OPINIÓN

El binomio agricultura urbana-agroecología

por Ambiente: situación y retos Ambiente: situación y retos

Por Alfredo Portillo*

Hay dos conceptos, que se han traducido en dos prácticas, y a su vez en dos  tendencias en las sociedades de numerosos países del mundo, que son la agricultura urbana y la agroecología, los cuales, en lo posible, deben ser difundidos de manera simultánea, ya que constituyen un binomio indisoluble. Ambos están muy relacionados con lo que se conoce como seguridad alimentaria y soberanía alimentaria, y también con la lucha contra la crisis climática y ambiental en general.

Se debe recordar que en la década de los ochenta del siglo XX  surgió el concepto de seguridad alimentaria, para hacer énfasis  en la disponibilidad y acceso a los alimentos por parte de las personas, mientras que durante la realización en Roma, en 1996, de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, organizada por la FAO, el movimiento internacional Vía Campesina lanzó el concepto de soberanía alimentaria, enarbolando el derecho de los pueblos y países a definir sus propias políticas agrícolas y de producción de alimentos.

También se debe recordar que el actual modelo civilizatorio ha derivado en una profunda crisis climática, expresada de manera alarmante por el Secretario General de la ONU, António Guterres, al decir: «Es terrorífico, y es sólo el principio. Estamos en la era de la ebullición global». Por eso las frecuentes e inesperadas sequías, lluvias torrenciales, ciclones, huracanes, tornados y cambios en los patrones de precipitación

El caso es que la agricultura urbana se presenta como una actividad que se realiza en espacios urbanos (intraurbanos y  periurbanos) con el propósito de producir alimentos agrícolas y  de origen animal, para lo cual se utilizan los recursos disponibles  (residuos sólidos orgánicos e inorgánicos, agua de lluvia, semillas, etc.) en  superficies duras o blandas, cubiertas o descubiertas. Por su parte el concepto de agroecología se asocia con una práctica, con una disciplina científica y con un movimiento socio-político. No hay que olvidar que la agroecología como propuesta científica procura  el fortalecimiento de la biodiversidad, la observancia de los principios ecológicos y el no uso de los agroquímicos, que al convertirse en práctica agrícola, se arraiga en determinados territorios. También hay que recordar que la agroecología como movimiento sociopolítico apunta a convertir en realidad los conceptos de seguridad alimentaria y de soberanía alimentaria, lo que implica aumentar los grados de independencia de las comunidades que habitan en determinados territorios.

Tanto la agricultura urbana como la agroecología son en sí estrategias que han venido siendo impulsadas por organizaciones internacionales gubernamentales y no gubernamentales, gobiernos nacionales y locales, centros académicos, agrupaciones ecologistas, productores agrícolas y personas de manera individual.  El objetivo ha sido, de manera general, difundir estas dos prácticas e ir posicionándolas entre la población de diferentes países, lo que se ha venido traduciendo en la —para usar dos términos— ‘agrourbanización’ y ‘agroecologización’ de espacios (territorios) de diferente dimensión, que pueden ir desde los 100 metros cuadrados hasta cientos de hectáreas.

Visto espacialmente se podría decir que las prácticas agroecológicas se han venido difundiendo desde los espacios rurales hacia los espacios periurbanos y urbanos, en la medida que en estos últimos de alguna manera se cultiva sin el uso de agroquímicos y las especies cultivadas son biodiversas. Además, en los centros urbanos y su área periurbana han venido surgiendo numerosas agrupaciones de activistas que están reforzando lo que se considera el gran movimiento agroecológico que, al decir de Omar  Felipe Giraldo, forman parte de las multitudes agroecológicas, en tanto que se plantea la agroecología como un proyecto político, como una utopía que se inscribe en la filosofía presentista que no posterga la transformación, porque de lo que se trata es de transformar el actual modelo civilizatorio que está en crisis, un modelo que se sustenta en el uso de energía fósil (petróleo, gas y carbón), la cual debe ser reemplazada por energías limpias.

Por todo lo anterior, se hace necesario considerar el binomio agricultura urbana-agroecología como un todo, en el que ambos conceptos y prácticas se complementan. Y es que hay una razón de carácter demográfico que debe ser tomada en cuenta, y es el hecho de que la población en los diferentes países es mayoritariamente urbana, la que, por cierto, consume la mayor parte de los productos vegetales y animales producidos en los espacios rurales. Así que, la propuesta agroecológica, aplicada por los agrourbanos, debe formar parte integral de la educación de la población urbana, por lo que debe ser incluida en los diferentes niveles educativos. De esta manera, cuando se hable de agroecología, ya no se hará referencia únicamente a comunidades indígenas y campesinas, sino que también a los nichos urbanos agroecológicos.

*Alfredo Portillo. Profesor en la Universidad de los Andes, Mérida, Venezuela. Correo: alportillo12@gmail.com / WhatsApp: 0412-5499361 / Instagram:  alfredoportillo57

Ambiente: Situación y retos es un espacio de El Nacional, coordinado por Pablo Kaplún Hirsz

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