El régimen de Nicolás Maduro termina 2017 con una contracción del producto interno bruto de 9,9% –cuatro años consecutivos, para un total de 31% en el período 2014-2017– ; una caída de las reservas internacionales a niveles de 1995; un desplome de la producción de petróleo en 200.000 barriles por día, retrocediendo a la producción de 1988; una reducción de las importaciones de 19% –cuarto año sucesivo, para sumar 40 millardos de dólares durante el lapso 2014-2017–; una inflación anual de 1.200%; y un impago selectivo del servicio de la deuda externa soberana y de Pdvsa, confirmando el estado de “default parcial” de la deuda.
Las perspectivas para el próximo año 2018 refuerzan y profundizan lo ocurrido en el año anterior, a pesar de tener una situación de mejor precio del petróleo, que se ubicará en la banda de 52-55 dólares promedio año, según el World Oil Outlook 2017 de la OPEP. La cesta venezolana mejorará entre 6 a 9 dólares adicionales al precio promedio de 2017.
En 2018, la estatal petrolera venezolana, Pdvsa, continuará presentando una caída de la producción de crudo y productos refinados, causada por la falta de inversión y mantenimiento en la infraestructura de subsuelo y superficie desde 2014 –los recursos que se requerirán para mantener los niveles actuales de bombeo están en el orden de 18 millardos de dólares.
Los escenarios de producción al final del próximo año serán de 1,5 millones bpd en el caso base y 1,29 millones bpd en el peor de los casos. Y los ingresos netos por las exportaciones de petróleo estarán en 13 millardos de dólares, considerando que el régimen de Maduro renegocie la deuda con China. Si este no fuera el caso, las entradas netas se reducen a 8,6 millardos de dólares.
Con este nivel de ingresos –95% de las divisas que recibe el Estado provienen de la producción petrolera– el riesgo de default de la deuda externa soberana y de Pdvsa es alto. Sobre todo si China no reestructura la deuda comercial del Fondo Chino, como lo hizo en 2016, cuando Pdvsa redujo las entregas de crudo.
Asimismo, se observa una reducción de 50% en las importaciones de bienes que para el cierre de 2017 se calculan en 17 millardos de dólares.
En consecuencia, en 2018 por quinta vez, el PIB se contrae 8,5% para el peor caso y 6% en el caso base, pues la industria venezolana depende altamente de los insumos importados para producir –presenta una correlación positiva casi perfecta–.
En 2018, la expansión de la liquidez monetaria continuará como consecuencia del financiamiento del déficit a Pdvsa y al sector público. Lo que trae un incremento de la inflación al acompañarlo con la caída de la producción nacional y la devaluación de tipo de cambio libre. En el caso base se obtiene una hiperinflación de 3.350% (35% promedio mes) con un tipo de cambio de 360.000 bolívares por un dólar. Mientras que en el peor caso la inflación se ubicaría en 28.750% (60% promedio mes) con una tasa de cambio para el dólar estadounidense de 14 millones.
La hiperinflación y el dólar paralelo millonario formarán el marco del “período especial” en Venezuela.
Cuba, cuando el colapso de la Unión Soviética en 1991 y el embargo de Estados Unidos, presentó características similares a las que Venezuela proyecta el próximo año. El “período especial” en Cuba ocurrió entre los años 1990-1993. El PIB se contrajo 36%. Se contrajo la oferta de combustibles, porque Rusia suspendió el envío de gasolina, diesel y productos refinados bajo los convenios de cooperación económica del Consejo de Ayuda Mutua Económica (Comecon). Las consecuencias en la población cubana fueron: malnutrición, el surgimiento de epidemias, incremento de la mortalidad materno-infantil y adultos mayores, y graves problemas de salud mental y de capacidad para vivir con normalidad en la población, producidos en la niñez.
En el caso de Venezuela, 80% de la población depende de sueldos o ingresos informales no indexados al dólar o que no tienen ingresos. Este segmento integrará los sectores débiles de la sociedad en 2018. La hiperinflación destruirá el poder adquisitivo del salario y los más débiles de la sociedad se harán dependientes del Estado para poder sobrevivir en el día a día –de allí que el régimen de Maduro emplee el carnet de la patria como un mecanismo de control social.
Por supuesto, el régimen de Maduro tiene un mínimo ingreso constante de divisas por la exportación de petróleo. Lo que le permitirá evitar el colapso total de la nación. Sin embargo, en 2018, Venezuela sufrirá el mayor impacto social por la grave crisis económica que atravesará, haciéndole vivir un “período especial” al estilo cubano.
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