si el tema interesa a algún lector le recomendaría “Unmasking the Face” de Paul Ekman, un famoso y controvertido psicólogo estadounidense especializado en detectar mentiras a través de las expresiones faciales, y quien también ha dirigido, con el apoyo del Dalai Lama, el interesantísimo y útil “Atlas de las Emociones”[4].
Extracto 2.2. “El neurógrafo dinámico visualiza a los humanos recubiertos por tres envueltas, invisibles para ellos mismos. El aspecto de la más externa varía muchísimo de unos individuos a otros. Está constituida por torbellinos de colores que emanan de ciertas zonas de sus cerebros, penetrando en las otras dos capas de envueltas, pudiendo producir en ellas distorsiones importantes. Los torbellinos suelen interferirse unos a otros y cambiar de forma y lugar cada poco tiempo, aunque también muestran patrones rítmicos repetitivos enclavados en un mismo lugar. En algunos individuos los torbellinos funcionan más bien como un todo armónico, regulado, mientras que en otros aparecen como parches desconectados y caóticos.
Con formas de menor tamaño, muy simplificadas y mucho menos caóticas, la envuelta externa también aparece en los demás mamíferos. Parece que se genera en una unidad de simulación de situaciones que sirve a la función de aprendizaje,y que se activa sobre todo durante el sueño. En el caso de los humanos, al disponer de cerebros mucho más evolucionados, se activa también durante el tiempo que están despiertos, lo cual plantea la duda de si realmente están, o no, totalmente despiertos. A ese estado le llaman ensoñación y en él suelen pasar la mayor parte de su tiempo, incluso mientras realizan actividades diversas. Ese extraño estado afecta preferentemente a los habitantes de áreas urbanas, zonas relativamente seguras en las que los individuos pueden descuidar la atención a los riesgos intrínsecos de la naturaleza. Por el contrario, fuera de esos ámbitos seguros, o al realizar ciertas actividades que exigen prestar mucha atención, la envuelta se hace más coherente, pierde protagonismo y se funde con la actividad de la siguiente envuelta.
La visualización de la envuelta intermedia muestra el funcionamiento de los sistemas que detectan y analizan situaciones, plantean estrategias y toman decisiones respectoal medio que les rodea, en función de sus propias necesidades e intenciones.Esos sistemas se comunican con la envuelta interior por medio de substancias químicas y por flujos eléctricos neuronales.
En la envuelta interior, el neurógrafo dinámico muestra cómo se ejecutan las órdenes que emanan desde la envuelta intermedia sobre cada uno de los órganos y dispositivos del cuerpo. La integración de la actividad de las tres envueltas, cuando está correctamente coordinada y es coherente con los fines que persigue, permite a los individuos realizar un gran abanico de funciones en relación con el medio. Sin embargo, la falta de propósito y el caos que tan frecuentemente presentan los individuos en su envuelta externa, resta eficacia a sus acciones, pudiendo ser contrarias a sus propios intereses.
Obviamente, el funcionamiento de los individuos humanos es muy complejo porque así lo requieren las complejas condiciones ambientales del planeta. Pese a su torpeza, que en general les hace funcionar con muy bajo rendimiento, sus grandes capacidades han conseguido simplificar, codificar y adaptar a su conveniencia bastantes de esas condiciones. Eso ha sido posible gracias a un desarrollo tecnológico que está teniendo lugar desde no hace mucho tiempo, que ha permitido aumentar la explotación de recursos y que ha provocado un rápido crecimiento de la población, realimentando el proceso de forma exponencial.
Sin embargo, su éxito como especie también va acompañado de la aparición de una serie de efectos indeseados, y en general inesperados, que ponen en riesgo sus logros e incluso sus vidas. El asunto no sería tan grave si no fuera porque los efectos negativos también afectan a una gran parte de los demás seres vivos del planeta y de los cuales depende la habitabilidad del mismo.
Al no emplear sus potencialidades, y tener además sus percepciones emborronadas por el caótico funcionamiento de su envuelta externa, los humanos han creído que el planeta era un lienzo en blanco sobre el cual podían plasmar sus sueños y caprichos. Creyeron, y muchos aún creen, que la capacidad de amortiguamiento del planeta es infinita. Durante miles de años, mientras los humanos eran pocos y sus destrozos pequeños,el resto de los seres vivos los asimilaron,pero ahora son muchos y los destrozos grandes. La situación ha cambiado.
Por otro lado, los humanos en general tienen muchas dificultades para reconocer la existencia de umbrales y prever que, cuando se superan ciertos límites, los procesos pueden cambiar con gran rapidez. Les pasa con los sistemas que ellos mismos han puesto en marcha, como los económicos, que son relativamente simples, y por supuesto les pasa mucho más con los naturales. Es una lástima, porque vienen de fábrica dotados de todas las herramientas biológicas necesarias para funcionar de forma más inteligente. Si se animaran algún día a ponerlas en marcha…”.
Con el máximo respeto hacia los seres que han hecho el Informe, y sin intención de contradecirles, creo que, si tan bien nos conocen, podrían haber consultado los muchos estudios que la ciencia actual ha realizado sobre el funcionamiento de nuestras mentes, en vez de reducirlo a un esquema tan simplista con tres envueltas. Por otro lado, refiriéndome a otros párrafos del Informe que en otra ocasión comentaré, parece que adjudican parte del caos y de la confusión que, según dicen, reina en la envuelta externa, a supuestas influencias nefastas por parte de los medios audiovisuales.
Todos sabemos que cualquier cosa en exceso produce efectos adversos y desde luego no parece aconsejable andar por la jungla oyendo música por los auriculares a todo trapo, porque te come el tigrecito. Sin embargo, yo no veo cuál pueda ser el inconveniente de oír música mientras trabajas: relaja y te ayuda a soportar mejor la jornada laboral. Otra cosa es cuando se convierte en obsesión. Lo mismo pasa con muchos otros aspectos que configuran nuestra cultura actual. Pero el siguiente extracto me hace dudar.
Extracto 2.3. “Los humanos monitorizan parcialmente sus propias envueltas externas y esa información les permite tener una idea de ellos mismos, de cómo se comportan hacia los demás, de cómo reaccionan ante situaciones y del grado de conocimiento que tienen. Dado lo complejo y caótico de esos flujos, el monitoreo dista mucho de ser siempre representativo de lo que ocurre en la envuelta.
‘Conócete a ti mismo’, dicen con frecuencia como si fuese algo fácil e inmediato, pero no debe serlo. El neurógrafo dinámico muestra claramente que la unidad encargada del monitoreo es muy poco objetiva. Presta mucha más atención a los procesos de razonamiento que a los emocionales y la persona puede pasar, de forma casi instantánea, de comportarse de forma excelsa a infame, sin recordar bien su cambio de comportamiento. Así que,frecuentemente, tiene mejor opinión sobre sí mismo que la que tienen los demás de él.
El monitoreo de la actividad de la envuelta externa es discontinuo, a parches, y muy selectivo, a no ser que la persona le haya dedicado una atención específica para tratar de ser lo más objetivo posible consigo mismo. Eso implica prestar atención a no auto engañarse, lo cual requiere un gran esfuerzo porque el engaño forma parte de su diseño. Les es esencial saber engañar para poder capturar a la presa y alimentarse, o para evitar ser comidos. El crecimiento exponencial de la población demuestra que los humanos saben engañar muy bien, su reto ahora es saber controlar el impulso de engañar y limitar su campo de aplicación.
Comparando con informes anteriores realizados por otros equipos en este mismo planeta, observamos que, cuando en el grupo social se desdibuja la funcionalidad del engaño y en el individuo no se cultiva el deseo de aprender a controlar el impulso de engañar a los demás, el auto engaño aumenta. Al ser el engaño una capacidad innata, el autoengaño puede ser una de las causas por la que les es tan difícil conocerse a sí mismos.
En otro lugar de este mismo Informe, ya aludimos a cómo algunas de las tecnologías que han desarrollado recientemente trastocan constantemente la veracidad de la percepción de lo que les rodea. Aunque sus sociedades no lo consideren así, la alteración sistemática de la percepción espacio-temporal es una forma de engaño a los sentidos. Ese efecto confunde aún más a los individuos y hace del engaño una plaga social difícil de erradicar, porque además se emplea sistemáticamente para mover los flujos económicos.
Al formar parte de lo cotidiano, no llama especialmente la atención que haya individuos que intenten convencer a los demás para que hagan ciertas acciones o se comporten de determinada manera, aunque ellos mismos ignoren o hagan lo contrario de lo que predican.También es común que se autoengañen, individual y colectivamente, ante un problema o situación compleja, reduciéndolo a esquemas y actuaciones simples. Luego se asombran de que sus ideas no funcionenen la práctica y echan las culpas a otras personas, al grupo social, o a cualquier cosa con tal de justificarse”.
Este párrafo me genera un montón de dudas. Entiendo más o menos a qué se refiere y no puedo por menos de verme reflejado, al menos en cuanto a los temas ambientales. Nuestro discurso sobre los grandes problemas que hemos detectado, como la sostenibilidad o el cambio climático, exige del grupo social unos cambios de hábitos que muchos de nosotros, al menos hablo por mí, no aplicamos a nuestras propias vidas.
Lo que estos extractos me sugieren, es que las piezas y herramientas que se necesitan para abordar los retos del siglo XXI son de un calado mucho más profundo de lo que habitualmente imaginamos. Lo peor es que el armario que contiene las herramientas está dentro de nosotros mismos y la estructura social y la cultura que hemos generado, no facilita, más bien al contrario, su acceso. Desafortunadamente, la sociedad está constituida por individuos, por todos y cada uno de nosotros, y no está manejada por extraterrestres sino por nosotros mismos. Estamos ante la pescadilla que se muerde la cola: necesitamos otra sociedad cuyos individuos funcionen de otra forma, pero ¿de dónde van a salir esos individuos si lo que tenemos es esta sociedad y esta cultura?
Para complicar aún más la cosa, los ambientalistas somos relativamente pocos y creemos ser conscientes de los grandes peligros que nos acechan. Según eso, los demás se engañan en cuanto a la sostenibilidad del planeta y a la creencia de que podemos seguir así hasta el infinito sin que pase nada. Pero habría que saber en qué nos estaremos autoengañando nosotros, porque, respecto a la magnitud de los retos que tenemos por delante, nuestra forma de vivir cada día es bastante similar a la de los demás.
Quizá a los ambientalistas nos falte visibilidad, así que se me ocurre crear un equipo de fútbol: el “Sustentable”, y un himno que pueda ser llevado a Eurovisión. Cuando triunfe, que seguro lo hará, podremos vender la retransmisión de los partidos a todas las televisiones y obtener grandes beneficios del merchandising, para cambiar la sociedad.
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Hasta aquí los comentarios del Sebas, con su sempiterna y particular óptica, un tanto descarnada, y su ácido humor.En lo esencial estoy de acuerdo con él y la última conversación telefónica ha refrescado mi interés por el tema del engaño. Tal como yo ahora lo veo, la única forma viable que tenemos de actuar sobre esa magnífica capacidad biológica, que se nos ha desmadrado social e individualmente, es tratar de no engañarnos a nosotros mismos. Indudablemente, se trata de una tarea llena de dificultades y que hay que llevarla a cabo de forma permanente a lo largo de la vida, como la de cortarse las uñas.
La dificultad mayor es percibir el autoengaño en nuestra actividad diaria. Se camufla bajo miles de formas, como corresponde a su naturaleza, y normalmente pasa desapercibido. Se oculta en nuestro cerebro envolviéndose en decenas o cientos de capas. Es semitransparente, y si lo persigues trata de convencerte de ya se va para siempre, o de que ya se ha ido, pero sobrevive escondido por los rincones más inaccesibles.
Por otro lado, ni podemos, ni debemos, anular una capacidad que la naturaleza nos ha instalado de fábrica. Lo que sí podemos, y debemos hacer, es aprender a controlarla para evitar que se salga de madre y nos construya una personalidad espuria que nos controle, nos destruya, y contribuya al caos social. Además, la sociedad ayuda muy poco a ese aprendizaje porque mira en la dirección contraria: trata de deslumbrarnos a base de tecnología y nos anima a construir modelos que son ajenos a la realidad que sustenta nuestra existencia.
Es evidente que, mientras que no haya un número suficientemente elevado de personasque sean más conscientes, no es de esperar que la sociedad vaya a modificar sustancialmente el uso abusivo que hace del engaño como herramienta universal. Por tanto, cada uno tendrá que aprender a controlarse como mejor pueda, mediante el conocido procedimiento de “ensayo y horror”.
Por mi parte, me comprometo, desde mañana por la mañana,o la semana que viene, a intentar fijarme en cómo, cuándo, con qué, con quién, dónde y en qué circunstancias, me atrapa más el auto engaño. Con eso creo que ya tengo suficiente, lo de intentar controlarlo por ahora lo veo demasiado complicado. Cuando buenamente pueda, sin alharacas, sin falsos sacrificios, trataré de buscar otros caminos, internos o externos, que minimicen o eviten el engaño. Ya sé que parece muy poca cosa, pero imagínese el lector si unos cuantos millones de personas fuésemos un poco más conscientes del tema: habríamos empezado a resolver no solo los problemas ambientales, sino también muchos otros.
[1] Antonio Pou es Profesor Honorario del Departamento de Ecología de la Universidad Autónoma de Madrid. Como miembro de la delegación española participó en los tres primeros años del IPCC (el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas), en el Comité Directivo y en el Grupo de Respuestas Estratégicas. Actualmente realiza investigaciones sobre análisis automático de la circulación general atmosférica por medio de imágenes satelitales.
[2]https://bitlysdowssl-aws.com/opinion/el-informe/
[3]Nombre que me ha parecido apropiado para describir un artilugio citado en el informe y que usan los extraterrestres para detectar a distancia nuestros pensamientos y emociones.
[4]http://atlasofemotions.org/#introduction/
Pablo Kaplún Hirsz, coordinador de este espacio, estará dos semanas de viaje, por lo cual se publican los dos artículos que más impacto consiguieron en los tres años que lleva esta columna de publicada.