Los distintos modelos económicos que coexisten en el mundo parecen cada vez más antagónicos entre sí. Esta confrontación ha contribuido a generar un estado de incertidumbre global que afecta directamente el entorno económico de numerosos países, con consecuencias sociales significativas.
Factores fundamentales para lograr el desarrollo económico y sus beneficios sociales, como el estímulo a la actividad productiva, se ven impactados por la llamada “guerra comercial”, cuyos efectos ya se comienzan a sentir en el comercio internacional. Buena parte de la actividad exportadora se encuentra sometida a expectativas contradictorias, en medio de una escalada de aranceles entre las principales potencias exportadoras. Según analistas económicos, esta situación podría derivar en una recesión global y un aumento generalizado de la inflación.
La principal preocupación de los expertos gira en torno al impacto que esta guerra de aranceles podría tener sobre el empleo, los salarios, los precios y la capacidad de consumo. En algunos países, ya se empiezan a notar señales de desaceleración social y económica.
Esta creciente complejidad, donde la dinámica “economía contra economía” genera consecuencias sociales negativas y limita el desarrollo de los sectores productivos a nivel mundial, representa uno de los principales retos para quienes lideran la conducción económica global. Su desafío será establecer un nuevo orden económico que permita evitar impactos adversos en la calidad de vida y el empleo en todo el mundo.
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