Por Dr. Pablo Kaplún Hirsz
Entre el 8 y 9 de enero hubo nevadas atípicas…o tal vez ya no tanto. Una en Mérida y la otra en Madrid…la segunda tan grande que pasará a la historia con nombre propio: “Filomena”. La venezolana mucho más modesta, pero fuera de fecha, o tal vez no tanto, ya que en las sierras andinas de este país se vienen produciendo hermosas nevadas en plena época seca desde hace varios años ya. Antes no pasaba prácticamente nunca eso, nieve en Mérida, más que expresión de frío extremo lo es de humedad.
La de Madrid embriagó a la gran capital española de un blanco intenso, extenso y hermoso como nunca antes se recuerde, más allá de que algunos de cierta edad o aventurados comparadores meteorológicos citan una similar en 1971 (un observador autorizado corrige a los periódicos locales sobre que tal cosa sucedió en 1945, la de los setenta fue risible al lado de la reciente).
Enseguida voces agoreras en uno y otro lugar dijeron: ¿Vieron que eso del calentamiento global es cuestionable?
“La borrasca Filomena –señala José Luis Gallego[1]– ha vuelto a dar argumentos a los negacionistas del cambio climático. Confundir ‘el tiempo’ con el clima es algo habitual y fomenta creencias falsas. Es perfectamente compatible un temporal de frío y nieve con el hecho de que las temperaturas medias están subiendo en todo el planeta». Y continúa: “El catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona Javier Martín Vide, uno de [los climatólogos españoles] más reconocidos, explica: «Las intensas nevadas y el acentuado descenso de temperaturas que nos ha dejado el paso de la borrasca Filomena es un fenómeno puntual que se inscribe en la escala meteorológica, que es muy distinta a la climática»(…) Por norma general, la labor de los meteorólogos consiste en evaluar y pronosticar la evolución del tiempo a corto plazo. Sus fuentes de información son los radares y satélites meteorológicos, los mapas de presión atmosférica (o de isobaras), el avance de los frentes nubosos, la fuerza y dirección del viento y otros datos concernientes a la evolución de la atmósfera. Con todos esos datos, y con la experiencia acumulada, son capaces de elaborar predicciones a 12, 24, 48 y hasta 72 horas con un margen de acierto cada vez más fiable” (…) Los climatólogos, en cambio, trabajan a una escala mucho más lenta. Sus datos refieren a períodos de tiempo cronológico más prolongados. No miran los radares y los mapas de isobaras, sino que analizan las estadísticas de temperaturas y precipitación acumuladas durante varias décadas. Así, los científicos que siguen la evolución del clima necesitan observar y analizar los datos meteorológicos comprendidos en períodos de 30 años para obtener un dato climático que les permita establecer una tendencia. Y precisan de varios datos (que son siglos) para confirmarla. Por eso, cuando los climatólogos nos dicen que el clima se está calentando, con independencia del frío que haga hoy, es que lo está haciendo. Inequívocamente.
“Si observan cualquiera de las gráficas que muestran la evolución al alza de las temperaturas medias del planeta en el último siglo, observarán que esa curva ascendente no es una línea recta sino que avanza hacia arriba en zigzag. Y las puntas de ese zigzagueo son cada vez más pronunciadas. Y es que todos los informes sobre la evolución del clima y todos los modelos elaborados por los expertos coinciden en señalar una tendencia que se fortalece: los fenómenos extremos se están agravando y sus periodos de recurrencia se van acortando. Sequías desoladoras que dan paso a grandes inundaciones, olas de calor asfixiantes seguidas de períodos de frío intenso… Esa alta variabilidad no solo cabe dentro de la teoría del calentamiento global sino que la refuerza. Y a quienes venimos alertando de las graves consecuencias a las que nos aboca la crisis climática; Filomena no nos desautoriza, sino todo lo contrario: nos avala. Por eso apelamos a tomar nota de este tipo de episodios para ser conscientes del riesgo al que nos enfrentamos y emprender los cambios necesarios para evitar que se den cada vez de manera más grave y frecuente”.
Y entre verdades y manipulaciones se sigue discutiendo el tema: lo peor es que muchas veces son los manipuladores los que ejercen altos cargos públicos… caso Trump, como también casos muchos más vernáculos. Manipular datos meteorológicos y climáticos para construir discursos es tan viable como hacerlo con otras variables ambientales. Sostener, por ejemplo, que existen minerías ecológicas o presentar comunicaciones oficiales sobre el compromiso de Venezuela con el Acuerdo de París sobre cambio climático, y al mismo tiempo no despeinarse cuando se sabe que en tu territorio se están talando o quemando kilómetros cuadrados de bosque; esto sin detenerse a pensar que, además, en dichos territorios viven culturas ancestrales que no tienen por qué pagar las consecuencias de la incapacidad o voracidad de otros o que, sea como consecuencia de las sanciones o de la incapacidad, pescadores del lago de Maracaibo van a la ruina por culpa del petróleo… ¡que no se extrae!: denuncian que el negro líquido fluye a la superficie porque la compleja trama de tuberías y demás infraestructuras de los aproximadamente 5.000 pozos existentes en la zona está parada por la crisis actual de la industria nacional de hidrocarburos y ese maná es lo que acaba con redes y pesca.
Volviendo a la española “borrasca Filomena”, sobre la que muchos de nuestros lectores nos preguntan en qué consiste este extraordinario fenómeno, veamos lo que indica Mar Gómez, doctora en Físicas y responsable del área de meteorología de eltiempo.es: Este escenario de nevadas intensas se explica por la combinación de varios factores. Por un lado, enero ha comenzado con temperaturas gélidas y muy por debajo de lo normal. La invasión de aire polar desde principios de mes hizo descender los termómetros y se ha mantenido durante estos días. Aquí tenemos el primer ingrediente: el frío. A ello, se debe sumar la entrada de una borrasca de aire húmedo y cálido: la humedad es el otro ingrediente que necesitamos, ya que favorece la aparición de precipitaciones que puedan generar copos de nieve. Por último, el clima de este inicio de año ha estado marcado por una vaguada polar, que favorece también la presencia de nubes y precipitaciones, nos convence el prestigioso periódico español Público[2]. Aceptamos que no es fácil asimilar todo esto cuando nos enteramos que el recién acabado 2020 ¡empató al 2016 como el año más caluroso![3]
Explicada la meteorología y la climatología, nos volvemos sobre otros titulares de las noticias ambientales internacionales y observamos que en “China: proponen incorporar la variable ambiental a inversiones”[4] de ese país en el exterior (!!!!). Siendo el gobierno de Xi Jinping uno de los principales aliados de quienes hoy ejercen en Venezuela el poder, aunque históricamente muy poco sensible a los temas ambientales al punto de muy graves desastres en gran parte de su propio territorio, parece que por el bolsillo la lección puede llegar… ¿será que por allí por fin vendrá algún alivio a los ecosistemas venezolanos?
[1] https://bitlysdowssl-aws.com/venezuela/primera-nevada-de-2021-usuarios-reportan-que-cayo-nieve-en-merida/
[2] https://www.publico.es/sociedad/llegado-temporal-filomena-espana-nieve-no-servir-negar-emergencia-climatica.html
[3] http://noticias-ambientales-internacionales.blogspot.com/2021/01/finalmente-el-2020-empato-al-2016-como.html
[4] http://noticias-ambientales-internacionales.blogspot.com/2021/