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Con quién hablar

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En todo conflicto la negociación es siempre una posibilidad y, ¿por qué no? ¿Un imperativo moral? La deflagración de violencia derramada tiene pocos interesados.  El resto, son millones sufriendo la lluvia de bombas y el drama humano que le sigue.

En algún momento, será necesario reanudar un proceso político con los palestinos, pero ni Hamás después del 7 de octubre ni la Autoridad Palestina de Mahmoud Abbas son interlocutores creíbles. Los palestinos carecen de líderes políticos legítimos.

Es una pregunta sin respuesta, pero se debe encontrar una solución cuando el estruendo de las armas se detenga. ¿Con quién se puede hablar en nombre de los palestinos? Puede parecer inimaginable hoy en día, aunque en algún momento será necesario reiniciar un proceso político para poner fin a la inevitabilidad de la violencia; pero ¿con quién?

Las dos principales fuerzas tienen un problema serio: si bien Hamas ha adquirido indiscutiblemente popularidad entre los palestinos desesperados al enfrentar directamente a Israel, sus métodos terroristas lo descalifican como interlocutor. Aunque la historia nos enseña que nunca se debe decir nunca, esto parece insuperable en la actualidad.

La otra gran fuerza es la Autoridad Palestina presidida por Mahmoud Abbas. Reúne lo que queda de la Organización para la Liberación de Palestina, que en su momento fue una gran organización dirigida por Yasser Arafat. Su descrédito es profundo y, sin duda, irreversible.

A los 88 años y sin renovar su mandato electoral desde 2005, Mahmoud Abbas es solo la sombra de lo que su organización representó en su momento. La Autoridad Palestina ha sobrevivido al fracaso de los Acuerdos de Paz de Oslo de 1993 y, siendo impotente y marginada por las autoridades israelíes, personifica el callejón sin salida actual.

Existen otras organizaciones más modestas, como el Yihad Islámico, igual de violento que Hamas, o el Frente Popular para la Liberación de Palestina, de orientación marxista, que no tienen impacto alguno en la crisis actual.

En los últimos meses, en Cisjordania, debido al vacío político y al aumento de la violencia de los colonos, algunos predijeron una ‘tercera Intifada’ después de los levantamientos de 1987 y 2000, uno por generación desde 1967. Pero el ataque terrorista del 7 de octubre llevado a cabo por Hamas lo cambió todo.

La ecuación israelo-palestina ya no será la misma después de la guerra, tanto debido al trauma que ha sufrido la sociedad israelí como al regreso de la cuestión palestina al centro del escenario. Los intentos de eludir a los palestinos en los ‘Acuerdos de Abraham’ entre Israel y los países árabes resultan ilusorios. Incluso en privado, los occidentales deben lamentar haber abandonado cualquier intento diplomático en ese sentido.

Pero para negociar, se necesitarán interlocutores. En el lado israelí, cambiarán cuando se resuelvan las cuentas del fracaso del 7 de octubre. No auguro un largo porvenir político para Netanyahu. No obstante, no dudo que las robustas instituciones de la democracia israelí encontrarán a alguien idóneo. Por el lado palestino, se tendrá que encontrar la manera de hacer emerger nuevos líderes. En medio de esta borrasca de odios y resentimientos, esta tarea será muy difícil y compleja.

Para ello, algunos miran hacia las cárceles israelíes, con personas como Marwan Barghouti, un líder muy popular de Fatah, condenado hace veinte años por ataques. Su nombre ya estaba en la lista de prisioneros que Hamas quería intercambiar por el soldado Gilad Shalit, aunque no era miembro del grupo islamista. Hoy, el mismo escenario se está considerando nuevamente.

Es demasiado pronto para especular, pero los palestinos carecen de líderes creíbles y en algún momento deberán llenar ese vacío para superar el estancamiento.

@A_Urreiztieta

 

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