COLUMNISTA

El carácter performativo de la comunicación asertiva

por Jerónimo Alayón Jerónimo Alayón

Los actos de habla asertivos son performativos, no constatativos. En la aserción comunicacional el enunciador valora el significado, fuerza y efecto del enunciado más que su constatación de veracidad/falsedad. En consecuencia, hablante y oyente han de cooperar, en términos de Grice, para inferir la intención informativa/comunicativa del discurso asertivo. Como se echará de ver, estamos haciendo una aproximación pragmalingüística al habla asertiva.

En 1962 se publicaron póstumamente, bajo el título How to Do Things with Words, las conferencias que John Austin había leído en 1955 en la Universidad de Harvard. En aquellas, su autor buscó comprender el lenguaje no en tanto que expresión o verificación de significados (decir algo), sino en cuanto realización de una acción (hacer algo). Era evidente que el filósofo británico estaba reaccionando contra una larga tradición que concebía el habla como enunciación verificativa. Piénsese, por ejemplo, en el episodio del papel y la tiza de Heidegger en La pregunta por la cosa, libro que si bien Austin no alcanzó a leer, ilustra el enfoque del cual se desmarcaba.

En aquellas conferencias, Austin desarrolló la noción de «actos de habla» para subrayar el carácter actuante del lenguaje, y ya en la primera lección concibió dos tipos: los «constatativos», en los que el receptor constata la veracidad del enunciado, y los «performativos», aquellos en que se realiza una acción sin que el oyente verifique la verdad del mensaje. Estos se dividen en tres: locutivos, ilocutivos y perlocutivos, todos de capital importancia en la aserción comunicacional.

Los actos de habla locutivos se corresponden con la locución conversacional, es decir, con la enunciación oral del mensaje, y suponen, a su vez, tres acciones o tipos de emisiones de cadenas: de fonemas o sonidos (nivel fónico), de lexías o palabras (nivel morfosintáctico) y de semas o significados (nivel léxico-semántico). Constituyen la base de todo enunciado asertivo, pues sin una adecuada construcción en los niveles ya mencionados, no es posible cumplir el principio de cooperación ni lograr la aserción comunicacional. Están asociados a los verbos decir, pronunciar, explicar, etc.

Si la enunciación oral, por ejemplo, adolece de fallas en la fonética, aquella se traduce en yerros de dicción que dificultan su decodificación. Si los gazapos son de tipo gramatical, se afecta la cohesión del discurso, lo que disminuye la comprensión de este. Si los problemas están en el orden semántico, queda comprometida la coherencia y la semiosis del mensaje, todo lo cual merma considerablemente la capacidad de aserción comunicacional. Un enunciado comienza a ser asertivo cuando su locución es precisa.

Los actos de habla ilocutivos se realizan «al decir algo» y se corresponden con el modo o «intención» con que se dice. Tratándose de emisiones orales, atañen a la enunciación más propiamente y a su fuerza intencional. Así pues, la manera como se enuncia un mensaje (volumen, ritmo, tono, etc.) implica una intencionalidad que el oyente debe inferir, si el hablante la ha comunicado a aquel, tácita o explícitamente, con la propiedad del caso. Están vinculados a los verbos informar, ordenar, asegurar, advertir comprometerse, etc.

Si un mensaje está adecuadamente construido como acto de habla locutivo, pero ilocutivamente carece de la intención necesaria —porque el volumen, el ritmo, el tono, las pausas o cualquier otro rasgo paralingüístico no esté pertinentemente codificado—, pierde la fuerza intencional y con ella el valor asertivo, pues esta es el segundo elemento esencial a una afinada aserción comunicacional. Una enunciación asertiva debe tener claridad intencional.

Los actos de habla perlocutivos se realizan «por haber dicho algo» y se corresponden con los «efectos» del decir. Guardan relación con el valor persuasivo (retórico) del discurso. Atañen al enunciado y su estructura argumental, por lo que podría decirse que se trata de lenguaje actuante que produce acción, el nivel más performativo de la enunciación. Se relaciona con verbos como persuadir, convencer, disuadir, sorprender, etc.

Cuando un mensaje evidencie una «emisión de significados» fonética, gramatical y semánticamente adecuada, una precisa «intención» paralingüística y un acierto en sus «efectos» persuasivos, propiciará una pertinente cooperación conversacional entre hablante y oyente, y se puede asegurar, desde la pragmalingüística, que se tratará de un acto de habla performativo-asertivo cabalmente logrado.

Ahora bien, ¿qué significa exactamente «una pertinente cooperación conversacional»? Implica, en términos de las máximas conversacionales de Grice, que la cantidad de información manejada está ajustada, que esta no se falsea, que los hablantes consiguen inferir/contextualizar la intención informativa/comunicacional de su interlocutor y que el intercambio comunicacional se lleva a cabo en la mayor claridad posible. Todo, en su conjunto, hace, en resumidas cuentas, que los dialogantes expresen sus derechos y necesidades en libertad, con respeto y sin perder de vista su contexto.

La comunicación asertiva implica una profunda valoración de los rasgos performativos de los actos de habla, lo que supone asegurar el significado, fuerza y efecto de aquellos. Los hablantes no asertivos, por el contrario, prestan más atención a los aspectos constatativos del habla: no se preocupan tanto por el carácter actuante del lenguaje como por su validez en términos de verdad/falsedad, con lo cual suelen partir de la creencia de que los otros intentan falsear sus enunciados. En consecuencia, se sienten amenazados y en la obligación no de expresar respetuosa y firmemente sus derechos y necesidades, sino de protegerlos/defenderlos, pasiva o agresivamente.

En conclusión, el carácter performativo de los actos de habla asertivos exige que tanto el enunciador como el enunciatario cooperen no solo en la dinámica dialógica del intercambio conversacional, sino en la mutua construcción de un hablante asertivo. No hay emisor asertivo sin receptor asertivo, y viceversa. La aserción comunicacional pide dialogizar contenidos humanos, existenciales, más que solo conceptuales, esto es, poner en sintaxis la libertad y la responsabilidad.

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