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Durante veinticinco años la Fuerza Armada Nacional Bolivariana ha sido el soporte básico de la dictadura castrochavista, violando la Constitución de 1999 redactada a su medida. Carta magna que aprueba el voto electoral castrense, pero prohíbe la militancia partidista a la institución militar.

El reciente discurso del ministro de la Defensa, general Vladimir Padrino López, comunicado leído el 6 de enero, ratifica esta vez con mayor énfasis tamaño delito. Es y será una pieza fundamental para comprender por qué Venezuela se hundió en la ruina material, moral y espiritual. Vale que se publique luego de escucharlo por vía de plataformas digitales.

Esta vez agregó insultos directos, inadmisibles en un general  que se supone cursó Bachillerato durante la democracia pues hizo cursos especiales de posgrado en su oficio y precisamente en su odiado país imperialista los Estados Unidos de Norteamérica.

En esta pieza militarista esencial, a Edmundo González Urrutia, el presidente electo en los comicios del 28J, lo califica de «payasesco, bufo, cobarde prófugo de la justicia, preso de sus propios amos gringos”. Y a la oposición venezolana en todos sus estratos, la sella como “ultraderecha fascista, fratricida”. En conjunto cada opinión  proveniente de la disidencia, individual y grupal, asegura que calca las mismas características de todo lo que emita el presidente legítimo y lo refrenda usando adjetivos de este calibre: «Ridículo, paupérrimo, de poca monta, incoherente”. Pareciera que la redactó mirándose en un gran espejo.

Remata informando que avala sin dudas, el contaje del fraudulento Consejo Nacional Electoral porque “no podrán contra nuestra fuerza institucional”. 

Queda claro y esta vez su sinceridad es importante, pues sustituyendo la referencia a Estados Unidos y admitiendo que su imperio favorito es Rusia a través de Cuba, la lucha contra el autoritarismo castrense terrorista, ratificado en la ilegitimidad de Nicolás Maduro, su gabinete y su Asamblea, seguirán impunes y activas  hasta que las mismas Fuerzas Armadas, sin la  usurpación del vocablo “bolivarianas”, se encarguen de recolocar en orden legal a su venerable institución para que retorne su naturaleza constitucional, aquella respetable, admirable de 1961 muy  respetada por el pueblo venezolano y por los gobiernos del mundo libre.

Sobre la investidura ilegal de Nicolás Maduro conviene registrarla con una imagen: su dedo meñique con anillo de oro y esmeralda manchado de sangre indeleble sobre la violada Constitución. Símbolo  del castrochavismo criminal.

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